Con The Provincial Lady in America empecé la ronda de lecturas neoyorquinas, aunque la Provincial Lady no hablara demasiado de Nueva York.
El año pasado me gustó mucho Flowers for Mrs Harris/Mrs Harris Goes to Paris y, aunque había oído que este, Mrs Harris Goes to New York, y los siguientes ya no son lo mismo y van a peor, tenía ganas de leerlo, sobre todo por la ciudad del título. Así que cuando Bloomsbury sacó esta edición conjunta de ambos el mes pasado no tuve ninguna duda, aunque implicase tener un libro duplicado (ver la foto abajo; me pregunto si en la edición actual se han basado en la otra para elegir los colores o es casualidad. Por cierto que la edición británica original de Mrs Harris Goes to New York también es muy chula).
El año pasado dije de Flowers for Mrs Harris que era como un cuento de hadas que nunca levanta los pies del suelo o algo por el estilo, de este podría decirse lo mismo, pero es aun menos frívolo. El motivo del viaje a París de la señora Harris era comprarse un vestido de Dior. El hecho de que de paso y sin darse cuenta arreglase las vidas de aquella gente con la que se topaba era aparte.
En Mrs Harris Goes to New York los motivos del viaje son más serios: acompañar a uno de los matrimonios para los que limpia a Nueva York para dejarlos allí bien instalados y con un servicio digno de la señora Harris y, de paso, encontrar en Estados Unidos al padre del niño a cargo de sus vecinos en Londres y al que estos no tratan demasiado bien.
Mrs Harris consigue todo lo que se propone aunque, en este caso, como en la anterior novela, descubre de nuevo que conseguirlo no implica que se ajuste a lo que tenía en mente.
De Nueva York se "ve" más que en el libro de la Provincial Lady y desde otro punto de vista. La Provincial Lady, para sorpresa suya, estaba atendida en todo momento en su hotel y con sus cenas, comidas, salidas, etc. Y Mrs Harris, también en una zona privilegiada de Manhattan, lo primero que conoce es el mundo de los supermercados (el libro está escrito en 1960 y supongo - aunque puede que meta la pata porque no tengo la menor idea - que por entonces los supermercados eran típicamente estadounidenses y poco vistos en Europa aún) y similares. No obstante, en su búsqueda del padre del niño, decide, aparte de otras gestiones, ir a visitar a todos los George Brown (nombre muy común) del listín telefónico de Nueva York, lo que la lleva a sitios turísticos pero también a Brooklyn o Harlem y le proporciona una perspectiva real de la vida en Manhattan, ya que conoce a ricos y pobres con toda clase de profesiones.
El caso es que, efectivamente, hay que reconocer que Flowers for Mrs Harris es mejor, pero lo es en gran medida por el factor sorpresa que es ir conociendo a la señora Harris. En Mrs Harris Goes to New York, encontrarse con la señora Harris es encontrarse con una vieja conocida que sigue siendo adorable, pero cuyo buen corazón ya conocemos y que, sin embargo, no cansa en absoluto. En cualquier caso, Paul Gallico escribió este libro también con tono de cuento (por el hecho de suceder en gran parte en Nueva York me recordó un poco - muy poco en cuanto a argumento - a Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite), cuento con los pies bien plantados en el suelo y que puede estar lleno de magia, pero es una magia cotidiana, sin varitas mágicas ni hadas madrinas de vestidos de tul. Una historia agradable de leer porque es capaz de transformar lo ordinario en extraordinario.
De Flowers for Mrs Harris destaqué la dedicatoria. De este libro me quedo con un párrafo del final que no quiero poner porque, sin decir nada vital, es muy agradable descubrirlo por sorpresa, y con la aclaración inicial, bien distinta de la típica "todos los personajes y lugares de esta historia son ficticios, bla bla bla":
The Marquis Hypolite de Chassagne is of course not the Ambassador of France to the United States. [...] Nor will you find Mrs Harris, Mrs Butterfield, or the Schreibers at the addresses given, for every one and every thing in this story is fictitious. If, however, the characters herein do not resemble someone you have encountered somewhere sometime, then the author has failed to hold up a small mirror to life and extends his regrets to one and all.
El marqués Hypolite de Chassagne no es, por supuesto, el embajador de Francia en Estados Unidos. [...] Ni tampoco encontrará a la señora Harris, la señora Butterfield o los Schreiber en las direcciones mencionadas, pues en esta historia todos y todo son ficticios. Dicho esto, si los personajes que en ella aparecen no le recuerdan a alguien que haya conocido en algún lugar en algún momento, entonces el autor ha fracasado en su afán de crear un espejo de la vida y ofrece sus disculpas a todos. (Traducción rápida y cutre mía).
Y continúan las lecturas neoyorquinas...
Suena atractivo, y ¡qué organizada eres, Cristina!!! Lecturas programadas sobre la ciudad que vas a visitar. Así vas preparando los "jugos gástricos" para la comida (viaje). :-)
ResponderEliminarHoy vi en las noticias que van a cerrar la Estatua de la Libertad por obras durante un tiempo. Seguro que ya has subido en otras ocasiones, pero para los que visiten la ciudad por primera vez tiene que ser un palo :/ Como cuando yo fui a Barcelona y la Sagrada Familia estaba en obras (como siempre) y no se podía visitar. Jo.
ResponderEliminarsaluditos!
¡Ya tengo el libro! Es uno de los regalos de cumpleaños que me han hecho, pero todavía tengo que leer Mrs. Harris Goes to Paris.
ResponderEliminarHablando de los supermercados, me has hecho recordar cuando Lady Redesdale, Mitford´s mother, fue a visitar a Jessica a Oakland. Le gustaron tanto y los encontro tan convenientes que escribió una carta al Times para convencerlos de que eran necesarios en Inglaterra. Todo eso en 1948, supongo que en 1960 todavía no le habían hecho demasiado caso.
Continuaré pendiente de las lecturas neoyorquinas :)
Elvira: más que organización es alegrar la espera, llegar a la ciudad en concreto un poco antes de lo estipulado :) Preparar los jugos gástricos como tú bien dices.
ResponderEliminarLillu: me ha encantado lo de "en otras ocasiones". Sólo he estado en Nueva York "en otra ocasión", me temo, y no subí a la Estatua de la Libertad, de hecho sólo la vi de lejos, desde la puntita de Manhattan. Sólo para coger el ferry hay unas colas inmensas y luego más colas en la isla para subir y demás. A mi entender es tiempo perdido que puede emplearse en ver otras muchas cosas, la verdad. No me había enterado de que cerraban, pero sí, supongo que habrá a muchos turistas a los que les hayan fastidiado.
La Sagrada Familia más que en obras está en construcción ;)
LittleEmily: ¡qué bien! Sí, no dejes de leer Mrs Harris Goes to Paris primero, ya verás qué delicia.
No conocía la anécdota que comentas de los supermercados y las Mitford, así que me he ha hecho mucha gracia. Ah, los ingleses y sus cartas a The Times...