El viernes iba andando hacia donde había quedado con Manuel para comer y de repente, de reojo, vi esta escultura/monumento/lo que sea tan espantoso. No me acerqué a ver si significaba algo - aunque yo creo que el título de esta entrada no debe de ir desencaminado - sólo me quedé a una distancia prudente, saqué la cámara de forma discreta, no fuera a pensar alguna de las personas que pasaban por allí que me gustaba, e hice la foto rápido.
Los despropósitos no son siempre ajenos, porque ayer sin ir más lejos me cargué una taza amarilla que me gustaba mucho. Era de Zara Home, pero algo me dice que mañana cuando vaya a ver si encuentro sustituta ya no la tendrán. Por suerte hay un Muji ahí al ladito y siempre han tenido una taza que me tienta mucho.
Y es que mañana tendré todo el tiempo del mundo para buscar tazas: tengo una entrevista a las 10 y otra a las 16.30, y paso de venirme a casa entre una y otra. Pulularé.
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