Ayer me encontré con esto y lo iba a comentar sólo para mis adentros y luego con Manuel, pero al final no he podido morderme la lengua.
Perlas sobre los libros electrónicos sacadas de una conversación/entrevista de El País a cuatro editores: Jorge Herralde (Anagrama), Pilar Reyes (Alfaguara), Jaume Vallcorba (Acantilado) y Joaquim Palau (RBA).
P. Hablando de Internet, la tormenta del año es el libro electrónico.
J. H. Es una falsa tormenta. Me parece más preocupante el estado de la economía en general y su repercusión sobre la industria del libro que la amenaza del libro electrónico. Es un caramelo mediático. El apocalipsis siempre es muy resultón, pero el libro electrónico supone ahora el 3% del mercado en Estados Unidos.
P. En España no llega al 1%.
P. R. Dicen que en 2020 representará el 15%. Es un nuevo formato que nos obliga a pensar en otros términos, pero con esos números cualquier anuncio apocalíptico es falso. Eso sí, hay que estar alerta.
A mí lo que me gusta de este tipo de comentarios es la... no sé cómo llamarla... ¿doble moral? Me refiero a esa superioridad, a ese "estoy por encima de todo, que se preocupen los pobres mortales de los 'caramelos mediáticos'" que luego no impide que el sector editorial pregone a los cuatro vientos que ha dejado de ganar 150 millones de euros a causa de la piratería (que por otra parte es un tipo de cálculo que siempre me hace gracia más que nada porque pueden poner la cifra que les dé la gana, es totalmente aleatorio). A ver, ¿en qué quedamos? Porque es blanco o es negro, pero los dos al mismo tiempo es imposible.
También, menos mal, hay un grupo de editores que se ha tomado esa cifra inventada con un poco más de filosofía: en vez de darse al victimismo han adoptado una actitud mucho más loable y han comentado que esa cifra representa millones de demandas no atendidas correctamente. Por ahí vamos mucho mejor.
Y de nuevo los que no paran de hablar del apocalipsis son ellos y unos cuantos histéricos. El resto de la gente pensamos que son dos formatos que pueden convivir y que convivirán.
J. P. El editor administra contenidos, y seguirá haciéndolo. Si algún día el formato electrónico tiene una importancia notable, bienvenido sea, te aseguro que todos los editores estarán preparados para llevar sus contenidos a ese soporte.
Aparte de lo mucho que me chirría el "si algún día..." y que yo calificaría de dormirse en los laureles (o en términos de los que ellos entienden: cuanto más tarde, más libros le van a piratear y más le va a costar remontar), lo que mas me "gusta" de esta respuesta del señor Joaquim Palau, de RBA, es la primera frase: "El editor administra contenidos, y seguirá haciéndolo", más que nada porque espero que RBA cambie de administrador: recordemos que RBA es la editorial que publica un libro tan bueno como la biografía de Carmen Laforet en unas condiciones tan precarias, por decirlo de alguna forma.
J. V. Todo dependerá de la educación. Si a uno le dan una edición de Proust con las imágenes de localización, van a asesinar la imaginación de la gente. Lo importante no es tanto el medio como la actitud que uno tiene ante las cosas. Para leer necesitas un determinado estado de espíritu. Lo que uno lee en pantalla lo olvida con mayor facilidad. Con el libro electrónico nos puede pasar como con el vídeo: grabamos un montón de películas para luego no verlas jamás.
De esta respuesta lo que me choca muchísimo es que alguien que trabaja en el sector no haya tenido un lector de libros electrónicos en sus manos en todo este tiempo. Digo eso porque es la única explicación que le encuentro a una respuesta tan ignorante y desconocedora de lo que es un lector de libros electrónicos:
1) En caso de que a lo que se refiera sea a una especie de texto enriquecido, habría que recordarle que antes también había enciclopedias con fotos y que, aunque el texto tenga un enlace o lo que sea, a nadie le obligan a hacer clic en él. Nadie abre todos y cada uno de los enlaces de la wikipedia, ¿no? Y moviéndonos quizá (repito: quizá), en un medio que conozca mejor: hay muchas ediciones de libros con notas, al final o a pie de página, que viene a ser más o menos lo mismo que un texto enriquecido.
2) Primero dice que el medio no importa pero luego da a entender que el papel es el mejor medio para leer y que desprende una especie de vibraciones mágicas que no sólo le transmiten a uno el "estado de espíritu" necesario sino que además le ayudan a retener mejor las cosas en la memoria por arte de magia o por ósmosis, qué sé yo.
3) ¡Y dale con lo de leer en una pantalla! A ver si entendemos que hay pantallas y pantallas y que la de los lectores de tinta electrónica (no el iPad que es pantalla retroiluminada como la del ordenador y el móvil) no es una pantalla incómoda de leer en absoluto porque es igualita que un texto impreso, de ahí el nombre: tinta electrónica.
4) Sobre su última puntualización ("Con el libro electrónico nos puede pasar como con el vídeo: grabamos un montón de películas para luego no verlas jamás") me sorprenden dos cosas. La primera es que no sea él el primer interesado en que la gente se deje llevar por el formato y, según la actitud que él prevé, compre masivamente, a lo loco sin molestarse luego en leer. ¿A ellos no les interesa vender y punto? Pues vende y calla, que quien se tiene que preocupar de leer o dejar de leer lo que compra es el lector, ¿o es que los libros de papel traen un control conectado con la editorial que les informa de si el lector lo lee o no? Y la segunda es que si él graba y no ve lo que graba es problema suyo, pero que no infiera que todos somos iguales. En esta casa grabamos (bueno, graba Manuel) un montón de cosas y le aseguro al señor Jaume Vallcorba que se ve absolutamente todo. Eso sí, en DVD no en vídeo, que veo que las "nuevas tecnologías" definitivamente no son su fuerte.
J. P. Eso también pasa con los libros de papel. La información de pantalla es muy útil, pero me cuesta imaginarme a alguien leyendo a Roth o a Alice Munro en pantalla.
Yo no he leído a ninguno de los dos escritores mencionados, pero estoy por leer a alguno de los dos en Rufinito y hacerme una foto para que vean que es posible. ¡Y luego dicen que son las pantallas las que matan la imaginación!
¿Sirve que haya leído a Jane Austen en Rufinito? ¿Que lea poesía de Katherine Mansfield y Philip Larkin en Rufinito? ¿Que Manuel haya leído a Scott Fitzgerald en él? ¿Sigo?
Y ahora viene (en negrita puesta por mí) lo que me decidió definitivamente a escribir esta entrada:
P. ¿No será una cuestión generacional? ¿Creen que alguien que escuche música pero no compre CD y vea cine sin pisar las salas leerá libros en papel?
J. V. ¿Te refieres a escuchar música en un iPod? Se pierde un 60% de la calidad. Un lector solo digital está abocado a un proceso de estupidización imparable.
J. H. Tal vez sea algo generacional, sí. El que durante toda su vida haya escuchado solo el 40% no va a echar de menos lo que se pierde. No sabemos qué pasará con los llamados nativos digitales.
Me cuesta mucho, mucho comentar esa frase con educación, pero lo voy a intentar.
1) Un texto no es un sonido, la calidad no se pierde según el formato. La mejor poesía del mundo puede escribirse en una servilleta de papel; un texto grabado en oro puede ser terriblemente malo.
2) Con la digitalización, una vez que se amorticen los gastos iniciales, se reducen unos costes que se pueden reutilizar no en llenar más los bolsillos de los directivos, sino en mayor márketing, muchísimas iniciativas que fomenten los hábitos de lectura, la caza de nuevos y futuros best-sellers, etc. Se puede experiementar más, llevarse sorpresas, arriesgarse más. La digitalización no significa que el editor se convierta también en una máquina (aunque una máquina quizá lo haría mejor que algunos, y no miro a nadie) ni que la gente se vaya a poner a leer cualquier texto autopublicado sin más criterio (y ojo que no critico los textos autopublicados; probablemente muchos sean mucho mejores que cosas que se publican en papel y cuestan 20 euros o más).
3) Ya sé que quien dice esta frase memorable no es el señor de RBA, pero me da igual, porque seguramente es también aplicable (no he leído ningún libro de la editorial Acantilado), pero publicar libros plagados de errores tipográficos y faltas de ortografía contribuye, al menos a corto plazo, más a la "estupidización" que la digitalización.
Y sobre el último comentario: ¿qué es eso de que "el que durante toda su vida haya escuchado solo el 40% no va a echar de menos lo que se pierde"? ¿lo aplica también a la digitalización de libros? Porque si es así, la digitalización no quiere decir eliminar toda la literatura previa de la faz de la tierra (de hecho puede implicar justo lo contrario, devolver a la luz aquellos libros descatalogados a los que no hay forma de acceder), con lo cual en el extraño supuesto de que la digitalización bajase la calidad de lo publicado, no se preocupen ustedes, que algún nativo digital tendrá las luces de echar la vista atrás.
En fin, que me parece indignante el grado de confusión (la propia y la que transmiten), ignorancia y no saber hacer de este grupo. El consuelo que me queda es poder decir que con mentes pensantes como estas así les va. Y luego se quejan y no entienden y culpan de todo a la piratería.
Este post es un monumento, Cristina!
ResponderEliminarDe lleno en la diana.
Un saludo
¡Gracias! Es que me cansan tanto ciertos comentarios...
ResponderEliminarHola, ya sabes que estoy de acuerdo contigo, en fin... no hay peor ciego que el que no quiere ver.
ResponderEliminarMe hace gracía sus cálculos de perdidas, como los hacen? En cuanto a eso de que no se fija en la memoria es tan absurdo... bueno, pues nada que les cunda el negocio y un ratito libre que tengan miren los que les paso a las discograficas, cuando se quieran dar cuenta la gente estara tan acostumbrada a bajar los libros de internet que no se los compraran.
Me voy a leer "La hija de Robert Poste" que me ha costado cero euros, cuando esta a veintidos y que imagino no tiene derechos de autor, pero como le habran puesto un prologo actual ya se considera obra "nueva", eso si voy a buscar algo que fije y de esplendor a mi escasita memoria.
un saludo
Puedo aplaudir??? :D Por lo que veo, el tal Jaume Vallcorba se ha cubierto de gloria con esas declaraciones, porque anda que no demuestra ignorancia sobre el medio en el que trabaja. Estoy viendo en su web que Acantilado es una editorial relativamente nueva y pequeña (apenas 10 años de existencia) y supongo que lo que tendrán será miedo a no poder caminar al ritmo del progreso tecnológico. Estoy segura de que a RBA no le preocupan los libros electrónicos :D
ResponderEliminarEn fin, qué gran post te has marcado! :)
saluditos
Tu justa ira me ha despeinado a través de la pantalla...¿qué vamos a hacer con los blogs? ¿Contratar al pony express? ¿y con el Ipod? ¡Contratar orquestas de cámara?
ResponderEliminarA mi lo que me fascina es que sean los "modernos" los que están más en contra del progreso: ¡que se les ve el plumero, que sólo se centran en su negocio! Penicilina, si. Libro digital, no...
Y lo que me resulta curioso es que entre los defensores del nuevo formato estemos un montón de "antiguas"...No entiendo la posición "excluyente" de las editoriales ( bueno si, como cuestión económica, si ) una cosa u otra. Ahora que vuelve el vinilo ¿hay que tirar los CD's? De hecho ¿debimos comprarlos alguna vez?
Menos John Williams y más pianolas en el cine...
Estamos tontos.
Y no digamos nada de esos editores lumbreras que se han unido a bombo y platillo para crear una plataforma digital y dicen que sus libros electrónicos se venderán... ¡sólo en librerías! Venga, hombre, que el formato pide a gritos que lo puedas comprar desde casa
ResponderEliminarÁngeles: yo creo que la información, los datos y la moraleja de lo que les pasó a las discográficas los han debido de leer en una pantalla y por eso no se acuerdan ;)
ResponderEliminar¡La hija de Robert Poste es una joya! Precisamente el libro que tengo entre manos ahora es de la misma autora, qué casualidad. Yo creo que te gustará, pero ya me dirás. Lo que sí te digo es que, que yo sepa (y por desgacia para mí, que tengo mucha curiosidad por leer más de Stella Gibbons), la obra de Stella Gibbons sigue teniendo derechos de autor, aunque la mayoría de sus obras estén descatalogadas hace siglos.
Pilar: ¡me ha encantado la comparación con lo de encender el fuego con piedras! Buenísima. Y en lo de la mística del libro también te doy la razón. Yo adoro los libros, el olor, el tacto, el pasar las páginas... pero ello no excluye el otro formato para nada. Hay libros que son más fáciles de leer así (más cómodos de llevar, por ejemplo) o hay libros sin derechos que no están reeditados y la única forma de encontrarlos es digitalizados o hay libros que, simplemente, son, como dijo alguien en este blog, creo, de "usar y tirar". De esto último se deduce que no por estar impreso en papel y costar de 20 euros para arriba va a ser un libro bueno, porque todos sabemos que no es así. Me parece bastante absurdo arremeter contra la calidad de algo cuando lo único que cambia es el formato.
Lillu: muchas gracias. Sobre lo de Acantilado y demás: cada uno sabrá lo que hace con su empresa/editorial. A mí lo que me da rabia es que hablen sin saber y encima intenten sentenciar y después, cuando el modelo de negocio/estancamiento no les ha funcionado como ellos esperaban, vengan y se quejen de la piratería cuando en sus manos - al menos en parte - ha estado el poder solucionarlo.
Samedimanche: ¡qué risa lo del pony express! Eso o que vuelva el eficiente correo victoriano de 4 repartos y recogidas diarios por lo menos ;)
Tienes razón. Ahora a los modernos parece que les va lo retro y a los antiguos nos va lo moderno. Es de locos. Yo soy un claro ejemplo: aborrezco los vinilos (por muy sacrílego que sea decirlo en estos tiempos), odiaba que saltasen, que se reyasen, que no se pudiera pisar fuerte cerca, etc y no los echo de menos en absoluto. Habré perdido en calidad de sonido, pero he ganado mucho en paz mental ;)
Miss Froy: tienes toda la razón: es absurdo. Pero mira, no me veo con fuerzas de criticarles demasiado por eso porque a mí también me dan pena los (buenos) libreros. Claro que estoy convencida de que ambos formatos podrán convivir y que pocos libreros se quedarían sin trabajo si las editoriales vendieran por internet, pero bueno. Dicho eso, no me veo yendo a una librería con mi Rufinito y su cable y conectándome allí para descargar un libro, la verdad. Para eso me lo llevo en papel.
Comento con retraso este post, porque he llegado a él intrigada por una referencia tuya a Rufinito, que me preguntaba quién diablos sería (ahora ya lo sé). Me lo he pasado pipa con tus comentarios, porque efectivamente todo es como un diálogo de besugos. Lo más divertido es que conzco personalmente a los editores intervinientes (incluso he trabajado para alguno de ellos, pero mis labios están sellados) y puedo asegurarte que nunca han utilizado un lector de libros electrónicos. De ahí que anden todos dando palos de ciego con este tema y que las grandes editoriales hayan hecho una cosa tan tonta como poner en marcha Libranda, que no sé si la has utilizado, pero es la plataforma menos práctica del mundo, como diseñada por alguien que nunca haya utilizado internet.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado y te hayas reído (es eso o llorar, ¿no?). Curioseé por Libranda cuando la inauguraron y ya te puedes hacer idea de lo que me pareció cuando te digo que desde entonces no he vuelto por allí.
ResponderEliminarEn fin, como decía el título de esta entrada: así les va. Y han pasado los meses y veo que siguen igual de perdiditos los pobres. No es que nadie, ni los americanos ni los ingleses ni los franceses, estén dando más que palos de ciego, es prueba y error, claro, pero al menos le ponen más entusiasmo y, sobre todo, más saber del tema y/o juntarse con gente que sabe del tema. Sobre todo no les veo que vayan de arrogantes como a esta panda.
Sinceramente, no me dan pena alguna cuando se quejan de sus pérdidas. Es como si alguien se deja el bolso lleno de billetes a plena luz del día en la calle y espera que al volver no le falte ninguno.