viernes, 29 de febrero de 2008

The Jane Austen Book Club (Conociendo a Jane Austen)

Ayer por la tarde mientras la eternidad se descargaba en mi ordenador (sigue en ello, claro), me puse una película que me apetecía ver pero a la que no le encontraba el momento (a quien se le diga también que después de las prisas iniciales hace meses aún no he visto Smoke...): The Jane Austen Book Club. En español creo que se llama Conociendo a Jane Austen, lo que encuentro muy confuso dado que a la traducción del libro la llamaron El club de lectura de Jane Austen.

El libro me había gustado mucho con su "Each of us has a private Austen" (cada uno tiene su propia imagen de Jane Austen) del principio, cosa que me predispuso para el resto del libro y que desde entonces aplico no sólo a Jane Austen sino a cualquier personaje histórico. Pero no sé muy bien por qué pensaba que la película sólo me iba a hacer pasar el rato y ya. Sí me hizo pasar el rato, pero es que me gustó muchísimo además. Los actores (casi todos caras conocidas) están muy bien. Yo tenía miedo de que rebajasen mucho las conversaciones de Jane Austen, pero siguen ahí en cantidades sustanciosas y todo el guión funciona muy bien. Vaya, que me llevé una sorpresa muy agradable.

Como cuando leí el libro, las conversaciones de Grigg y Jocelyn sobre ciencia ficción y libros en general me recordaban a algunas que hemos tenido Manuel y yo. Grigg se queja de que él lee los libros que le recomienda mientras que Jocelyn aún no ha leído los que él le recomendó (ejem). Y Jocelyn mira con recelo a la ciencia ficción y dice que le van más los libros sobre gente real, sin monstruitos (no creo que Jocelyn dijera la palabra monstruitos, que es la que yo uso) y Grigg pregunta cómo sabe que no van sobre gente real si no ha leído ninguno... Claro que yo me estoy reformando. Ya veo Star Trek con buenos ojos y a veces, según el capítulo (los pasan en televisiones locales), hasta me engancho un poco. Incluso con monstruitos en la trama.

En general Grigg me hacía muchísima gracia en la película, con sus obras completas de Jane Austen, pensando que es una serie de libros, más que novelas independientes y diciendo toda clase de cosas que un integrista Austen nunca admite, sin conocer las "convenciones". También me gustaba cómo cada personaje leía una edición distinta de cada libro, aunque todos tenían la suya hecha unos zorros.

La foto elegida para esta entrada ha sido porque me gustó mucho que la primera reunión fuera en un Starbucks. Ahí planeo yo hacer una parada hoy cuando vaya a Barcelona.

Día extra hoy, por cierto.

jueves, 28 de febrero de 2008

Ordenando el ordenador

Pero qué dura es la vida del... eeeeh... internauta. Manuel está de viaje hoy y mañana y aquí estoy yo, contra viento y marea cibernéticos, con una picaresca que ya la quisiera para sí el Lazarillo. Y es que el "premio" es muy tentador en términos Brontë. De momento no digo más.

Mañana Manuel vuelve tarde así que no habrá viernes al uso por Barcelona pero si el señor ordenador me lo permite (qué triste suena eso) puede que yo me acerque un rato a Barcelona de todas formas. Mañana empieza la Setmana del Llibre en Català y a mí todo lo que sean puestecitos con libros me llama mucho. Puede que encuentre alguno que contribuya a mi catalán y todo.

Y ahora voy a hacer limpieza en mi ordenador. Ayer miré la memoria que le queda y casi me froté los ojos para ver bien.

Y para colmo hoy es el día nacional de las "promociones" por teléfono: jarras con filtro (2 llamadas seguidas), seguros, compañías de teléfono (los plastas de siempre)...

martes, 26 de febrero de 2008

L'élégance du hérisson (La elegancia del erizo)

Creo que hoy tengo las ideas todo lo ordenadas que las puedo tener. Hoy todo el caos es ya mío, sin causas ajenas.

Como decía ayer, el domingo me acabé L'élégance du hérisson (La elegancia del erizo), de Muriel Barbéry. Me lo habían recomendado hacía meses y estaba deseando leerlo. Pero como siempre me pasa, en francés no aparecía por ningún lado. Hasta que llegó Reyes y por pura casualidad llegó como regalo, con esta portada tan chula y - esto no sale en la foto - un olor a libro espectacular.

Y no me ha defraudado nada pese a la expectación. De hecho es de esos libros que, aunque lees sin poder parar, odias que se acaben porque los personajes se han vuelto de lo más reales y quieres pero no quieres llegar a leer la última palabra.

Una portera y una niña parisinas son inteligentes clandestinamente y se afanan en ocultarlo como el mayor de los secretos con toda una serie de artimañas. La niña además tiene un proyecto entre manos. A lo largo del libro se van desvelando todas las cosas que tienen en común, entre otras cosas la fascinación por la cultura japonesa. Todo ocurre en un edificio de ricos y a veces es imposible no acordarse de la 13 rue del Percebe, aunque esto sea el 7 de la rue Grenelle.

Pero el libro no sólo es ficción, también tiene pequeñas dosis de filosofía (quizá insignificantes para los interesados en el tema, pero considerables para los que la miramos de lejos) y también un chorro constante de alusiones culturales, muchas de ellas japonesas. Así me encontré preguntándole a Manuel sobre el cineasta Yasujiro Ozu (sólo un nombre hasta hace unos días) o pidiéndole su CD de Dido y Eneas de Purcell (la ópera no es lo mío), entre otras cosas.

Pero el libro está aun así lleno de cosas que sí conozco mucho más de cerca. El té es casi un protagonista en sí mismo y me encontraba asintiendo a las descripciones del "ritual" y todas sus alabanzas. También las dos protagonistas son muy puntillosas con el lenguaje y me reí muchísimo cuando la portera se indigna al recibir una nota con una coma muy mal colocada.

El libro está lleno de "ejemplos" sobre disfrutar de los pequeños momentos y también de pequeñas frases de esas que son difíciles de olvidar. Un ejemplo entre mil:

Il bat en retraite de l'air du piéton qui a perdu son trottoir.
Se aleja con el aspecto de un peatón que ha perdido su acera.

Y así al final, cuando llegas a la última página, sabes que más tarde o más temprano terminarás releyéndolo y disfrutándolo de nuevo, porque es de esos libros.

Por cierto que Muriel Barbéry tiene un blog. Hay un montón de autores que tienen blog, pero de todos mis autores preferidos creo que no exagero si digo que ninguno tiene. Así que me hizo especial ilusión descubrir que ella sí.

lunes, 25 de febrero de 2008

Oscar® radiofónicos

Ayer - o bueno, hoy - tuvimos que conformarnos con la radio para seguir los Oscar®. Teníamos una lista de canales que iban a retransmitir la ceremonia y que emitían por internet pero a la hora de la verdad el invento no funcionó. Así que tuvimos que soportar a los locutores dispersos de la radio y ahora he tenido que ponerme al día en cuestión de modelitos.

Mientras oíamos la ceremonia (o las divagaciones de los locutores) y zampábamos mousse de chocolate, íbamos comprobando nuestra quiniela. Qué desastre, acertamos poquísimas. Gané yo por El ultimátum de Bourne en mejor sonido, que es una de esas que se hacen bastante a voleo (claro que en mi caso a voleo son la mayoría). Y me alegré mucho más cuando Atonement/Expiación ganó la mejor BSO (sintiéndolo por Alberto Iglesias) que cuando ganó Bardem. Cuanto más oigo la BSO de Atonement/Expiación más me gusta.

Y yo no sé si fue por los locutores o por la falta de imagen pero me pareció una ceremonia más bien aburrida.

Y ayer me terminé L'élégance du hérisson (La elegancia del erizo), de Muriel Barbéry. Lo suyo sería escribir un poco sobre el libro hoy, pero las pocas horas de sueño (bueno, no tan pocas, pero menos de las habituales) no ayudan mucho a poner en orden mis ideas. Creo que mañana el día será más propicio.

domingo, 24 de febrero de 2008

PhotoFriday :: Art

El tema del PhotoFriday de esta semana es Arte.

Tengo bastantes fotos de sitios que entraban dentro de la categoría, pero no terminaba de convencerme. Repasando mi archivo de fotos me he encontrado con esta del interior de la Sagrada Familia y me ha parecido que se ajustaba mucho mejor que cualquier otra, incluso siendo de las menos "artísticas" que tenía. ¿Una foto de andamios aunque estén dentro de la Sagrada Familia? Sí, andamios, porque el Arte con A mayúscula siempre está en construcción, no es estático.

sábado, 23 de febrero de 2008

Jornada de reflexión (sobre los Oscar®)

Pues sí, ayer fue día de "playita", aunque al final me quedé fuera de ella porque había una excursión de niños pequeños y una gente jugando al volley playa y no quise estorbar a nadie. Así que me senté en un poyete y estuve mirando y leyendo a ratos, y también ojeando unos libros muy chulos que había comprado por el camino (Resumen de urbanidad para las niñas, de 1920 (facsímil), que me costó mucho elegir porque todos los de la colección me gustaban mucho, y ¿Quieres un cuento? Pues allá va un ciento, de 1897 (también facsímil), chulísimos y divertidísimos ambos) . Hacía un día buenísimo para estar allí sentada al solecillo.

Para comer, ya con Manuel, repetimos el mismo sitio de hace algunas semanas. Se llama Buenas Migas y la comida - italiana - está riquísima. La focaccia de brie y puerro es para chuparse los dedos, por no hablar del postre: salami dulce y yogur. El salami dulce son unas rodajas de una especie galleta de chocolate con trocitos de galletas normales que le dan un aspecto, pues eso, de salami.

Y con el estómago lleno nos fuimos al cine a ver No Country for Old Men (No es país para viejos). No miento si digo que no tenía muchas ganas de verla. Estoy harta de ver las mismas imágenes de Bardem cada vez que hablan de ella, con ese pelo y esa cara. Pero la película me gustó más de lo que imaginaba y salí encantada con la actuación de Tommy Lee Jones. Bardem me parece un pasmarote, lo que el papel pide, sí, pero nada del otro mundo.

Así que hoy toca hacer la quiniela de los Oscar®, aunque no hayamos visto algunas de las nominadas.

viernes, 22 de febrero de 2008

Aceras de Barcelona

Hace ya mucho que prometí poner aquí un pequeño collage de los tipos de acera de Barcelona. Creo que me habría olvidado de mi promesa de no haber sido porque han llegado más búsquedas sobre las aceras de Barcelona de las que cabría esperar (o sea, 0).

Y qué mejor día para poner la foto que hoy que me voy a ir a andar por ellas. Hay algún tipo de acera repetida en el collage, eso sí. Me debato sobre si mi preferida es la de Gaudí (esquina superior derecha) o la de las florecitas (esquina inferior izquierda). La flor roja del centro aparece en muchas aceras marcando el recorrido de la ruta del modernismo. Siempre es divertido ir mirando por donde pisa uno (en todos los sentidos) y en Barcelona tiene más aliciente.

Si me decido y me da tiempo hoy quizá no sólo pise aceras y asfalto, puede que también un poquito de arena de playa (con calcetines).

jueves, 21 de febrero de 2008

La vida secreta de Jane Eyre

Hay que ver las cosas más tontas que se hacen por márketing. Como los DVDs de Jane Eyre van supuestamente orientados a un público femenino, no se les ocurre otra cosa que plantar a Rochester en la portada debajo de las letras de Jane Eyre. Con lo cual alguien que no conozca la historia y vea sólo esa portada puede imaginar cosas muy, muy raras.

Ni siquiera es la primera vez que lo hacen, aunque en el de Timothy Dalton (adaptación que aún no hemos visto) tuvieron la decencia de incluir a Jane en miniatura, pero han considerado que Toby Stephens se basta y se sobra en su pose atormentada como para que venga Ruth Wilson a hacerle sombra. Menos mal que mi edición de este DVD tiene a Ruth Wilson como debe ser.

Por lo visto el de Toby Stephens forma parte de un lanzamiento especial para el dia de la madre en el Reino Unido (2 de marzo) donde Becoming Jane también tiene de portada a James McAvoy, y algunas otras series/películas de este tipo tienen hombres en la portada cuando normalmente la protagonista es una chica.

Y además, ¿no se suponía que Rochester era feo?

"You examine me, Miss Eyre," said he: "do you think me handsome?"
I should, if I had deliberated, have replied to this question by something conventionally vague and polite; but the answer somehow slipped from my tongue before I was aware -- "No, sir."
(Jane Eyre, ch. XIV)

--Me contempla usted--dijo--. ¿Le parezco guapo?
De haberlo meditado yo hubiese dado una contestación cortés; pero la respuesta brotó de mis labios antes de que tuviese tiempo de reflexionar:
--No, señor.
(Jane Eyre, cap. XIV, traducción de Juan G. de Luaces en las Obras Completas de Carlota, Emilia, Ana y Patricio Brontë. Ed. Plenitud. Madrid, 1948)

miércoles, 20 de febrero de 2008

Ritmo propio

Cuando fui a inscribirme al siguiente nivel de catalán quise mantener el mismo horario: martes y jueves de 10:30 a 12.00. Es un horario muy apañado porque a la vuelta da tiempo a hacer recaditos y compras. Así que me llevé un chasco cuando me llamaron para decirme que no había gente suficiente para formar el grupo y que o me pasaba al grupo de la tarde o me iba a hacer el curso a otro pueblo.

Menudo dilema, ninguna opción me convencía. Al final pensé que el mal menor era quedarme en al zona e ir martes y jueves de 19:30 a 21:00.

Así que ayer con mucha pereza me vestí y me aventuré al frío y la humedad. Y cuando llegué al sitio donde damos clase pensé que me había equivocado y que me había metido en alguna reunión de jubilados o cursillo de gente mayor. Pero no, resulta que eran mis compis y que yo era claramente la más joven (con diferencia, todo sea dicho).

Fue la hora y media más larga de mi vida. Cada ejercicio tonto y supuestamente de repaso (me pregunto cuánto tiempo tardaban en hacerlo cuando lo acababan de "aprender") llevaba por lo menos 15 minutos. Qué desesperación.

Total, que volví a casa a paso muy ligero porque hacía mucho frío y con la decisión tomada de que había sido la primera y última clase. A partir de ahora el catalán es por mi cuenta, ya me las apañaré. Al fin y al cabo lo más básico ya lo tengo, ahora sólo es cuestión de ir hacia arriba.

Y no quiero ser cruel, ni insinúo que la gente mayor tenga que quedarse encerrada en casa viendo los programas de cotilleos. Pero creo que no miento ni digo nada poco políticamente correcto cuando afirmo que mi ritmo no es su ritmo.

martes, 19 de febrero de 2008

Ooooh, el último: envío 3/3

Antes de pasar a describir el nuevo (y último ya) envío de Amazon, quitemos de en medio los trapos sucios. Ayer leí las 75 primeras páginas de Arlington Park (Arlington Park), de Rachel Cusk. Tenía ganas de dejarlo tirado desde mucho antes pero insistí un poco más para ver si había suerte y cambiaba a mejor. No la hubo y yo no suelo tener reparos a la hora de dejar un libro a la mitad si no me está gustando. Lo que no suelo hacer, porque soy muy cuidadosa con los libros, es tirarlo al suelo con exasperación desde el sofá y tener que controlarme para no saltar encima o directamente tirarlo a la basura. Pero ayer lo hice. Qué horror de libro, me ponía de un mal humor.

En Las Horas, tanto la película como el libro, una de las mujeres protagonistas, la que interpreta Julianne Moore, es un ama de casa/madre que no tiene vocación para ello. Tanto en la película como en el libro, incluso en pleno momento de crisis, la situación está tratada con sutileza y tacto. Uno entiende lo que está pasando sin necesidad de que nadie verbalice crueles amenazas ni frustraciones. Pues bien, este libro pretende ser una especie de spin off del tipo de personaje de Julianne Moore (la autora reconoce la influencia tanto de Virginia Woolf (!) como de Las Horas): un grupo de mujeres (no de los años 50, sino de esta misma década) se dedican a autocompadecerse en una zona residencial de lujo (NOTA: ¡¡suburbio en español tiene connotaciones de pobreza, justo lo contrario que suburb en inglés, señores periodistas!!). Cada una se hace más antipática que la anterior y yo sigo sin tener muy claro si la autora espera que como me pasó a mí las odiemos o si, encima, espera que nos compadezcamos de ellas. Como ya digo, cada frase, por bien escrita que estuviera, me sacaba de mis casillas. Creo que nunca he visto gente más tonta poblar las páginas de un libro. Y con mi pila de libros por leer no estoy yo para perder el tiempo y el buen humor por culpa de un libro.

En fin, a otra cosa, mariposa.
¡Qué sorpresa hoy cuando ha venido el cartero con mi paquete de Amazon! La verdad es que yo bromeaba con que, si tardaba el mismo tiempo en llegar que el envío 2/3 tenía que llegar hoy, pero quién hubiera supuesto que en Correos precisamente fueran a ser tan puntuales.

Como se puede ver este era el envío más modestito. ¡Qué ilusión tener Cranford en DVD!

Y venía acompañado de un par de libros (bueno, técnicamente de tres, pero uno no es para mí):

- The Victorian House, de Judith Flanders: tenía grandes esperanzas para este libro, por el tema y por lo que había leído. Pero "en persona" es aun mejor. No sólo tiene algunas páginas con fotos a todo color, sino que en las páginas normales también abundan las ilustraciones: anuncios, chistes, imágenes de revistas de la época. La estructura del libro es recorrer cada una de las habitaciones típicas de la casa victoriana común y, a partir de ellas, explicar el día a día de la larga época victoriana. Ahora nuestro consultado, pero nunca leído (ejem), The Victorians ya tiene vecino, que esperemos que sí que sea leído en un futuro no muy lejano.

- Y por último, no sólo en esta enumeración, sino porque también lo añadí a última hora cuando el pedido seguía abierto pero ya había recibido algún envío, At Large and at Small: Confessions of a Literary Hedonist, de Anne Fadiman (autora del fantástico Ex-Libris, que está traducido y todo). Lo que he ojeado me ha gustado mucho, salvo que abundan las mariposas en el diseño del libro y, en contra de lo que opina el 99% de la población, a mí las mariposas me parecen más insectos repugnantes que bonitos motivos de adorno.

Y con todo eso les hice hueco a Amazon en su almacén.

lunes, 18 de febrero de 2008

Arthur Bell Nicholls, marido de Charlotte Brontë

Por la foto podría parecer que acabo de estar leyendo una especie de Querida Susi, querido Paul, etc. (esos libros de Christine Nöstlinger, qué buenos eran), pero en la práctica no ha sido tanto así, pese a los títulos de los libros.

Esta conversación en los comentarios me recordó que hacía tiempo que no leía nada relacionado con las Brontë. Así que me planté delante de la estantería Brontë y me decanté por la biografía del marido de Charlotte Brontë. Ya sé, ya sé, puede parecer ridículo, pero yo tenía muchas ganas de leerla desde que me enteré de que existía hace años y este verano en Haworth, en una de nuestras grandes compras en la tienda Brontë, cayó por fin.

La estantería Brontë resulta ser un martirio eterno para Arthur, el marido de Charlotte, y Ellen Nussey, la amiga de toda la vida de Charlotte. En la vida real se llevaban a matar y por desgracia para ambos nuestro orden Brontë pasa por colocarlos juntitos. Iremos al infierno sólo por eso.

My Dear Boy (que es como se refería Charlotte Brontë a él en un par de cartas) me ha gustado mucho más de lo que imaginaba. Muchas veces los libros de editoriales pequeñas y de público muy reducido son cutres hasta decir basta, con un montón de erratas porque van directamente del autor a la imprenta. Pero en este caso salvo algunas cosas bastante poco importantes es un buen libro, las fotos están bien y el papel es de buena calidad. Todo un lujo. Aun así yo soy una quisquillosa y como se puede ver en la foto le saco faltas y le encuentro pegas a todo. Lo que me divierto yo poniendo mis post-its.

Maldades aparte es un libro que cuenta la vida de este hombre desde un punto de vista muy Brontë. Dice Manuel que no cabe otro punto de vista, pero yo no lo tengo tan claro. La niñez y los estudios en Irlanda pasan en un suspiro y en la página 10 ya lo tienes llegando a Haworth. Está escrito de forma muy amena también y una descubre cosas graciosísimas. La gente de Haworth eran únicos y tenían más idiosincrasias que el resto del mundo. Por ejemplo, las mujeres, cuando lavaban la ropa de la casa, no dudaban en plantarse en el cementerio y extender allí, sobre las tumbas, sus sábanas y sus manteles a secar. Tuvo que llegar Arthur y enfrentarse a ellas, lo que le ganó no sólo la enemistad de mucha gente (!) sino también un fantástico y divertidísimo poema escrito por el padre de las Brontë.

Arthur al final se ganó poco a poco el cariño de la gente y de Charlotte, aunque por el camino perdió el de Patrick, que no estaba de acuerdo en que su genial hija se casara con un cura irlandés, no sólo por clasismo, sino porque estaba convencido de que la salud de su hija no estaba hecha para el matrimonio (y acertó, por cierto). Después de muchas idas y venidas se casaron pero a los nueve meses y después de haber sido felices (aunque haya quien se niegue a verlo y haga oídos sordos incluso de las palabras de la misma Charlotte) Charlotte murió. Arthur, tal y como le había prometido a Charlotte, se quedó en Haworth cuidando de su padre hasta la muerte de este, por fin reconciliados a pesar de las leyendas urbanas de Haworth. Y luego, cuando injustamente no le "renovaron el contrato de cura" en Haworth, cogió sus bártulos y todas las reliquias Brontë que pudo y se volvió a Irlanda.

En esos últimos años en Haworth tuvo que ver cómo la primera biógrafa de Charlotte, Elizabeth Gaskell, publicaba todos sus trapos sucios y que para darle un carácter angelical a Charlotte, no se cortaba a la hora de vilipendiar a todos los hombres Brontë (padre, hermano, marido). A esto se unió sin dudarlo Ellen Nussey, que le tenía una tirria casi enfermiza a Arthur y que aprovechaba la más mínima ocasión para ponerle verde.

Arthur en Irlanda terminó casándose con su prima y viviendo como granjero tranquilamente en una casa-santuario Brontë, recibiendo de vez en cuando a Martha Brown, que había sido criada en casa de las Brontë. Cuando Martha se volvía a Inglaterra, Arthur se escribía con ella, le llevaba las cuentas y le insistía para que se mudara definitivamente a vivir con ellos. De ahí el otro libro de la foto, Dear Martha, complemento ideal. Claro que las cartas - sólo se conservan 33 - son exactamente como las describía Charlotte: "Men's letters are proverbially uninteresting and uncommunicative" (las cartas de los hombres son proverbialmente poco interesantes y comunicativas). Y Arthur lo cumple a rajatabla, pero aun así son curiosas.

A poca gente le cae bien Arthur, en gran medida por la reputación que le forjaron Elizabeth Gaskell y Ellen Nussey. Pero a mí siempre me ha caído bien y este libro no ha hecho sino demostrarme que aun era mejor persona de lo que yo creía. Después de leer My Dear Boy no sólo me cae todavía mejor sino que además ahora tengo hechos y frases que derrumban muchos mitos.

Ahora estoy perfectamente documentada para leer la nueva biografía suya que sale en breve, escrita por un descendiente (no directo, puesto que no tuvo hijos).

EDITADO 12/6/2008: Nueva biografía leída y Arthur Bell Nicholls sigue cayéndome cada vez mejor.

domingo, 17 de febrero de 2008

PhotoFriday :: Infinity

El otro día di con PhotoFriday y me pareció interesante. Cada viernes publican un tema y a partir de ahí tú rebuscas en tu archivo fotográfico o sales a la calle a captar lo que el tema te sugiera. Publicas la foto en tu blog/página personal y subes tu enlace a su a web. No es un concurso, no ganas nada. Tampoco es obligatorio que lo hagas cada viernes.

Me pareció divertido, pero creo que he ido a empezar en la semana más complicada. ¿Qué foto podía tener yo que definiera/reflejase Infinity, el infinito? Después de darme un buen paseo por mis fotos seleccioné esta, tomada el pasado agosto en Scarborough, Inglaterra. Infinidad de guijarros.

¿Alguien más se apunta?

sábado, 16 de febrero de 2008

Caelum

Ayer para huir del tercer día seguido en que los obreros de al lado se pasan el día haciendo una zanja con una máquina de esas enormes que taladran no sólo el suelo sino también los timpanos y cuyo ruido te persigue hagas lo que hagas, me fui a Ikea a renovar nuestros tuppers y a hacer casi la compra semanal en la tienda sueca. Aparte de muchas otras cosas cuando llegué a la parte de los bollitos de canela cogí una bolsa y recordé el éxito que habían tenido calentitos la última vez. Cogí una segunda bolsa. Y una tercera. Y me cogí casi literalmente por el pescuezo y me alejé con mis tres bolsas y demás tentaciones.

Luego en Barcelona con Manuel después de comer tuvimos que tomar otra difícil decisión del estilo: ¿ir a tomar el postre a La Pallaresa en la calle Petritxol con su delicioso chocolate caliente o ir a nuestro últimamente abandonado (pero muy querido) Caelum con sus tés, sus bollitos de convento y, sobre todo, su ambiente único? Ayer ganó Caelum. Además así Manuel me pudo indicar bien el camino, que yo alguna vez que he intentado llegar nunca he sabido. Es lo que tiene que esté en pleno barrio gótico laberíntico.

Caelum es una delicia. En la planta principal tienen una parte de tienda donde venden todo tipo de dulces elaborados por monjas en conventos y una pequeña zona de "cafetería". Y en el sótano, que antes eran los antiguos baños judíos de mujeres, más cafetería. Hay alguna luz eléctrica muy flojita que resalta la arquitectura original y los ladrillos de los baños judíos, pero la mayor parte de la luz proviene de velas. Tienen un surtido enorme de tés y de los dulces que venden en la tienda (dulces estos un poco caros, todo sea dicho, pero merecen la pena). La atmósfera es muy agradable y dan ganas de pasarse ahí las horas muertas.

Y luego, tras una breve parada para comprar "buñuelos", directos al cine a ver nada menos que Sweeney Todd. ¡Ayer fue nuestro tercer viernes consecutivo con Sondheim! Y lo que nos queda: ya tenemos entradas para otro Sondheim en abril y en breve compraremos otras para otro espectáculo Sondheim. Pueden hacer un cartel: Barcelona ♥ Sondheim.

La película, cuya banda sonora suena mientras escribo esto, me gustó. Un poco gore a veces, pero ya sé que el original es así. Johnny Depp y Helena Bonham-Carter espectaculares (y con talentos escondidos para la canción), y Tim Burton muy fiel a sí mismo. Me gusta Alan Rickman, pero esperemos que nunca le dé por hacer carrera musical.

Mientras veíamos la película salía olorcillo de los "buñuelos". Y ni con las escenas gore dejaban de oler bien y gritar "cómeme". Pero fuimos fuertes y hemos resistido hasta el desayuno hoy. Y la verdad, cada uno que diga lo que quiera pero, ¿son o no son rosquillas lo de la foto? ¿Verdad que son rosquillas con su agujero en el centro? Pues no, aquí eso son los famosos buñuelos de Cuaresma. Muy ricos, sí, pero con sabor a rosquilla, no a buñuelo. Manuel me intenta convencer porque dice que precisamente se llaman buñuelos de viento por tener el agujero, pero a mí no me engaña: ¡los buñuelos de verdad van rellenos de crema o de nata o de chocolate! Esto son, definitivamente, ROSQUILLAS. He dicho.

jueves, 14 de febrero de 2008

Plumas literarias

Cuando hablé de Las Olas de Virginia Woolf me olvidé de mencionar una cosa que tenía en mente desde que unos días antes me había dado una vuelta por algún centro comercial. Sin saber cómo me encontré cara a cara (o cara a plumín) con una exclusiva pluma de Montblanc dedicada o inspirada por Virginia Woolf. Una serie limitada del año 2006 para celebrar precisamente el 75 aniversario de la publicación de Las Olas. Y luego escribí aquella entrada tan larga para encima dejarme esto fuera. Ya me gustaría poder decir que nada más verla abrí el bolso y saqué la Visa Platino, pero me temo que no es el caso. Mi humilde Visa no podría ni comprar el pequeño rubí que tiene la pluma en el clip. Pero bueno, lo llevo bien porque yo también tengo un par de plumas literarias y casi me atrevería a decir que hasta más chulas.

Así que inspirada por Montblanc y su pluma Virginia Woolf (y ojo que hay muchos más escritores con pluma Montblanc, hasta Cervantes) me decidí a hacerles una fotos - bastante monas, creo yo - a las mías.

De hecho en esta misma foto aparecen dos buenas pertenencias Brontë relacionadas con la papelería. Debajo el precioso Paperblank de Charlotte Brontë y encima, muy a juego, la pluma de Charlotte Brontë. Bueno, no la suya propia, porque para empezar en la época aún tenían que mojar su pluma en el tintero, sino una inspirada al estilo de la de Virginia Woolf. La foto quedó muy mona, pero no se aprecia que en el bordecito de la tapa de la pluma aparece la firma de Charlotte.

Son regalos las dos pero combinan como si fueran tal para cual.

Y claro, hablando de pluma y tintero yo también tengo de eso. Aunque hay una similar de las Brontë, esta es de Jane Austen (o inspirada por, insisto, que nadie vaya a pensar que no me compro la pluma de Montblanc pero tengo en casa LA pluma DE Jane Austen). Esta se encuentra en pose permanente en la sección Jane Austen de la estantería (lo que se ve debajo es esta edición Pulga de Orgullo y Prejuicio), acompañada por sus plumines sin estrenar (tendré que aprender a manejar el normal primero). Como puede verse una vez intenté hacer mis pinitos en escritura inglesa y caligrafía. Fue divertido, aunque un poco estresante, y un día de estos tengo que repetir. De hecho hace no mucho me compré un folletito que enseña los movimientos para escribir bien con este tipo de pluma. Además dos de las papelerías que suelo frecuentar en Barcelona están estupendamente surtidas en el asunto: tienen muchísimas plumas y tipos y colores de tintas y siempre que paso me quedo embobada (y muy tentada) mirándolas.

Hablando de papelerías - centros de perdición para mí - en Barcelona es cierto que hay bastantes muy chulas. Pero últimamente no paro de acordarme de un artículo que leí hace siglos (pero en serio, casi literalmente) en un País Semanal donde Rosa Montero (?) se quejaba de que con tanto cuadernito de corazoncitos y tantos bolis tan coloridos uno añoraba ir a la papelería a comprar cosas normales y corrientes de color sepia y sin decoraciones añadidas. En su momento creo que me marcó porque no estuve nada de acuerdo, y sigo sin estarlo del todo, pero es que en Barcelona no consigo dar con ninguna papelería a la vieja usanza (tipo Salazar, por ejemplo) donde puedas comprar cosas normales como sobres acartonados. Una que tenía localizada cerca de la Universidad y que tenía pinta de llevar ahí desde que se puso la primera piedra en el edificio de la universidad cerró hace poco (mi sino). Y desde entonces en las papelerías sólo puedo dejarme tentar por los cuadernitos de colores y los tacos de notas en forma de nube.

Al menos huelen como tiene que oler una papelería.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Firmin

Ayer terminé de leer Firmin: Adventures of a Metropolitan Lowlife (Firmin: Aventuras de una alimaña urbana), de Sam Savage. Mirando por internet he visto que efectivamente es un libro muy conocido, pero hasta hace unas semanas, cuando Manuel me lo descubrió, yo no tenía ni idea de que existía.

Y nada, que me ha gustado mucho la corta, pero intensa vida de esta rata de biblioteca (bueno, de librería de segunda mano en Boston en este caso).

Puede parecer al principio que la vida de una rata, por muy culta que sea, es un poco asquerosa, pero la gracia de Firmin es que es una rata muy humana y, salvo algunas cosas inevitables, te olvidarías enseguida de que se trata de una rata si no fuera porque de vez en cuando el pobre Firmin se ve obligado también a recordar su apariencia. Por algo Sam Savage en una entrevista duda si llamarlo rata-hombre u hombre-rata. El rasgo de rata culta lo único que hace es convertirlo en el incomprendido por excelencia. ¿Y qué le queda al final? Los libros, las películas, sus Lovelies y su piano. Y Jerry Magoon, que en las ilustraciones se parece bastante al mismo Sam Savage (que en la foto de la solapa hace, desde luego, honor a su apellido).

Suele pasar en muchos de los libros que leo, y es totalmente involuntario, pero había un par de menciones Brontë. No sé cómo entender una de ellas que no quiero destrozar, pero aún me tiene dándole vueltas.

Como ya he dicho estuve paseando por internet viendo cosas relacionadas con el libro. Una curiosa es un vídeo donde se habla del libro en español y se presenta al ilustrador de la edición española. Las ilustraciones también están bien, pero las de mi edición inglesa también están muy bien. De mi edición me encanta, además, un pequeño detalle de la portada: cuando se ve en verde la solapa de tela debajo del pepel roto. Todo es una foto, claro, pero es muy real, tanto que a veces es inevitable volver a pasar el dedo para comprobarlo. Muy Firmin eso de cuestionar la realidad. También me parece muy curioso que sea Seix Barral, la editorial española, la que tenga los derechos de traducción, y no la editorial americana. Claro que Coffee House Press es una editorial casi tan original como Firmin (¡una editorial sin ánimo de lucro!).

La entrevista que he mencionado antes es buena lectura para cuando se ha terminado de leer el libro. Y, sobre todo, una página dedicada a Scollay Square, la plaza de Boston donde transcurre el libro.

Pues lo dicho, que no hay mejor forma de ir más allá de las apariencias que leyendo Firmin.

martes, 12 de febrero de 2008

Irresistible



Hay fotos que se merecen el tamaño poster, ¿no?

lunes, 11 de febrero de 2008

Entrada inconexa

Hace un tiempo hablé de un puente (o construcción con forma de puente) que se veía casi desde cualquier sitio de esta zona. Dije que me tenía fascinada porque, yo no sé cómo será de cerca, pero de lejos me parece impresionante. Así que el otro día le hice una foto: aquí está y se aprecia mejor si se hace clic en ella para hacerla más grande.

Por otra parte - cambio de tema radicalmente - hoy se conmemora la muerte de Sylvia Plath en 1963. Yo no he leído gran cosa de Sylvia Plath (The Bell Jar/La campana de cristal, algunos poemas, algunos fragmentos de cartas y diarios...) pero a Manuel sí le gusta mucho y tenemos muchos libros suyos a mano, así que poco a poco iré profundizando. Su vida (en inglés/en español) es, desde luego, interesante, y muy triste también. Tiene, además, el aliciente de que ella también era una fan de las Brontë.

Dying
Is an art, like everything else.
I do it exceptionally well.
(fragmento de Lady Lazarus)

Siempre queda la duda de si de verdad pretendía suicidarse aquel frío 11 de febrero londinense o "sólo" llamar la atención.

domingo, 10 de febrero de 2008

La estantería no virtual

Ayer no sólo nos dedicamos a hacer torrijas, comerlas y deleitarnos en nuestra creación. O mejor dicho: ayer no sólo conseguí liar a Manuel para hacer juntos las torrijas, sino que por la tarde también conseguí que me ayudara a colocar la pila de libros procedentes de Amazon (y aún quedan unos pocos por salir y llegar*).

Y es que tener una estantería que salvo por algunas excepciones está colocada por orden alfabético de autor es muy práctico a la hora de localizar libros rápidamente, pero no demasiado cuando se trata de colocar unos cuantos, y menos aun si, como era el caso, la mayoría tienen un grosor considerable.

Pero ayer tuvimos suerte y se nos dio bastante bien, no como hace unas semanas que yo quise colocar un par de libros del principio del abecedario y para cuando llegué a la M había acumulado media balda en cada descenso a la siguiente.

Sin libros la cómoda de la habitación se ve un poco rara (pero tiempo al tiempo, que ya se acumularán de nuevo) y Emily (Brontë) ha salido de su escondrijo detrás de la doble pila de libros.

Por supuesto una de las excepciones al orden alfabético (la otra son libros de consulta, arte, diccionarios, cómics, guías de viaje, libros de cocina que van en otra estantería) es la estantería Brontë. Hace unos días no me pude resistir a hacerle una(s) foto(s). Y no, no es un efecto óptico: la balda que parece que está un poco curvada bajo el peso de los libros realmente lo está. Es una balda algo caótica en cuanto a formatos de libros se refiere pero, sin contar las novelas que están en la balda de arriba, es la que tiene los auténticos pesos pesados en todos los sentidos.

La librería Brontë hasta ayer era exclusiva y no admitía la entrada a gente que no enseñara sus acreditaciones Brontë. Desde ayer ejerce de refugio para algunos Woolf y otros pocos W en su balda de abajo.

* Y justo ahora me comunican que mi pedido - con el DVD de Cranford, que sale mañana - acaba de salir. Es ya el envío 3/3.

sábado, 9 de febrero de 2008

Torrijas

Ya dije ayer que hoy tenía un proyecto culinario ambicioso: torrijas. No me pongo medallas y admito que son más fáciles de hacer de lo que pensaba. Casi se tarda más en limpiar los muchísimos platos que se necesitan y el resto de caos organizado en la cocina (porque sí, se me salió la leche al hervirla, para qué negarlo...) que en la preparación en sí.

Tampoco puedo atribuirme el mérito de haberlas hecho yo sola, porque a Manuel también le ha tocado participar.

Así que una vez que todo está limpio y reluciente de nuevo y que todos los cacharros están de vuelta en su sitio la experiencia merece la pena. Pero creo que más que hacerlas cada viernes (o sábado, como hoy) de Cuaresma lo nuestro será hacerlas un único día de Cuaresma. Menos es nada.

También está el hecho de que las tiendas me ponen trabas. Y es que no falla: yo busco algo y ese algo deja de existir. Ayer salí a la calle para, entre otras cosas, comprar pan para torrijas. Bueno, pues en panaderías, pastelerías y demás desconocían que tal cosa existiera. Así que tuve que recurrir a mi asesora culinaria para que me aconsejara sobre posibles alternativas.

Además, ya que iba de pastelería en pastelería, recordé que por Todos los Santos me habían prometido que aquí los buñuelos eran cosa de Cuaresma. Esta fue la situación en una pastelería:

Yo: (miro las vitrinas y a mis alrededores. No veo nada que parezca pan de torrijas pero veo que tienen una especie de rosquillas raras). ¿Tienen pan para torrijas?
Dependienta: Eeeeeh... ¿pan?
Yo: Sí, especial para torrijas.
Dependienta: No.
Yo: Ah... ¿y buñuelos?
Dependienta: Sí, claro, ¿no los ves? Aquí los tienes (señala a las rosquillas raras).
Yo: Ah, eeeh, vale. Ya me pasaré otro día.

Y sí, me pasaré otro día para probarlos pero eso NO eran MIS buñuelos.

Tienen buena pinta las torrijas, ¿no? Y lo mejor de todo es lo deliciosas que han quedado. Mi asesora culinaria hizo hincapié en que tenían que quedar bien empapadas de leche o no quedaban nada buenas así que yo estaba un poco paranoica sobre si estarían secas por dentro. Pero no, hemos tomado ya alguna de postre y la verdad es que estaban en su punto. La operación ha sido un éxito.

Por otra parte menudos días llevamos. Ayer volví sin pan para torrijas, es cierto, pero sí que traje fresas y nata montada para postre de ayer y desayuno de hoy. Cómo nos cuidamos.

viernes, 8 de febrero de 2008

Querida Jane Austen

(No pensaba volver a escribir hoy pero por un incipiente catarro me he tomado el primer Frenadol de mi vida y estoy sufriendo las consecuencias: qué sueño. A ver si escribir - con la inestimable ayuda de un café de vainilla - me despeja un poco.)

Antes de comer, y cuando el Frenadol ya empezaba a surtir efecto, me he terminado Dear Jane Austen: A Heroine's Guide to Life and Love, de Patrice Hannon. También era regalo de Reyes.

Es un libro curioso. Una especie de consultorio de Elena Francis (o Dear Abby en inglés) regentado por nada menos que Jane Austen. Es innegable que tiene un poco de libro de autoayuda, pero no es lo más importante, al menos para mí, del libro.

"Jane Austen", con auténtica visión de futuro y pleno conocimiento de los cambios que ha habido desde su época hasta nuestro siglo, da consejo basándose en su propia vida y, sobre todo, las vidas de sus personajes. Marianne y Elinor Dashwood, Emma Woodhouse, Elizabeth Bennet, Anne Elliot, Fanny Price y todos sus acompañantes en la novelas sirven para responder a las supuestas consultas ficticias de lectoras actuales sobre sus vidas personales. Y de paso demuestra que pese a los casi dos siglos que han pasado desde su muerte sus temas siguen siendo absolutamente universales.

Las comparaciones entre personajes, las distintas formas de actuar de unos y otros resultan muy interesante y resaltan lo que ya sabemos todo: que Jane Austen era una genio a la hora de crear personajes muy, muy reales.

El estilo está muy bien conseguido y suena a Jane Austen a pesar de lo improbable que es. Además hay intercaladas frases memorables de cartas suyas de verdad.

"I will not say that your mulberry-trees are dead, but I am afraid they are not alive." (31 Mayo 1811)
No voy a decir que tus morales han muerto, pero me temo que vivos no están.

(Cuánto me ha costado elegir sólo una frase.)

Aprovecha también esta nueva Jane Austen para vengarse de las palabras que Charlotte Brontë le dedicó. Hay mucha gente que se siente muy ofendida por el hecho de que Charlotte Brontë criticara (tampoco tan a lo bestia) a Jane Austen. Y a fin de cuentas sólo es una opinión más, escrita en una carta privada, además.

Mientras leía el libro descubrí que esto de la autoayuda literaria no es tan raro. Sin ir más lejos, pero en otro formato, Virginia Woolf también da consejos sobre el día a día en un libro llamado A Life of One's Own.

Tenía idea de releer Persuasión este año pero todo últimamente apunta a que debo leer Emma y recordar. Ya veremos. También estoy deseando ver Miss Austen Regrets pero no consigo dar con él.

A una superviviente

(¡Y no hablo del programa de televisión!)
La flor de pascua sigue vivita y coleando. Hoy se cumple un mes y una semana desde que llegó a casa del supermercado después de haber pagado - ejem - dos euros por ella. Por el precio y el lugar de origen combinados con nuestros dedos de cualquier color menos verdes* suponíamos que ni siquiera llegaría a Navidad. Y sin embargo aquí sigue ella, en un tiempo al que pocas flores de pascua han llegado.

Por lo visto dicen que una planta, para durar, necesita poco movimiento aparte del resto de cuidados típicos. Yo creo que a esta le gusta todo lo contrario, porque yo la paseo más que si fuera un perro. De día la tengo en la habitación disfrutando del aire fresco mientras ventilo y de un montón de luz natural y, algunos días (como en la foto), me la traigo aquí junto al ordenador a que le dé un rato el sol. Por la tarde, cuando encienden las luces de la calle, me la llevo al comedor y allí la dejo hasta el día siguiente. Siempre de un lado para otro.

Tengo unas semillas de girasol de Muji que quería plantar por esta época, pero no me gusta tener que dividir mi atención. El año pasado Manuel plantó las fresas de Muji sin mucho éxito, así que las de girasol serán un verdadero reto.

En cualquier caso dudo que repitamos la historia de Juan y las habichuelas mágicas, aunque esta noche la veremos de nuevo ya que lo que sí repetimos es Boscos Endins. Y con mucho gusto. (Qué buena forma de enlazar temas).

Y ahora figurativamente me coloco el monedero bien apretado debajo del brazo y me voy a hacer un rato de maruja, que tengo que comprar los ingredientes para mi proyecto culinario ambicioso de mañana: torrijas (y sí, ya sé que lo suyo sería hacerlas hoy, pero yo he decidido que mañana).

* Patada al diccionario. En inglés se dice que alguien tiene "green fingers" (dedos verdes) cuando se le dan bien y le gustan la jardinería y las plantas.

jueves, 7 de febrero de 2008

Cuestión de tiempo

Después de escribir la entrada de ayer me llamaron de la óptica para decirme que ya tenían mis gafas, qué mejor para espabilarme. Así que allí me fui y, aunque aún no he probado cómo van con los subtítulos, hace un rato sí he podido comprobar lo cómodo que es barrer sin tener que tener la nariz casi pegada al suelo. Lo malo es que ahora veo hasta el pelo más fino en el suelo. Lo bueno de antes era que "ojos que no ven...".

Pero aún me estoy acostumbrado a la corrección del astigmatismo. Ya va mejor que ayer cuando me puse las gafas por primera vez en la óptica, pero aun sigo viendo un poco raro. Me dijeron que era normal, cuestión de tiempo.

Y los Australian Pink Floyd ayer estuvieron bien. Yo no conozco mucho de Pink Floyd, la verdad. Y mucho menos en comparación con la inmensa mayoría de la gente que había en el Auditorio: apenas había sonado la primera nota de una canción y ya estaban aplaudiendo emocionadísimos porque tocaban precisamente esa. Y yo me inclinaba ligeramente hacia Manuel para que al menos me informara del título.

Me pareció muy curioso que hubiera gente de todas las edades, incluso algún niño. Gente "mayor" que hubieras imaginado más asistiendo al Auditorio a un concierto de música clásica que a uno de unos "imitadores" de Pink Floyd. El grupo tocaba muy bien y, por lo que decían los fans, sonaban muy parecidos a los originales. Pero no todo eran copias: tenían algún solo y alguna que otra cosa más que eran suyos.

Las tres horas - con intermedio - se pasaron rápido. Yo estuve una buena parte del concierto experimentando con mi cámara y los impresionantes juegos de luces que traían. Salió alguna foto chula, abstracta, pero chula.

La foto es de cuando tocaron Time, una de las pocas canciones que conozco pero que no reconocí a la primera nota (ni a la segunda). Por no reconocer no reconocí ni mi preferida: Wish You Were Here. La original comienza con un recorrido por varias emisoras de radio (inglesas) y estos se lo habían adaptado y habían puesto emisoras australianas. Curioso también, por cierto, que los iconos y logos conocidos de Pink Floyd, como por copyright no pueden usar los originales, los copian pero siempre con un canguro en el sitio clave. Los martillos del vídeo de The Wall tienen canguros encima y el famoso prisma de Dark Side of the Moon tiene también forma de cabeza de canguro.

Pero como decía, la foto es de Time y la letra de Time me gusta mucho (aquí se puede escuchar).

Tired of lying in the sunshine staying home to watch the rain
You are young and life is long and there is time to kill today
And then one day you find ten years have got behind you
No one told you when to run, you missed the starting gun
.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Australian Pink Floyd

Esta noche, aunque sea miércoles, tenemos evento: vamos a ver a los Australian Pink Floyd en el Auditorio (por lo visto ayer actuaron en Madrid). A Manuel le gustan Pink Floyd, los originales. Pero un fan como Dios manda no puede amilanarse si su grupo sólo se reúne en ocasiones puntuales y exquisitas. Y al menos hoy veremos a un grupo de "imitadores", pero es que Manuel una vez fue a ver hasta un ballet.

Espero estar un poco más espabilada para cuando empiece el espectáculo, porque lo que es ahora me caigo de sueño. Creo que lo mejor para ir calentando motores es hacerme un té y ponerme un vídeo de una actuación suya donde tocan Wish You Were Here.

martes, 5 de febrero de 2008

Habíamos ganado la guerra

Como decía esta mañana, ayer (aunque técnicamente ya hoy)me terminé el libro que me regaló la única lectora por Reyes: Habíamos ganado la guerra, de Esther Tusquets. Como siempre, acertó cuando dijo que lo había leído y pensaba que me gustaría.

Me suelen gustar las memorias de la gente, sobre todo si hablan de su infancia, y este libro tenía además el elemento adicional de que transcurría en Barcelona, aunque fuera en aquella tan diferente de la posguerra. Por ejemplo, ayer mientras estaba tomando un té en mi Starbucks preferido en la Plaza de la Universidad era curioso leer sobre hechos que habían tenido lugar ahí mismo y que yo sólo tenía que levantar la vista para imaginar - casi ver - con todo lujo de detalles. La posguerra era esa época en que el Modernismo, con sus colores, ondas, curvas y demás elementos rocambolescos, estaba muy mal visto, aunque ahora nos parezca impensable. Dice Esther Tusquets, sin ir más lejos, que durante muchos años a ella le pareció espantosa la Casa de les Punxes, que se veía desde la ventana de una de las casas donde vivió. Ahora tal casa - por lo menos a mí - no cabe verla más que como toda una maravilla de la arquitectura.

Pero no sólo me han gustado las anécdotas relacionadas con Barcelona. Cito aquí una que me hizo reír muchísimo. Cuenta Esther Tusquets que dos de sus tías (hermanas entre sí) eran como la cara y la cruz de una misma moneda. Mientras que una de ella, Blanca, se disfrazaba de princesa con la ropa de su madre y jugaba a imaginar a su príncipe,

tía Sara elegía las ropas más viejas que encontraba en los armarios, esas que ni las criadas utilizaban ya, se liaba un pañuelo a la cabeza, preparaba un hatillo con una fiambrera y un poco de vino, y jugaba a llevarle comida a la obra o al campo a un marido pobrísimo y casi siempre tuberculoso, procurando darse prisa porque en casa la esperaba una multitud de chiquillos famélicos e insanos que el destino aciago reduciría en pocos días a la poco envidiable condición de huérfanos.

Y es que para la familia de Esther Tusquets esto era quizá más remoto que lo de los príncipes. Los Tusquets eran una familia adinerada que, como dice la autora, nunca tuvieron que usar su cartilla de racionamiento en la posguerra. La misma Esther Tusquets justifica el libro diciendo que existen muchas memorias de gente que perdió la guerra, pero pocas de gente que reconozca abiertamente que la ganó, aunque al final del libro llegue a la conclusión de que, pese a haberla ganado los suyos, ella la había perdido.

La familia no sólo tenía dinero, sino también gente de lo más llamativa. Ahí está por ejemplo su tío Juan, objeto incluso de una biografía, o la madre de Esther Tusquets, mujer poco convencional (y no sólo por ser franquista a la vez que atea), o el tío Víctor que, como Esther Tusquets dice, era un "nazi de opereta" que hasta se montó un museo-altar en casa, o su primo Víctor Guillén "Bubi", que precisamente apreció brevemente el otro día en la pantalla de fallecidos en la ceremonia de los Goya, dejándome boquiabierta porque justo unos minutos antes había estado leyendo sobre él.

El libro acaba cuando la autora tiene poco más de 20 años. En alguna entrevista leí el otro día que eso era lo más lejos que había podido llegar - siendo sincera - ya que de épocas posteriores todavía vive gente de la que no estaría bien hablar.

Sólo le encuentro dos pequeñas pegas. Una: que estoy acostumbrada (para bien o para mal) a que los libros ingleses que leo de este tipo incluyan bastantes fotos de la gente de la que se habla, algo que me gusta mucho. Aquí, por no haber fotos personales, ni siquiera la de la portada lo es. Dos: (y esta puede que sea más cosa mía que de la autora) que a veces se hable de gente que quizá para ella o quizá en la época eran famosísimos, pero que a mí (ni a nadie de los que he preguntado y apenas a internet) no me dicen nada. Se sobrentiende que sabemos quién es Elia, la madre del primo Bubi, o quién es José, el autor de La casa muerta y yo aun sigo sin saber nada de la primera y apenas lo justo del segundo.

Pero salvo eso - que no tiene peso real sobre la lectura del libro - me ha gustado mucho.

Con buen pie

Está resultando una mañana de lo más interesante. Entre otras cosas, me han llamado de catalán para darme mi nota: un 99/100. Insisto que era un examen muy, muy sencillo, pero aun así siempre hace ilusión. Y casi a la vez ha venido el cartero con una cajita de 2,3 kg proveniente de Amazon dos (o más) días antes de lo esperado.
Pero comencemos por el día de ayer y mis nuevas adquisiciones. Al final el día, como siempre en Barcelona, se pasó en un suspiro. Además hacía un día ideal para pasear: fresquito pero soleado y con un ambiente despejadísimo gracias a la lluvia del día anterior. Caminé un buen rato y entré en varias librerías de viejo de la calle Aribau, que ya nunca puede desvincularse de Nada.

Pero antes de eso entré en Zara Home con la intención de sustituir mi taza rota y, claro, era de esperar, ya no tenían ni una. Lo llevé mejor de lo que suelo llevar que se me rompan las cosas gracias a la taza de Muji* que luego, nada más llegar a casa, estrené con un buen té. Pero de Muji no salí sólo con la taza. Tenían rebajado un estuchito de rotuladores que me tentaba desde hacía tiempo y esta vez ya sí que no me pude resistir. Y como en tiendas de decoración tampoco hay dos sin tres, me pasé por Habitat y no pude resistirme tampoco (mi capacidad de resistencia es cada vez más baja) a las velas tan monas y originales de la foto. Dudo que las encienda nunca, eso sí, pero con su función de adorno ya tienen suficiente.

Y ahora vamos con los libros recién llegados (que aún son la tanda 2/3). En ambos extremos de la foto están los encargos: el CD del ballet de Cumbres Borrascosas (síp, existe tal cosa) para Manuel y Middlemarch para mi hermana (en perfecto estado). Los cuatro del centro son los míos:

- The Complete Shorter Fiction of Virginia Woolf. Tengo una historia de encuentros y desencuentros con este libro: cuando lo buscaba nunca lo encontraba (qué sorpresa) y cuando no lo buscaba y no estaba por darme el lujo de comprarlo estaba por todas partes. Por fin he zanjado el asunto.

- Oleander, Jacaranda: A Childhood Perceived, de Penelope Lively. Me gusta mucho cómo escribe Penelope Lively, pero la auténtica excusa para comprar este libro no es otra que en York, en una encantadora librería de viejo (de las muchas que hay), compré por dos libras la continuación de este libro y mi conciencia no me permitiría leerla sin haber leído esta antes. Ambas son forman una autobiografía de su infancia (esta de cuando vivió en Egipto y la segunda parte de su llegada a Inglaterra). Además Penelope Lively también tiene otro libro curiosísimo: Making It Up, que es una especie de autobiografía imaginaria donde se dedica a explorar los "y si..." de su vida, tomando decisiones contrarias a las que tomó en su momento y especulando qué hubiera podido pasar.

- The Mitford Girls, de Mary S. Lovell. Como ya dije, es el complemento perfecto a las cartas de las hermanas Mitford, una biografía que tiene una pinta excelente.

- Y por último The Jane Austen Handbook, de Margaret Sullivan. El subtítulo es "A sensible Yet Elegant Guide to Her World", o sea, una guía sensata pero elegante de su mundo. Te adoctrina en el comportamiento y los modales perfectos de una heroína de Jane Austen**. No sólo eso - muy importante siempre para mí - la presentación y el diseño (tanto por fuera como por dentro) son inmejorables. Me viene de perlas justo hoy: ayer terminé Habíamos ganado la guerra de Esther Tusquets (esta tarde o en los próximos días pondré una reseña) y hoy he decidido empezar otro libro regalo de Reyes: Dear Jane Austen: A Heroine's Guide to Life and Love, de Patrice Hannon.

Eso es lo que se llama empezar el día con buen pie.

* Diría que ya han abierto el Muji de la calle Fuencarral en Madrid, por cierto.

** Hablando de Jane Austen: acaba de salir un Pack Jane Austen (a la venta por ejemplo en El Corte Inglés) con la Austen Season del año pasado por fin en español. Incluye La abadía de Northanger, Persuasión y Mansfield Park, aunque creo que también se venden por separado. Es un buen regalo para alguien a quien le guste Jane Austen, aunque Billie Piper no pega NADA como Fanny Price en Mansfield Park.

domingo, 3 de febrero de 2008

Monumento al despropósito

El viernes iba andando hacia donde había quedado con Manuel para comer y de repente, de reojo, vi esta escultura/monumento/lo que sea tan espantoso. No me acerqué a ver si significaba algo - aunque yo creo que el título de esta entrada no debe de ir desencaminado - sólo me quedé a una distancia prudente, saqué la cámara de forma discreta, no fuera a pensar alguna de las personas que pasaban por allí que me gustaba, e hice la foto rápido.

Los despropósitos no son siempre ajenos, porque ayer sin ir más lejos me cargué una taza amarilla que me gustaba mucho. Era de Zara Home, pero algo me dice que mañana cuando vaya a ver si encuentro sustituta ya no la tendrán. Por suerte hay un Muji ahí al ladito y siempre han tenido una taza que me tienta mucho.

Y es que mañana tendré todo el tiempo del mundo para buscar tazas: tengo una entrevista a las 10 y otra a las 16.30, y paso de venirme a casa entre una y otra. Pulularé.

sábado, 2 de febrero de 2008

Boscos Endins

Parece que hemos dejado atrás el invierno tropical y ha vuelto el frío habitual. Mucho mejor, la verdad.

Así que bien abrigadita, esta mañana di un paso más allá en mi afianzamiento en el comercio local: hoy he ido por fin a una óptica de aquí al lado a hacerme unas gafas nuevas. Ya era hora, porque últimamente los subtítulos de películas en idiomas desconocidos para mí me pasan... eeeeeh... un poco desapercibidos si no estoy sentada a medio metro de la televisión. Y es que hasta ahora ir con las gafas es como ir con dos dioptrías por la vida.

Ha sido divertido porque la chica ha sacado un mar de gafas para elegir y hemos tenido que ir reduciendo los candidatos en plan Gran Hermano/OT. Los finalistas han sido totalmente dispares en lo que a precio se refiere: una montura nada menos que de Armani y otra de una marca desconocida para mí. Al final nos hemos decantado por la desconocida porque incluso la chica de la óptica (supongo que con mayor interés en vender el producto más caro) decía que me quedaban mejor. Así que a partir del miércoles o el jueves podré ver películas rumanas (como la que vimos ayer en el cine) desde el sofá y enterarme de qué van. Luego toca restauración/renovación de lentillas, con las que veo bien porque desde que me las hice hace tres años hasta ahora sólo me ha subido 0,25 en un ojo (y lo nunca visto, que ahora tengo 0,50 de astigmatismo) pero tres años para unas lentillas son bastantes años y, como mínimo, tienen que pasar su ITV particular.

Mi siguiente apuesta por el comercio local tendrá que ser el dentista. Al que por supuesto informaré debidamente de que soy de Madrid. Porque da igual si voy a la óptica, a la pastelería o a la tintorería, no sé en qué conversaciones me meto que siempre veo imprescindible aclarar que soy de Madrid. Y luego la gente me mira con expresión de "pues vale".

Lo que vi ayer prefectamente fue Boscos Endins. Me gustó muchísimo y, como no consigamos colocar las entradas repetidas, lo veré de nuevo el viernes.

Pensaba que con el catalán cantado rápido me perdería más, pero entre que me resultó más sencillo de lo que pensaba y que ya lo tenía interiorizado con el original no me costó mucho. Lo que me sigue impresionando con este tipo de cosas es que alguien sea capaz de traducir, hacer rimar y que no pierda la música y mantener el sentido del texto.

El decorado de la aldea y del bosque era espectacular y el vestuario tampoco estaba nada mal.

Todos los actores estaban de maravilla - Gisela, supongo que por ser la más famosilla - fue la que recibió más aplausos. No injustamente ni nada, porque estaba muy bien en su papel de Ventafocs (o sea, Cenicienta en catalán), pero a mí los que sin duda me gustaron más fueron dos viejos conocidos de, precisamente, Mar i Cel. La chica que hacía de Caperucita Roja (el grumete en Mar i Cel), Caputxeta Vermella en catalán, y Carlos Gramaje, que aquí está de maravilla tanto en su papel de lobo como en su papel de príncipe ligón.

La primera parte es, claro, más de cuento, más alegre. Y la segunda es lo que va, desde un punto de vista un poco pesimista, después de "y vivieron felices y comieron perdices", más oscura, más tétrica. Ten cuidado con lo que deseas.

Muy recomendable.

viernes, 1 de febrero de 2008

Mr Sondheim

A pesar del plantón de Marlango hoy tenemos la agenda apretada. Después de comer iremos al cine y después al teatro a ver Boscos Endins (Into the Woods), musical de Sondheim. Seguro que echándole un ojo a la trayectoria de Sondheim todo el mundo le sitúa más o menos, pero para ir a lo actual (aunque originalmente es de 1979, y sin Johnny Depp ni Tim Burton) basta con mencionar Sweeney Todd, cuya música y letra son suyas.

No presumo, porque mis conocimientos de Sondheim son de lo más básicos. Pero Manuel es un verdadero fan, así que, aunque sea en CD, ya he oído algunos musicales suyos. Y - ajá, de esto sí que presumo - vi su Sunday in the Park with George (un musical que ganó el premio Pulitzer y que va sobre Georges Seurat y este cuadro suyo) en el West End de Londres y desde entonces siempre que oigo el nombre George no puedo evitar que me venga a la cabeza la musiquilla: Sunday-in-the-park-with-Geoooooooorge.

Llevo ya un par de días oyendo la versión de Broadway de Into the Woods, que esta noche se llamará Boscos Endins, será en catalán (sale Gisela de OT) y es de la compañía Dagoll Dagom (los de Mar y Cielo).

Y mientras oigo Vull Morir os dejo con la original: Agony. Muy buena. ("Rapunzel! Rapunzel! What kind of a name is that?")