Me encanta esta foto de Thomas Hardy. Un hombre especializado en afinar - en lugar de redondear - las esquinas y aquí aparece tan campechano él, posando junto a su bici, con sus pantaloncillos y su sombrero, en una escena rural digna de sí mismo.
El caso es que entre mi lectura actual y que el lunes (día 11) se conmemoraba el aniversario de su muerte en 1928* lo tengo muy presente. En casa tenemos la biografía que escribió sobre él Claire Tomalin, pero de momento sólo está, como mucho, leída a trozos. De la vida de Thomas Hardy sé lo básico o, mejor dicho, sé lo más sensacionalista: que abandonó su carrera de (futuro) arquitecto, su turbulenta relación con su primera mujer, sus problemas con la religión, su decisión rotunda de romper con la novela tras la mala recepción de Jude... y los espantosos rumores acerca de su corazón.
Yo no sabía nada hasta que leí Virginia Woolf's Nose: Essays on Biography, de Hermione Lee y aun así ella dice que es sólo un rumor y que nadie sabe qué hay de cierto en todo eso.
Parece ser que Hardy quería que le enterrasen en el pequeño cementerio de la iglesia de Stinsford junto a su primera mujer, Emma. Pero, como siempre, quienes le habían puesto verde por escribir los libros que había escrito, ahora reclamaban que se le enterrase en el Poets' Corner en la Abadía de Westminster, en Londres, con pompa y circunstancia. Así que desoyendo tanto la voluntad del mismo Thomas Hardy como la de su segunda mujer, Florence, se llegó a la conclusión de que lo mejor era enterrar las cenizas de Thomas Hardy en la Abadía de Westminster y, de forma simbólica, enterrar su corazón sin incinerar junto a su mujer en Stinsford. Hasta aquí, por horrible que sea, todo es verídico.
El rumor morboso llega cuando la leyenda cuenta que después de la extracción del corazón, se lo encasquetaron a la pobre ama de llaves de Hardy que, supongo que sin tener ni idea de qué hacer con él hasta el entierro al día siguiente (¿y quién sabría qué hacer con un corazón? Nadie), decidió que el sitio idóneo donde guardarlo era en una caja de galletas (vacía, esperamos todos) que había sobre la mesa de la cocina.
Al día siguiente el enterrador pasó a recoger el corazón del pobre señor Hardy y no se sabe qué cara pondría al enterarse de que estaba guardado en la lata de galletas, supongo que si eres enterrador te tomas estas cosas de otra forma. El caso es que - según cuenta la leyenda, insisto - el hombre abrió la lata y la lata estaba vacía. Pero el gato de Thomas Hardy, Cobby, merodeaba por los alrededores con cara de felicidad.
Llegados a este punto y para empeorar aun más la truculenta historia, la leyenda se bifurca. En una versión, el corazón que se mete en la urna es el de un cerdo. En otra, y supongo que a modo de justicia poética, el enterrador acaba con el pobre Cobby y sustituye el corazón de Thomas Hardy por el corazón de Cobby.
Y en la tumba de Thomas Hardy pone Here Lies The Heart of Thomas Hardy (Aquí yace el corazón de Thomas Hardy). Así, sin interrogación ni casillas de verdadero o falso.
* El 11 de enero, pero en su caso de 1980, también se conmemora la muerte de Barbara Pym. Lo más chocante de todo - y aunque Manuel me diga que no es tan raro a mí me parece muy, muy raro - es que también comparten día de nacimiento: el 2 de junio. Thomas Hardy en 1840 y Barbara Pym en 1913. ¿Es o no chocante?
miércoles, 13 de enero de 2010
El corazón de Thomas Hardy
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Por favor, pobre señor. Espero que sea todo una leyenda urbana y pudiera descansar tranquilo.
ResponderEliminarPor cierto, a mi también me encanta la fotografía.
Un abrazo.
¿Verdad? Pobre hombre. De todos modos, lo de que le extrajeron el corazón para enterrarlo en Stinsford es cierto y ya es terrible de por sí. Lo que puede que sea leyenda urbana es lo del gato, etc. Un horror.
ResponderEliminarOstras no conocía la historía del corazón de Hardy y me he quedado muerta... Bueno quizás esta no es la mejor expresión para describirlo XD
ResponderEliminarYo no veo tan horrible lo de que le sacaran el corazón, si no lo querían enterrar donde él quería eso al menos es un gesto romántico. Pero lo del gato y la caja de galletas y el corazón de cerdo...!!!!!
Bufff, no sabía nada de nada, ¡qué horror! De lo más truculento. Lo que no sepas tú...
ResponderEliminarA mí también me parecen muy curiosas las dos coincidencias, si sólo fuera una, me parecería de lo más normal.
Es muy truculento, sobretodo lo de guardarlo en una caja de galletas (no quiero ni pensar que estuviera llena).
ResponderEliminarLo de Barbara Pym y Hardy es una coincidencia muy curiosa: como dice Elvira, si fuera sólo una, vale, pero las dos...
Vaya historia la del corazón, la caja de galleta y el gato... brrrr! Aunque son estas leyendas las que más se nos quedan en la memoria, jeje!
ResponderEliminar"Lejos del mundanal ruido", fue un libro que me auto regalé en diciembre...Antes de las Navidades. Llevo tiempo queriéndolo leer. Y espero que sea mi siguiente lectura, después de la lectura con la que estoy. Apenas sé de su biografía...Muy interesante todo lo que cuentas...Muchas gracias por desvelarnos más cosas de su vida.
ResponderEliminarCoincido con lo de la fotografia...es preciosa. Un abrazo grande!!
AAgghh, tengo un problema con las actualizaciones de mi blog. No salen en tu columna y si clicas solo sale la dichosa Cusk. ¿Podrías poner el enlace de nuevo, por favor, y quitarme esta sensación de incomunicada? Gracias.
ResponderEliminarMar: pues a mí eso de llevarle la contraria al pobre hombre sobre dónde quería que le enterrasen me parece un gesto horrible... y si a eso le sumamos la escabechina del corazón, las cenizas, la caja de galletas, el ama de llaves y el gato Cobby la cosa ya me espanta.
ResponderEliminarElvira: bueno, yo me enteré por el libro de Hermione Lee y se me quedó grabado como sólo se quedan grabadas este tipo de cosas. Ahora es leer un libro suyo y tenerlo presente.
LittleEmily: me alegra que Elvira y tú también lo encontréis raro. Sí, coincidir en uno de los dos días no es nada del otro mundo, pero en las dos fechas me parece curiosísimo.
Guacimara: ¡sí! es lo que decía más arriba a Elvira, que hay otras cosas que no se te quedan, pero este tipo de cosas son como chicles.
María: ¡qué buen autorregalo! Eso sí, Hardy es de mucha manta y mucho té, aunque el que has escogido, para lo que puede ser Hardy, es de lo menos puntiagudos. Ya contarás qué tal cuando lo leas, tengo ganas de saber qué tal te va en tu primer encuentro con Hardy :)
Insonrible: ¿en serio? Claro, yo voy a las entradas y siempre veía esta y pensaba que estabas sin actualizar. Ahora mismo lo arreglo, o lo intento al menos. Gracias por avisar.
Esto es creepy creepy creepy , Cristina.
ResponderEliminarY yo lo leo justo cuando estoy haciendo un post sobre "Less than angels", de Barbara Pym, cuyo capítulo noveno empieza:
"Tom, the bay leaf I'm putting in this boeuf à la mode was plucked from a tree growing in the garden of Thomas Hardy's birthplace", Catherine called from the kitchen. She did not really expect an answer..."
Muy esotérico todo...
Venga, casualidad sobre casualidad.
ResponderEliminarProbablemente Barbara Pym supiese que compartía cumpleaños con Thomas Hardy; lo otro imposible, claro.