Con esto de estar desconectada del blog (muy a mi pesar, insisto, porque llega un punto que ya parece dejadez), no puedo citar fuentes originales, pero estoy segura de que alguna vez habré hablado de lo negada que soy para las manualidades. Una anécdota que seguro he contado es que he intentado aprender a tejer mil veces y nunca, en ninguna de ellas, he obtenido ni tan siquiera un punto como resultado.
Pero claro, una se abre cuenta en Pinterest, y se cree que las mil y una manualidades que por allí circulan (por no hablar de los tropecientos mil trucos de limpieza, orden y apaños que hay; cada vez que hago partícipe a Manuel de uno de ellos ya siempre dice: "no me lo digas: Pinterest, ¿verdad?") quedan a su alcance. Por suerte o por desgracia, la ambición desbocada dura un tiempo limitado, pero - entonces sí que por suerte seguro - hay pequeños proyectos que quedan al alcance de cualquiera, incluso para mí.
Así que un buen día, buscando manualidades/pasatiempos navideños para niños de la edad de Héctor, me topé con un árbol de Navidad de fieltro donde se afirmaba que no hacían falta más que fieltro, tijeras y el niño en cuestión, porque el fieltro se pegaba al fieltro y los adornitos se sujetaban en lo verde sin más. Incrédula que es una, pensé que como a mí eso no me funcionaría (tengo lo de ser gafe muy interiorizado), siempre se podía poner velcro adhesivo.
Así que comencé por la parte fácil y en la que el viento ambicioso siempre sigue soplando a favor todavía: hacerse con lo necesario. Feliz de la vida fui a la mercería, compré el fieltro verde por metros y lo demás por laminitas y allí lo dejé un tiempo, mientras pensaba en lo bien que iba a quedar pero nunca llegaba a ponerme manos a la obra.
Hasta que me puse a ello y descubrí que lo de las siluetas era divertido. Al principio quise buscar patrones para las campanas, etc, pero no fui capaz de encontrar ninguno a mi gusto así que tuve que - glups - confiar en mi capacidad de diseño (ya sé que es una tontería para alguien que sabe dibujar mínimamente bien, pero para mí es toda una proeza, de ahí la grandilocuencia). Y, mira, para el resultado que esperaba, creo que no me quedaron mal del todo y como mínimo se reconoce lo que pretenden representar.
En la víspera del 1 de diciembre y en su habitación le monté a Héctor un pequeño rinconcito navideño con el calendario de Adviento (en que cada día sale un imán con una figura del nacimiento que va poniendo en el frigorífico) y el nacimiento de figuritas de tela. El árbol de fieltro lo reservé para el cuarto de estar.
A la mañana siguiente enseguida notó la novedad (como para que se le escape algo a este niño) y, como yo había dejado puestos los adornitos, lo que más le gustó ese día fue que yo los ponía y él daba golpetazos para tirarlos a lo bestia. pero después se reformó y ahora se entretiene largo y tendido con el árbol. Parece una tontería, pero es así. La bolsita de tela con los adornos está colgada del pomo de la puerta, la coge y me la trae entusiasmado para que se las vaya dando una a una, diciéndole qué es y de qué color es cada cosa. Y así hemos llegado a pasar hora y pico, que con un niño que no llega a año y medio es todo un récord.
Así que estoy muy orgullosa de mi creación (grandilocuencia desmedida de nuevo, lo sé) porque me gusta cómo ha quedado, pero sobre todo estoy encantada de que haya servido para el fin verdadero, que es que Héctor juegue con ello y se lo pase bien.
A falta de poner el árbol y el nacimiento "de verdad" y hacer las grandes listas de la compra de las comilonas, vamos entrando en el modo navideño desde aquel día poco a poco, con música navideña, luces de Navidad en las calles, comprando turrones, comprando el tió (que no teníamos, salvo uno minúsculo) en la Fira de Santa Llúcia para que Héctor aporree en Nochebuena, etc. Ayer completamos con el té de Navidad (que hacía dos años que no probaba y me supo a gloria), hoy con el kilo de polvorones y el CD de música navideña que han enviado mis padres. Y, dentro de un rato, cuando Héctor se despierte de la siesta, escapada a la biblioteca a ver si hay algún libro/CD con más música navideña para niños.