Ayer me quedé en Union Square, sentados con dolor de pies a la sombra de un árbol. Una vez conseguimos despegar los ojos de las ardillas debatimos sobre si, cargados como íbamos, éramos capaces de seguir con nuestros planes (que se habían hecho sin contar con la caminata por Broadway) e ir a dar una vuelta por Greenwich Village o si los dejábamos para otro momento. Después de decidir ir, no ir, ir, no ir, ad infinitum, decidimos que lo más "sensato" (ejem) era hacer una escapada a Wholefoods (un supermercado que tiene una tienda en Union Square), comprar algo de cena y, como mucho, ir caminando hasta el Flatiron (un poco más arriba) y allí, por fin, coger un taxi hasta el hotel.
Cruzamos la plaza, vimos este extraño edificio decorado y fumador (?), hice foto para luego comfirmar que lo del humo no era efecto del cansancio, y entramos en ese paraíso de la comida llamado Wholefoods. Supongo que si viviera ahí, al cabo de un tiempo los supermercados americanos perderían su magia y las compras se volverían tan rutinarias como las de aquí. Yendo de turista cada mucho tiempo hace que los supermercados americanos - incluso estos de tamaño no demasiado grande - me parezcan un jardín del Edén. Es una pena que estemos limitados a comidas preparadas y/o cosas que puedan viajar, porque las verduras, las carnes y demás tienen siempre una pinta deliciosa. Pero para platos preparados está el buffet libre que tampoco está nada, pero que nada mal. Un par de días después (re-)descubriríamos un Wholefoods más cercano al hotel que ya visitamos la otra vez, en Columbus Circle*, y nos enganchamos de tal forma que creo que comimos y cenamos en él el mismo día. un enorme buffet libre con todo tipo de cosas tentadoras (muchísima variedad), abiertas a la creación de tus propias combinaciones y todo por 8 dólares la libra (no miran lo que hay dentro, todo cuesta lo mismo), medio kilo. Lo mejor de todo es que después de las cajas tienen habilitada una sección muy agradable con mesas, etc, para que la gente pueda comer allí y no tenga que buscarse la vida para comer (aunque en Nueva York comer en la calle es mucho más sencillo - y menos conspicuo - que aquí. Sin ir más lejos Columbus Circle está al ladito de Cenrtral Park). Pero bueno, el sitio no es nada del otro mundo tampoco; lo mejor es la comida, que está para chuparse los dedos.
En esta ocasión en el Wholefoods de Union Square no aprovechamos el buffet libre (el de Union Square no tiene sección de mesas) puesto que cenaríamos tarde - teníamos entradas para un musical - pero los sandwiches y demás que cogimos también tenían una pinta riquísima. Y las tartas y todo.
En Wholefoods Manuel se compró un pack de 4 Cane Colas (que vendían como producto "local"), dos de ellas se vinieron enteras hasta Barcelona, una la bebimos el sábado, y yo me compré mis dos tés de Tazo Tea: Berryblossom white (té blanco con arándanos azules) y el típico y delicioso Earl Grey. Me costó mucho dejar uno de té negro llamado Awake, pero es que ya llevaba muchos tés ese día, porque, me olvidé de decirlo, en el Dean & Deluca enorme, también había comprado una latita de su mezcla de - de nuevo - Earl Grey - más el Earl Grey Imperial de Barnes & Noble.
Así que cargados con las compras del día y ahora las bolsas de Wholefoods (nota curiosa: en los supermercados americanos (supongo que no será cosa exclusiva de Nueva York), tanto si te dan bolsa de papel (Wholefoods) como de plástico (Morton Williams), siempre te la ponen doble. Un gasto un poco absurdo en algunos casos, pero también se agradece según las compras), nos pusimos en marcha hasta el Flatiron, que está bien cerca pero que se hizo largo, tanto por el cansancio como por las vistas (de nuevo el Empire State) y las fotos que yo iba haciendo.
Eran más de las seis de la tarde y nosotros habíamos llegado al distrito financiero a poco más de las ocho de la mañana, lo que quiere decir que llevábamos ocho horas de acá para allá.
Fuimos acercándonos a mi querido Flatiron por detrás, una perspectiva que sólo conocía de refilón de la otra vez y me fui fijando en los detalle de la fachada. ¡Cómo me gusta!
Manuel se dejó caer de nuevo en las sillas y mesitas que hay en la plaza de delante y yo, con energía renovada con las vistas y libertad de movimientos por haberle dejado a cargo de las bolsas, me fui a hacer tropecientas fotos de mi edificio favorito.
Cuando ya no podía más y creo que había fotografiado cada detalle del Flatiron unas cinco veces, me senté un rato yo también y al poco levantamos el campamento y cogimos un taxi. El viaje estuvo bien porque vimos muchas cosas de esas "sólo en Nueva York" sin que sufrieran nuestros pies.
Lo bueno vino cuando el taxista anunció que eran unos siete dólares. Ya sabemos que hay que dejar, aparte de eso, un mínimo de un 10% de propina (en los sitios de comer, etc, te lo incluyen a veces en el precio final (propinas de hasta el 18%, por ejemplo), en algunos no te dicen nada, en otros te comentan que tú decides si lo quieres pagar o no). Le dimos un billete de diez dólares e hicimos un poco de tiempo esperando al cambio que nunca llegó. Nos bajamos un poco confusos y resignados. 3 dólares no son nada, es cierto, pero al menos el hombre podía haber hecho amago de devolverlos. Y en cualquier caso 3 dólares es casi el 50% de siete: una buena propina.
Un rato de tiempo libre en el hotel, no demasiado: a las ocho teníamos un musical que ver (ya hablaré de los dos musicales que vimos).
Intenté adecentarme un poco pero me di cuenta de que alguna diferencia tenía que haber entre nuestro estilo de turismo intensivo y el de las demás personas que bajaban en el ascensor, de lo más arregladas, frescas como rosas. Y ahí estábamos nosotros, claramente para el arrastre.
Hablando de Nueva York, ayer en la noche de plancha y película clásica vimos una película muy neoyorquina (como tantas otras, por otra parte): Woman of the Year (La mujer del año), la película en la que se conocieron Katharine Hepburn y Spencer Tracy. Buenísima, claro.
* El centro comercial de Columbus Circle, por estar situado donde está situado, es tirando a pijillo. Aun así, su librería Borders está muy bien y nos lo pasamos bien curioseando por la tienda de productos de cocina Williams Sonoma. Todo muy tentador, salvo por los precios de la mayoría de las cosas (algunos moldes no estaban mal de precio). Pero sin duda lo mejor de ese centro comercial (que incluye el estupendo Wholefoods descrito arriba) son los baños. Odio los cuartos de baño públicos, me resisto a usarlos salvo cuando no me queda otra, y sin embargo me hubiera quedado a vivir en esos. Estaban impecables, no olían a cuarto de baño, la iluminación es muy buena, la cadena se tira sola (pero muchas en Nueva York lo hacen), el grifo se abre solo, el jabón se sirve solo también y huele de maravilla y el secador de manos es modernísimo y - ¡milagro! - seca de verdad. Debo confesar que, sólo por darme el gusto, me lavé las manos dos veces seguidas. Y habría seguido.
lunes, 30 de agosto de 2010
Wholefoods y Flatiron: dos maravillas
Publicado por Cristina en 11:27
Etiquetas Álbum de fotos, Nueva York
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El edificio del humo es curioso, pero me parece feo. ¡La segunda foto es buenísima!! ¡Qué morro el taxista!
ResponderEliminarMe ha hecho gracia lo de que te lavaste las manos dos veces y habrías seguido, jaja!
No comparto la opinión general de que en NY (y, por extensión, en los States ) se come mal. Se come como se elija...¡será por oferta! Los bufetes son un invento y no será por frutas y verduras...
ResponderEliminarEso si, a estas alturas de narración ya estoy tan cansada como vosotros...
Elvira: no, a mí el edificio del humo tampoco me gusta, pero me chocó mucho lo del humo (que digo yo que será vapor de agua, ¿no?). Lo del taxista nos dejó alucinados, la verdad.
ResponderEliminarSamedimanche: eso es lo que yo veo, que si comen mal es porque quieren, porque por variedad de productos frescos y sanos no será.
Espero que sea cansada con nosotros y no de nosotros (y las crónicas) porque debo reconocer que aún queda...
Me encantó Williams Sonoma. Es una de mis tiendas favoritas de Nueva York pero es que hace falta tener (aparte de pasta) una cocina como la de Bree Van de Kamp para poder guardar todos esos utensilios que hacen juego entre sí. Es todo tan 'ideal'... je, je...
ResponderEliminarY Barnes&Noble es un paraiso. Me traje un montón de libros, libros de labores sobre todo porque en internet no puedes hojearlos para ver si cumplen las expectativas que la portada genera.
Hablando de libros, te diré que este verano me he leído 'En busca del amor' y 'Amor en clima frío' de Nancy Mitford y los he disfrutado mucho. Me costó bastante encontrarlos en español (me daba pereza leerlos en inglés después de haber tardado varios meses en leer Lark Rise to Candleford, que me dejó exhausta). Lo mejor fue cuando pregunté por uno de ellos en la librería de El Corte Inglés y el vendedor me dijo que esta autora hacía mucho que no sacaba libro nuevo. Era tarde y estaba muy cansada así que no me apeteció explicarle que era porque lleva más de 30 años muerta. En fin...
Que fotos más bonitas¡¡ Y vaya morro el taxista, yo me estoy volviendo un poco "piedra" en la cuestión propinas... me fastidia mucho darla en el caso de que me hayan atendido mal,siempre pienso lo mismo, yo gano poco y a mi nadie me da propina (esto de ser intransigente es la vejez,creo)
ResponderEliminarOstras vaya con el baño, cuando veo alguno "potable" pienso que quedaria a vivir ¿Sabes que tengo una lista mental de lavabos centricos en Bcn? porque la opción de ir a un bar a veces es de lo peor, asi que me se algunos de museos y cosas asi, un saludo.
jajaja...¡por supuesto que cansada CON vosotros!
ResponderEliminarSi estoy deseando la próxima...se me pone cara de Woody Allen.
Angeles, sería cuestión de hacer pública esa lista mental de lavabos que están bien en BCN. Me extraña que no exista ya una web dedicada a esto (por países, por ciudades, etc.); es que cuando estás fuera de casa -y más si vas de turista- ir al lavabo se convierte en una odisea. Yo tengo lo que llamo "la regla nº 1 del viajero": siempre que encuentres un lavabo decente, utilízalo, tengas o no ganas, porque nunca sabes cuándo vas a encontrar otro.
ResponderEliminarPerdón por este inciso un tanto escabroso, pero el comentario sobre los lavabos de NY me ha llevado a ello.
Entre el Flatiron y el edificio-colilla me quedo con el Flatiron sin ninguna duda ;)
ResponderEliminar¿Y teniendo esa maravilla de supermercados, por qué la gente no cocina más? Es que tengo la idea de que en NY todo el mundo se toma la comida como algo rutinario. Cinco minutos que te permitan llenar el gaznate y a otra cosa.
Lo de las propinas es algo que no entiendo y no me gusta la verdad. Se supone que si acuerdas un precio pues debe ser ese precio (que es el que paga el trayecto)...no un extra que se sacan de la manga.
Una cosa es dejar unas monedas. Un euro, dos (ya me parece mucho jajajaja), especialmente si han sido muy atentos contigo, pero no que les des el billete para pagarles y se queden con la vuelta!!!
En fin, deberé tener en cuenta esto cuando vaya. ¡Qué remedio!
¿No le echaste una foto a esos lavabos? Me los estaba imaginando mentalmente. ¡Qué maravilla! jajajajaja...Es que viendo lo que tenemos por estos lares, que casi casi te tienes que poner varias vacunas para ir a hacer pis... :S
ResponderEliminarCrafty-Marta: efectivamente, para meter en la cocina todos los utensilios y demás "básicos" de Williams Sonoma hace falta una cocina descomunal y una cuenta corriente a juego. Pero bueno, mirar y salir con las manos vacías no está tan mal ;) Yo hojeé algunos libros de repostería pero me pasó como siempre que no me decido. Me los regalan y me encantan, pero elegirlos yo se me da fatal.
ResponderEliminarY cómo me he reído con lo del dependiente de El Corte Inglés y su comentario sobre Nancy Mitford. ¡Buenísimo! Supongo que él se guiaba por las publicaciones recientes de las traducciones, pero habría estado más guapo calladito :D
Ángeles: bueno, lo de las propinas allí funciona así, de modo que hay que adaptarse. En un sitio donde comimos nos atendieron de maravilla (yo nunca había visto un servicio tan atento, de verdad) y la propina - que nos aclararon que era opcional - era del 18% y la dejamos encantados.
Yo también tengo algún que otro baño público fichado, pero aun así, si puedo no visitarlo mejor.
Samedimanche: ¡gracias por la aclaración! :D
Elena: yo creo que cualquier web sobre el tema sería contraproducente porque se masificarían y perderían la gracia ;) Tu "regla nº del viajero" la comparte mi amiga, la única lectora, con palabras idénticas y la puso totalmente en práctica cuando vino en julio.
Bealwaysyou: bueno, supongo que también influye la gran variedad de platos preparados que tienen y de comida para llevar, etc. Es otra forma de vida, simplemente. Pero lo de la comida como algo rutinario no creo que sea así, a juzgar por la gran elección de productos que tienen, de buenos (y caros) restaurantes, etc. La comida no es nada rutinaria. Al menos no en NY, el resto no lo conozco.
Y lo de las propinas es también parte de su cultura y dejar menos del 10% realmente está mal visto (ya ves que hay sitios que incluyen hasta el 18% para propinas). Ahora, lo del taxista no tiene perdón ;)
Y no, no hice foto del baño, pero habría estado bien :D De recuerdo.
Una de mis cosas pendientes (de miles) en Nueva York es entrar en Williams Sonoma... Si en Strand sufrí una crisis nerviosa no quiero ni imaginar lo que podría pasarme en el paraíso de los utensilios de cocina...
ResponderEliminarPues entonces ya sabes: antes de Williams Sonoma una tila y, sobre todo, años de ahorro para comprar cosas allí y, a la vuelta, para la ampliación de la cocina ;)
ResponderEliminarTomo nota de William Sonoma...le he echado un ojo al enlace y no está nada mal...pero los precios son algo altos...Aunque Living in London no se queda atrás...jajaja (en prcios, claro).
ResponderEliminarCreo que no he visto "La mujer del año"...y por lo que dices suena muy bien.
Besos!!
María: bueno, Williams Sonoma y Living in London poco tienen que ver, salvo en cuestión de precios. Living in London es muy clásico y un poco de mírame-y-no-me-toques y Williams Sonoma es más moderno y práctico.
ResponderEliminar¡No te pierdas La mujer del año! Seguro que te encanta.