martes, 19 de enero de 2010

Noche de viernes: The Day of the Triffids

Hace poco Manuel se enteró de que recientemente la BBC había adaptado de nuevo la novela de John Wyndham The Day of the Triffids (El día de los trífidos) y pidió turno para verla alguna noche de viernes. Los especímenes Brontë que nos quedan por ver en noche de viernes y que siempre están al acecho (la adaptación de Cumbres borrascosas de la MTV y similares) me dan tanto miedo que asentí sin dudarlo hace un par de viernes y eso que la ficción científica* no es lo mío. Por lo visto la novela es muy conocida y Manuel la tiene (traducida al catalán) pero yo no la conocía de nada, tanto es así que me pasé días llamándola "el día de los triglicéridos" (que con la ingesta reciente de clotted cream es más real en nuestro caso).

Bueno, el caso es que yo no sabía de qué iba y a veces es una bendición no tener el criticón de adaptación activado. El resumen que voy a hacer para quien tenga tan poca idea como yo es de la nueva adaptación, no de la novela. Por lo visto - Manuel sí que tenía el chip activado - no tienen mucho que ver la una con la otra.

La acción transcurre en una época actual que se diferencia de la verdadera por el hecho de que existen unas plantas llamadas trífidos que proporcionan combustible y que han salvado al mundo del calentamiento global. El problema con estas plantas es que son muy agresivas y tienen una especie de tentáculos/látigos que apuntan a los ojos de la gente. Los trabajadores de las plantas de trífidos, cuando bajan a los invernaderos, tienen que ir muy protegidos y llevar gafas, etc. Ah, y son plantas que se mueven (en las plantas no porque están controladas) y hacen ruidos con los que se comunican entre ellas, sí.

Total, que un día llega un loco a la planta donde trabaja Bill Mason, experto en trífidos (su padre es el que los descubrió en África y los llevó a ser lo que son** y su madre murió en África atacada por ellos), y por unas cosas y otras a Bill termina por darle un trífico el latigazo de rigor en los ojos. Se lo llevan al hospital y mientras está allí con los ojos vendados y sin saber si recuperará la vista, el resto del mundo mira entusiasmado un espectáculo natural de luces y nubes y colores en el cielo... que desemboca en una gran luz que los deja a todos - la gran mayoría - ciegos. Bill Mason recupera la vista y pronto se da cuenta de que los trífidos van a huir de los invernaderos.

Por otro lado, Jo, una periodista de la radio, también conserva la vista y se encuentra de casualidad con Bill, al que no conoce de nada, en mitad de una apocalíptica calle londinense, y se une a su misión. A través de ellos vemos un mundo catastrófico y caótico con escenas y recreaciones dignas de cualquier película de catástrofes de Hollywood. Un mundo que por un lado está acechado por los trífidos y por otro no tiene forma de verlos venir.

Eso es lo bueno e interesante de la serie, lo que engancha de un capítulo a otro (yo el viernes pasado tenía ganas de saber cómo continuaba). Pero el guionista, no conforme con eso, decidió incorporar también a un personaje malo-malísimo que surge de la nada, se seca un nombre de la manga, Torrence, y del que nunca sabemos nada más (¿motivaciones? ¿otras características aparte de ser malo y perverso?) interpretado - supongo que ahí reside la gracia para los ingleses - por un cómico famoso llamado Eddie Izzard que me atrevería a decir que es totalmente prescindible para los no-ingleses que sólo vemos un señor con un guión pésimo que interpreta fatal y sólo sabe poner caras. Y a medida que avanza la serie va a peor, o quizá es que va cansando más, no sé. Pero lo estropea todo.

Es curioso que Jo, la periodista, sea Joely Richardson, hija de Vanessa Redgrave, que también tiene un pequeño papel en la serie y que, inevitable, está espléndida. Para los fans de Sensación de vivir - afortunadamente mi expediente en ese aspecto está limpio: yo nunca lo fui - informo de que por ahí sale también Jason Priestley.

Conclusión: que la serie está bien, engancha y es interesante salvo por los trozos en los que Eddie Izzard hace de malo-malísimo y pone caras de las suyas. Y siendo de la BBC siempre da gusto recrearse en los pequeños detalles, siempre todo tan cuidado.

* "Ciencia ficción" para el resto del mundo y el legado de un genio de la traducción, no hay duda. Lo correcto, lo que tiene sentido, es ficción científica y aunque sé que es probablemente tarde para corregirlo, yo hago campaña a favor de la forma correcta, por si acaso.

** Como ocurrió con las poinsettias (¡la nuestra sigue viva!). En Navidad nos enteramos de que la planta tal y como la conocemos (y más si es en alguna de las variedades blanca, rosa, etc.) es un prodigio de la modificación genética. La planta original, procedente de México, es
como se ve en esta foto.

4 comentarios:

  1. Ja,ja! Yo también tengo la traducción al catalán...y, ahora, curiosidad por ver la serie!
    Por cierto...no se si tu reivindicación traductora tendrá éxito: demasiado arraigado ya lo de ciencia ficción, me temo.
    Por cierto, por mi terraza ya han pasado las naves nodrizas y han arrasado con la mitad de las plantas, trífidos o no.

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  2. Pues si ves la serie ya me contarás, pero ve igual de abierta de miras que con Sherlock Holmes porque debe de ser igual de fiel al texto original.

    Bah, ya sé que lo de ciencia ficción es una causa perdida, pero por intentarlo que no quede.

    Yo para las plantas tengo mala mano. Vamos, que me dejan los trífidos a mi cargo y en un par de días los tienen exterminados ;)

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  3. Jajaja, o sea que matarías a los trífidos en un santiamén.

    Me ha interesado el post, aunque no sé si me gustaría la serie. No sabía que Joely Richardson es hija de Vanessa Redgrave, pero sí que se parecen.

    ¿Sabes que nunca me había planteado lo que dices de ciencia ficción??? Tienes toda la razón del mundo.

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  4. Sí, en un santiamén y sin necesidad de intentar acabar con ellos a propósito, simplemente intentando que sigan vivos ;)

    Es que nadie se plantea lo de ciencia ficción pero cuando te paras a pensarlo te das cuenta de que son dos palabras juntas que no significan nada.

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