miércoles, 25 de febrero de 2009

Rumbo a Charing Cross

La verdad es que en este viaje no podemos quejarnos nada de retrasos porque tanto la ida como la vuelta fueron con puntualidad británica. El vuelo de ida fue "curioso" (por llamar de alguna manera al griterío que había), compensado por el comandante/guía turístico que nos señaló durante todo el viaje los lugares de interés. Sobrevolar los Pirineos nevados fue espectacular, se quedaban los ojos pegados a la ventanilla.

Al bajar del avión, como siempre, sabes que estás en Inglaterra porque hasta el aeropuerto tiene moqueta en la mayoría de los pasillos. Inconfundible.

El día en Londres, eso sí, era espectacular. Pocas veces se ve el cielo tan despejado, tan azul. Además el avión había tenido que hacer tiempo dando vueltas sobre Londres - con el comandante de guía, claro - así que habíamos tenido nuestro London Eye particular. Menudas vistas. Y de frío nada de momento (de hecho el sábado sólo me puse el gorro un rato por la noche y más por cabezonería - nunca mejor dicho - que por otra cosa). En Londres también pasa esa cosa extraña de que la gente, en cuanto ve un rayo de sol que calienta un poco, saca ya la indumentaria veraniega del armario.

El fin de semana aprovechan para cerrar tramos de metro y "hacer obras" (supongo que para evitar que se caigan a trozos) y como no había carteles informativos claros, nuestra memoria de todos los cortes que habíamos leído el día anterior no daba tanto de sí y estábamos un tanto espesos debido a la falta de sueño, resultó que dimos un pequeño rodeo innecesario para llegar al hotel (eso sí, como había partido del Arsenal, yo estaba integradísima con mi abrigo rojo). Luego la zona de la salida del metro al hotel es también un pequeño laberinto de varios niveles si no sales por la salida conocida. Menos mal que durante todo esto era Manuel el que llevaba la maleta y yo estaba a salvo de los londinenses que atropellan. Una vez más comprobamos que el londinense medio camina mucho más rápido que el resto del mundo. Qué velocidad.

Por fin llegamos al hotel, curioseamos un rato la habitación y salimos de nuevo rumbo a... Charing Cross, por supuesto. Con una parada técnica antes de arrasar en las librerías para comprar entradas para algún musical en la taquilla de mitad de precio. Las entradas para el musical que Manuel quería estaban agotadísimas como ya suponíamos, pero el que elegimos no estaba nada mal tampoco (más sobre esto en futuras entradas). Leicester Square en febrero estaba tan llena de gente como en agosto.

En Charing Cross hicimos también la parada obligatoria delante de la plaquita de Helene Hanff/Marks & Co. antes de proceder a ninguna otra cosa. Ahí sigue el restaurante de los últimos años.

Entramos en Any Amount of Books que, supongo que sin tener nada que ver con Marks & Co. en lo que a aspecto se refiere, junto con otras tiendas de segunda mano son lo más parecido que queda, con sus parqués viejos que crujen, las estanterías altísimas llenas de libros y los cajones de libros baratos a pie de calle.

Paseando por Charing Cross también me acordaba de Herbert Brush de Mass Observation, hombre adicto a comprar en esta calle, que anotaba en su diario como algo notable que había pasado por Charing Cross sin comprar nada y que decía que el mejor momento para atravesar esta calle sin tener que echarse la mano al bolsillo era durante un bombardeo (durante la Segunda Guerra Mundial).

Y como en nuestro caso - por suerte - no había bombardeos, pues allí estábamos entrando y saliendo de librería en librería. Blackwell's, tan bonita como siempre, donde dan mis bolsas preferidas, donde abandoné a Diana Mitford (también su autobiografía, a pesar de ser mucho más asequible) y a Penelope Fitzgerald por caras, donde nos sentamos un rato en sus fabulosos sillones (me encanta que la mayoría de las librerías grandes inglesas tengan sillones tan cómodos) y donde salimos con la segunda bolsa del día (la primera había sido de Any Amount of Books). Y depués la foto souvenir de Borders y la visita a Foyle's, librería también con encanto (y cuya foto salió rara pero bonita) a pesar de tener una tarjeta para clientes llamada Foyalty Card.


Y así seguimos pululando por la calle, encaminando nuestros pasos de nuevo hacia el hotel para dejar todas las compras (y es que no hubo librería en la que entráramos y saliéramos con las manos vacías), en lo que pensábamos que sería un paseo largo que nos permitiría descansar un rato en el hotel antes de salir de nuevo para ir al teatro.

El paseo se convirtió en larguísimo y en el hotel no pudimos estar más de 10 minutos pero las vistas fueron tan bonitas que mereció la pena. Mañana fotos.

7 comentarios:

  1. Mi ciudad favorita. No es que haya viajado mucho, pero de todas las que he visto en mi vida, me quedo con Londres. Para mí tiene un encanto que ni la belleza de París puede superar (porque París es más bella). Y es verdad que caminan rapidísmimo :-)

    Me ha gustado especialmente tu foto nº 6. Esas casas típicas...!!!

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  2. ostras, qué envidia te tengo ahora mismo!!! :D ya tengo apuntados unos cuantos títulos en mi lista de pendientes y si consigo escaparme a londres en semana santa recorreré la magnífica ruta que sugieres y si no... book depository!

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  3. Ayyyyy, qué tono verde estoy adquiriendo!!! Verde Wicked! Qué bonito paseo, que lindas compras...aunque yo estaría sentada mirando mi pila de libros, incapaz de decidir por donde comenzar.

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  4. Elvira: yo con Londres nunca he acabado de entenderme del todo, siempre digo que me gusta más su contenido que su continente, pero debo reconocer que en esta visita me he reconciliado bastante. Me gusta mucho más en invierno.

    Iris: si al final vas a Londres en Semana Santa serás tú la que me dé envidia a mí. El Book Depository siempre quita las penas, sí :P

    Samedimanche: estoooo... debo reconocer que he hecho como tú y me he quedado mirando la pila de libros. Siguen sin colocar (¿quizá hoy?) y todo porque me da pena perde5rlos de vista, mezclarlos con todos los demás y que pierdan su identidad londinense :P

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  5. Una pasada de viaje, por lo que voy descubriendo. Te iré leyendo tranquilamente. Veo que pasaste, obviamente, por Charing Cross, recozco las tiendas (la placa también, jeje) y en Borders estuve bastante tiempo en verano. Compré un par de libros de Helenne Hanff para regalar y la taza de "a room of one's own" (también calendarios...me "pilrran"). Qué buen tiempo os hizo!! Muy bonitas fotos de las calles. Bss

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  6. Sí, a Charing Cross fuimos a toda velocidad, es que es una calle que no tiene desperdicio.

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