viernes, 19 de febrero de 2010

Tristán e Isolda



Poco después del verano y después de mucho pensárselo, Manuel decidió que ya era mayorcita para llevarme a la ópera. Tenía sus reparos porque la ópera nunca ha sido lo mío aunque a él le gusta muchísimo. Pero a fuerza de todos los sábados hacer la repostería y la cena con una de fondo, de varios veranos oyendo Bayreuth por la radio* y demás lo cierto es que ya no me desagrada tanto como antes (sí, antes me desagradaba, lo confieso). La ópera tiene pinta de ser un gusto aprendido/adquirido y, bueno, aunque sigue sin ser mi expresión musical preferida, la llevo bien y me va cayendo mejor. Así que con esta pequeña evolución cuyos orígenes habrá quien considere un sacrilegio fruto de la incultura (y yo no lo voy a negar), Manuel pensó que yo estaba madura para una ópera. Se miró el programa de la temporada 2009-2010 del Liceo y vio dos óperas: una (no recuerdo cuál) que me iría mejor a mí como no-iniciada y otra (Tristán e Isolda, de Wagner), que le iba mucho mejor a él como amante de la ópera y de Wagner. Yo le dije que no había duda posible: teníamos que ir a ver Tristán e Isolda, que era la que más le apetecía a él. El convencimiento flaqueó un poco cuando me enteré de que la ópera (con entreactos) duraba 4 horas y 50 minutos. Por suerte el Liceo no es Bayreuth, así que aquí no nos cerrarían la puerta a cal y canto y nos dejarían a merced del integrismo operístico. El caso es que después del verano el 18 de febrero quedaba lejísimos.

Pero ayer fue 18 de febrero. Así que a las siete menos algo cruzábamos el umbral del Liceo, entre una amalgama de gente peripuesta y gente vestida de diario. Qué bonito es el Liceo y qué caras pondría la gente que por casualidad y de pasada oyera mi interrogatorio constante a Manuel sobre el famoso incendio. No era la primera vez que pisaba el Liceo, pero sí la primera que entraba por la puerta grande a la sala grande.

Llegamos a nuestros asientos en la cuarta fila y yo hice unas cuantas fotos, el gran debut de la cámara nueva: su primer gran acontecimiento. El caso es que el síndrome de Stendhal que causa el Liceo ya de por sí y la cámara nueva que debuta son una mala combinación. Al entrar al Liceo le había preguntado a Manuel si sacar la cámara en la entrada era "muy de pueblo", pero dentro de la sala ya no hubo reparos. Y además, de pueblo o no, había más gente haciendo fotos. Así que me puse a hacer fotos como loca hasta que Manuel carraspeó y comentó que, en fin, yo había dicho que haría "alguna foto" no miles de ellas. Tenía razón y además la gente empezaba a llegar en masa y yo no hacía más que estar en medio me pusiera donde me pusiera. Me senté en mi asiento y al poco empezó la ópera.

Puede que no me entusiasme la ópera, pero el preludio (con el famoso acorde de Tristán) de Tristán e Isolda me parece impresionante. Y no me puedo resistir a compartirlo, aunque no sea en la versión de anoche:



El caso es que unos días antes Manuel me había pasado la ópera para que me fuera haciendo con ella y aunque - lo reconozco - no había llegado a oírla entera, ya estaba familiarizada con ella, también de las escuchas distraídas previas en Bayreuth y demás. Conocía la historia que cuenta, pero no las palabras con las que la cuenta. Así que agradecí los sobretítulos del Liceo, que en nuestro caso, por estar cerca del escenario y evitarnos la tortícolis, eran subtítulos puesto que los leíamos cada uno en una pequeña pantalla situada en el respaldo del asiento de delante.

Mientras sonaba el preludio, con la cortina aún bajada, pensaba que, con la de comparaciones y demás que ha habido entre Cumbres borrascosas y Tristán e Isolda, lo mejor sería que alguien adaptase Cumbres borrascosas y en lugar de banda sonora original utilizase la música de Tristán. Cuando en un entreacto se lo dije a Manuel, me recordó que Buñuel ya había hecho eso - más o menos, no al completo - con su adaptación de Cumbres borrascosas: Abismos de pasión (posiblemente la más libre y la más fiel al mismo tiempo, dicho sea de paso). A Manuel en el momento le dije aquello de "great minds think alike" (las grandes mentes piensan cosas similares), pero probablemente mi gran idea no fuera más que el vago recuerdo de lo de Buñuel.

Por otra parte la similitud entre muchas de las palabras del segundo acto y muchas de las palabras de Cumbres borrascosas es bastante impresionate. Son bastante cercanas en el tiempo, aunque Cumbres borrascosas es anterior, y, claro, supongo que ambas beben de las mismas fuentes, puesto que Emily Brontë estaba muy influida por el romanticismo alemán. En fin, que me voy por los cerros de Úbeda.

Y se subió la cortina y empezó la ópera. Como siempre, a mí lo que más me fascina del mundo del teatro son los vestidos, la escenografía, la iluminación. Manuel, al principio de comprar las entradas, había deseado que ojalá no fuera un montaje moderno, que no están mal necesariamente pero que tienden demasiado al minimalismo, y los hados le concedieron el deseo porque tuvimos mucha suerte: el decorado es el que David Hockney diseñó en los años ochenta, traido desde Los Angeles. En pendiente (¡pobres cantantes!) y con una perspectiva enorme, muy de cuento, muy colorido, muy chulo. Pero si había algo fascinante fue la iluminación del segundo acto (cuya escenografía también fue la que más me gustó) y que pasa por el día, el atardecer, la noche estrellada, el alba, el día de nuevo, de forma tan, tan real que parece que esté pasando de verdad. Impresionante.

En los dos entreactos - de 30 minutos cada uno - nos dedicamos a merodear por el Liceo: visitamos el conocido foyer que no tiene conciertos esta temporada, nos dimos el "capricho" de comprarnos una triste botella de agua mientras la gente se ponía las botas con pequeños croissants rellenos (precio de cada uno: 4 euros) y yo quedé encantada, aunque resistí al tentación, con una cajita en miniatura de caramelitos Tic-Tac.

Fuimos también al famoso salón de los espejos, que es precioso (el dorado, si no se usa en exceso y por norma como en Versalles, es muy bonito, claro). Para entonces yo ya había abandonado cualquier preocupación por parecer "de pueblo", puesto que había más gente haciendo fotos e incluso gente comiendo bocatas caseros envueltos en papel de plata, y sacaba la cámara sin problemas.



Y así, cerca de las 12 de la noche, Isolda, una mujer con un impresionante chorro de voz** (¡qué vocabulario operístico el mío!), cantaba su Liebestod. Terminaba Tristán e Isolda y yo había superado mi primera noche en la ópera mucho mejor de lo esperado. Y tan ricamente.

Lo malo fue salir y enconrtrarnos con que diluviaba y que yo no llevaba paraguas. (Manuel: ¡¿cómo que no llevas paraguas?! ¡Pero si SIEMPRE llevas paraguas! Cristina: claro, lo llevo siempre encima porque cuando no lo llevo pasan estas cosas. Pero como salí de casa y estaba totalmente despejado y no quería traer mucho bártulos... lo dejé). Así que nos tocó ir Ramblas arriba bajo el diluvio universal y el surrealismo de un señor del Ayuntamiento regando las Ramblas bajo el diluvio universal (¿gasto de recursos inútil?) hasta que encontramos un taxi. Creo que en la vida me había mojado tanto (¡porque siempre llevo paraguas!) y con una lluvia tan fría. Por suerte enseguida estábamos en casita. ¡Cómo agradecí la cama!

* Ayer, al entrar al Liceo, nos dieron un folleto con "ofertas" para Bayreuth de este año por el módico precio (todo incluido, desplazamiento, hotel, entradas, etc, pero, ojo, individual) de, por ejemplo, para la Tetralogía del Anillo, alrededor de 8.000 euros.

** No tanto chorro de voz tenía nuestro Tristán que a veces se quedaba ahogado por la orquesta. Manuel ya me había puesto en antecedentes de lo difícil que es cantar a Wagner, así que, pobre hombre, no me puedo meter con él. El que interpretaba al rey (se llama Attila (!) Jun y es coreano) tenía un vozarrón (era un bajo) y se llevó una gran ovación al final, pero si lo menciono es porque, cosas de la iluminación y el alemán, sus perdigones al cantar debían de llegar a la primera fila por lo menos. Y por cierto, ahora que digo que es coreano, si algo me impresiona también de la ópera es que los cantantes se aprendan esas enooooooormes parrafadas en un idioma que no es el suyo y que probablemente desconocen, sólo de oído.

7 comentarios:

  1. Yo sólo he visitado el antiguo Liceo, antes del incendio. Estrenarse con Wagner es de valientes!!! Yo adoro las óperas de Mozart, y no conozco muchas más.

    ResponderEliminar
  2. Supongo que notarías diferencias. Creo que era Esther Tusquets la que decía que a pesar de los intentos de hacer todo como era antes para ella ya no era lo mismo.

    Bueno, Manuel ya había ido al Liceo muchas veces, así que está curtido. El estreno era mío, valiente que es una ;)

    ResponderEliminar
  3. Qué envidia me das!! Vi en las no-noticias imágenes del montaje y pensé que me hubiese gustado ir a verlo. Yo jamás he ido al Liceo ( soy una rata para las entradas a eventos, lo reconozco. y no te digo nada de los cruasanes a 4 €...yo hubiese llevado tupper) pero si me gusta la ópera. Y soy bastante wagneriana - normal: las Brotë, los páramos, los amantes poco recomendables, la oscuridad...minds alike, reading alike ;)- y a mi lo que me gusta es la transformación de Tannhäuser, tanto o más que el acorde de Tristán.
    En cuanto a que no se oiga a un cantante wagneriano...es más habitual de lo que podría una pensar. El pobre Wagner se las vio y se las deseó para encontrar sopranos que pudiesen lidiar con semejante orquesta...ah, que hubiese escogido muerte!

    ResponderEliminar
  4. Creo que ya te he dicho otras veces que me gusta mucho como relatas tus entradas, y la primera vez que se va al Liceo (y más a una ópera) es toda una experiencia. Yo tampoco he sido nunca demasiado amante de la ópera, pero sí de la música en general y de las artes escénicas. Hace ya cuatro años que cogemos un bono popular con mi hermana, que incluye 3 óperas al año a 81€ en total, sin las grandes estrellas en el reparto. Lo que más nos gusta es la música y la escenografia, así que disfrutamos igual con los cantantes suplentes, que ya tienen unas merecidas voces aunque a veces algun@ tenga poca potencia. Tanhauser fue la única ópera en la que nos planteamos marchar antes porque duraba 5 horas(cuando acaba tenemos que volver a Girona y siempre es entre semana). Pero no hizo falta, nos gustó muchísimo. Este año nos queda El rapto del Serrallo (Mozart) en abril.

    ResponderEliminar
  5. Samedimanche: pues si te gusta la ópera anímate alguna vez a lo del Liceo. Y además es que lo disfrutarías muchísimo, no sólo por la ópera en sí, sino por el mundillo, las salas, el curiosear por aquí y por allá. Si dejan entrar bocatas no veo por qué no también tuppers ;)

    Nuestra soprano, que era "secundaria" aunque por lo visto muy bien considerada, Jennifer Wilson, le hubiera encantado al señor Wagner, ella superaba la orquesta y lo que hiciera falta.

    Guacimara: no lo sabía (no sabía ni que existían esos abonos), vaya plan que tenéis montado tu hermana y tú :)

    Yo el otro día me quedé asombrada - para mal - por la cantidad de gente que se largó en el segundo entreacto y pasó del tercer acto. Que se vayan algunos, bueno, puede haber casos como el tuyo por ejemplo (¡y vaya ganas le echáis, desde luego, para venir desde Girona entre semana!) pero no me creo que tanta gente estuviera en esa situación. Me parece bastante feo, para eso mejor que se hubieran quedado en casa.

    ResponderEliminar
  6. Saludos Fraternales mis estimados lectores, en el mundo del esoterismo e de decir que Tristán fue un Gran Iniciado de la epoca. que es esto? mirar aqui

    http://jesusagrario.en.telepolis.com/alquimia/vinicia.htm

    Bueno Los esoteristas y espirituales pueden investigar en los mundos internos de conciencia pura, a este personaje: Tristán, sabrán que Tristán hoy por hoy tiene de nuevo cuerpo físico entre nosotros, se lo ha retornado de nuevo a la tierra con la mision de ayudar a la humanidad en estos tiempos dificiles,y bueno, asi el lo está haciendo, Nacio en Sudamérica, exactamente en el país de el Ecuador, hoy en marzo del 2010. tiene la edad de 19 años, sabe quien es y cual es su misión, pasa desapersibido por entre las personas, muy pocos saben de su identidad, nació en un pueblo llamado Santo Domingo de Los Tsachilas, y vive en la ciudad de Quito desde que tiene 2 años.
    Esta luchando por levantarse ya que lamentablemente es un joven que comete muchos errores, proviene de una familia humilde,de clase media, lo curioso de el caso es que su nombre actual, es identico a Tristán -Cristian.
    Se sabe que Isolda también tiene cuerpo físico, pero no se sabe en donde ni que edad tiene.
    Eso es todo. Un grande y fuerte abrazo a todos los lectores de este foro.
    Hasta la Próxima.

    ResponderEliminar
  7. Posdata: Ni su misma familia sabe de su identidad.

    ResponderEliminar