Tenía esta receta en el archivador mental de "para hacer pronto" desde hace semanas, cuando me topé con ella más o menos por casualidad. Tenía una pinta deliciosa, tanto por el aspecto como por los ingredientes. Así que el sábado estaba tan emocionada a la hora de hacerla que decidí hacer dos tandas en vez de sólo una de 12.
Mientras la hacía ya iba regular porque, sea cual sea el resultado, mientras las haces las recetas que son de manchar todos los cacharros y utensilios de la cocina ya me caen un poco gordas. Pero cuando el resultado es bueno, todo se olvida.
Primera tanda al horno - la que se ve en las fotos - que no sale con mala pinta aunque todo parecido con la "realidad" es pura casualidad. De la segunda tanda casi mejor no hablar. Lo resumo en que fue una imposible combinación de requemado y crudo que, sintiéndolo mucho pero aquello era incomible, fue directa a la basura.
La primera tanda de pinta no tan mala tampoco es gran cosa: el sabor no está mal, aunque por dentro (y eso que estuvo más del tiempo necesario), sin llegar a estar tan cruda como la segunda tanda digamos que tampoco está hecha del todo. El sabor es el normal de unas madalenas de chocolate (lo blanco, que es una mezcla riquísima (al menos en crudo lo era) de queso philadelphia, azúcar, huevo y vainilla, es como si no estuviera, no da ningún sabor) normales y corrientes que podía haber hecho con muchos mejores resultados en mucho menos tiempo y con muchos menos cacharros.
Supongo que el problema está en algo que hicimos mal, pero realmente no sé qué pudo ser. El caso es que fue un chasco.
Al menos en la plancha no hubo contratiempos y pudimos disfrutar en paz de Tovarich (Tovarich), que se nos quedó en el tintero en nuestra primera ronda de comedias clásicas. Y ya sé que casi todos los domingos lo digo de la película del día anterior, pero es que es así: divertidísima.
Por último, y al hilo de la no-ficción y el "basado en hechos reales" tan de moda en los tiempos que corren, ayer El País traía un artículo recomendable.
lunes, 1 de febrero de 2010
Black bottom cupcakes
Publicado por Cristina en 9:15
Etiquetas Álbum de fotos, Cine, Con las manos en la masa, Cosas de casa
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Parece que no han subido bien, ¡qué rabia! :( Pero tu proporción de éxitos y fracasos es altísima de los primeros, éste es el primer chasco que recuerdo de tus sesiones reposteras.
ResponderEliminarBueno, subir sí que subieron, no se nota mucho porque estos moldes los llené poquito, y también está el peso del glaseado de queso philadelphia. El problema es que se hacían por fuera y no por dentro. Muy raro.
ResponderEliminarEl otro gran fracaso repostero que recuerdo fue muy al principio, un día que quisimos hacer unos bollitos de azafrán suecos y nos salieron unas cosas que eran como bolas de billar de duras ;)
Vaya...bueno, como dice Elvira...tienes una gran trayectoria de éxitos...¿a quién no le pasa esto alguna vez? (A quién no lo hace, como yo, jejeje -he de reconocer, con los ojos tapados con una línea negra, que yo, sí yo...dejé que caducara la "clotted cream") Este finde he celebrado el cumple de una amiga irlandesa, y no se va de nuevo a Dublin sin decirme muy muy paso a paso cómo hacer los scones.
ResponderEliminarPor cierto, muy bueno el artículo del País.
Me ha gustado leerlo.
Un abrazo y que tengas un buen día!!!
María: ¡¿dejaste de verdad caducar la clotted cream?! Ay, que me da un soponcio ;) Los scones son tan fáciles que cuando tu amiga te enseñe no te podrás creer que los hayas ido dejando tanto tiempo. Ya verás :)
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