Como el año pasado, hago un repaso de las series que hemos ido viendo. Aseguro que, salvo por las series que no se emiten aquí, intentamos seguirlas en televisión, pero con más de una hemos tenido que renunciar ante la imposibilidad de seguirla en sus paseos por la parrilla o las maratones de 3-4 episodios de una sentada. Ya lo comenté aquí una vez, pero veo que las cadenas desconocen el significado de "fidelización". Luego se quejan porque las series no funcionan o porque la gente se las descarga en lugar de verlas en televisión, pero es que ellos tampoco ponen de su parte: tan pronto una serie pasa de ser los viernes a las 22:30 a ser los viernes a las 23:30 a ser los domingos a las 21:30... y a eso hay que añadirle que, al intentar ir tan pegados al ritmo de emisión en Estados Unidos, les faltan capítulos y emiten repetidos sin avisar. Un caos al que no comprendo que esperen que nadie se enganche, la verdad.
Como siempre, sin spoilers.
La segunda temporada de The Mentalist (El mentalista) me ha parecido tan buena como la primera. Me cuesta ser objetiva en cuanto a las tramas que, supongo, son un tanto rocambolescas, me cuesta ser objetiva porque el mentalista, Patrick Jane, como personaje me fascina. Es sin duda uno de mis personajes de serie preferidos: tiene un trasfondo oscuro, una vida curiosa, una historia triste, un sentido del humor entre cruel y sorprendente que siempre me hace reír. Sus habilidades mentales (mi padre siempre pone como ejemplo de lo absurdo de la serie el hecho de que el señor Jane pudiera conducir con los ojos vendados basándose en las reacciones de su copiloto) me hacen gracia, aunque sean excesivas, y me recuerdan a las de las novelas policiacas clásicas, con esa capacidad de observación y deducción tan marcada. Y, desde luego, su pasión por el té (a veces en los momentos más extraños) contribuye también. Si la serie tiene una pega es que lo de John el Rojo sólo sale a relucir al final de la temporada para dejarte con la intriga, después de no haber dicho nada de él durante los 15 capítulos anteriores.
La sexta temporada de House (House) estuvo bien. Cuatro la sigue emitiendo sólo doblada, lo cual es una pena primero porque el doblaje, por bueno que sea, siempre es malo como ya he dicho alguna vez, porque me encanta el acento americano postizo de Hugh Laurie y porque las traducciones son bastante penosas a veces. En esta temporada nos hemos quedado ojipláticos y sin reaccionar durante algunos segundos después de varias expresiones utilizadas. La que más me marcó y que no se me olvida es "friki bolinga". Desconozco cuál sería el original en la serie, pero "friki bolinga" me parece ir demasiado lejos.
Por no hablar del día en que, cuando alguien (no recuerdo quién ni en qué contexto) se lamentaba de que al final se había echado para atrás a la hora de hacer algo, se decía, sin problemas y sin venir a cuento, que tenía los "pies fríos". Y no, no se trataba de un síntoma más para la pizarra de House, sino un expresión inglesa ya hecha, "cold feet", que aparte de pies fríos literalmente significa echarse para atrás o arrepentirse a última hora. Y sí, le concedo al traductor el hecho de que es dificilísima de traducir, pero eso no es excusa para colarla como quien no quiere la cosa.
El caso es que, aparte de eso, ya digo que la temporada estuvo bien. Genial el último capítulo grabado con cámara fotográfica réflex.
Con sus muchos cambios de canales, horarios y demás, creo que he seguido Cold Case (Caso abierto) desde el principio hasta el final. Con algún que otro altibajo y sin ser nada del otro mundo, sí que resulta una serie bastante original con esos flashbacks característicos. A veces las historias son improbables por haber sucedido hace muchísimo o por el hecho de que lo que no se resolvió en su momento, la detective Lily Rush lo resuelve en la actualidad en un santiamén, pero las historias están bien contadas, los personajes están bien delineados sin la necesidad de que sus vidas invadan la pantalla y nos dejen sin investigaciones (que es lo que me gusta) y, tras siete temporadas, ya era como una serie clásica en nuestra pantalla. Cuál fue nuestra sorpresa cuando al terminar de ver esta temporada nos encontramos con que después la serie se ha cancelado y no habrá octava temporada. Con cierto esfuerzo, pero entiendo que las series se cancelen, lo que no aguanto es que se cancelen de golpe y porrazo, que el último episodio sea uno más y que el espectador no se pueda despedir de los personajes como es debido y estos parezcan quedarse con la palabra en la boca. Suena exagerado, pero creo que aún no he terminado de asumir que no habrá más casos abiertos para Lily Rush. (Tampoco ayuda que en La Sexta repongan capítulos antiguos a ver si cuelan).
Desperate Housewives (Mujeres desesperadas) es un claro ejemplo de lo que comentaba al principio del maltrato a las series y el completo pasotismo ante los posibles seguidores. Empezó en Estados Unidos la sexta temporada y aquí ni La 2 (aunque la serie al principio se había emitido en La 1) que había sido la última en emitirla ni ninguna otra cadena parecían interesadas en ponerla. Dejamos pasar el tiempo por si acaso se trata de no encontrarle hueco, pero nada, así que a nosotros se nos abre un hueco en nuestras noches de sábado y la colamos... hasta que un mes o dos después La 2 empieza a emitirla a capítulo por día de lunes a viernes. Pronto nos alcanzan y nos reenganchamos a esta emisión, a pesar de tenernos que tragar el eterno sorteo de la lotería (o similar) entre medias. Señores programadores: les aseguro que en esta casa hacemos lo posible por mantenernos dentro de la legalidad, como pueden ver, pero realmente lo de la lotería y los retrasos a la hora de empezar la serie (incomprensibles en una cadena que no tiene publicidad ni apenas programas en directo) ponen las cosas difíciles.
Esta temporada estuvo bien. Confirmo mi favoritismo por Lynette. Adoro la brutalidad y el alegre prescindir de lo políticamente correcto de Gaby. Y Susan nos parece más tonta y metepatas por capítulo.
Lo que decía de Caso abierto antes es peor aun en el caso de Flashforward (Flashforward) que a pesar, creo, de saber que la iban a cancelar (tuvieron que hacer un parón en plena temporada para que los guionistas trataran de darle un empujón a una serie que había empezado con mucho éxito y se desinflaba por momentos) van y dejan el final abierto, como si fuera a continuar. No sé de quién será la artimaña, si de un guionista que se venga de los seguidores que no han servido para mantener la serie en el aire o de la cadena que deja abierta la puerta a una posible secuela en el futuro. Sea como sea, es un final que deja con la miel en los labios a un espectador que sí que sabe que ya no habrá más.
Y si soy sincera a mí me ha gustado. Quizá tenga demasiados trozos que no llevan a ningún lado (pero Lost (Perdidos) también), de hecho recuerdo los primeros capítulos después del parón: me quedé dormida y Manuel no me quiso poner al día porque según él habían pasado demasiadas cosas, pero me auguraba muchas horas de sueño porque ya no me iba a enterar de nada en los capítulos venideros. Debo decir que nunca me volví a dormir pero tampoco fui nunca consciente de ninguna laguna en mi seguimiento de la serie y, de hecho, después de ver el último capítulo, le recordé a Manuel sus apocalípticas palabras y nos reímos un buen rato. Pero bueno, la serie es amena y la idea no es mala. El final (el real, no la puerta abierta) me gustó.
Glee (Glee), que empezamos viendo por falta de hueco no por falta de ganas (nunca tuve dudas de lo mucho que me gustaba, pero aquella escena me conquistó definitivamente) muy de vez en cuando al final se hacía con un hueco en nuestra pantalla a la mínima hasta el punto de ver los dos últimos capítulos seguidos. Había leído por ahí que a medida que avanzaba la temporada se deshinchaba y se volvía repetitiva y no comparto esa opinión en absoluto, de hecho creo que a medida que ha ido avanzando me ha ido gustando cada vez más y eso que ya me gustaba mucho desde el principio. Me ha parecido genial eso de que desmonten tantos mitos de los institutos americanos, que además tenga cierto transfondo social y que sea tan, tan divertida con unos guiones estupendos en ese sentido. Cuánto nos habremos reído con los chistes de Sue Sylvester sobre el pelo de Will Schuester o con las muchas situaciones ridículas y parodias. Glee es de esas series/comedias que no se toman demasiado en serio a sí mismas y eso siempre se agradece. Y qué buena incorporación improvisada la de Chris Colfer como Kurt Hummel, con un personaje creado exclusivamente para él y definitivamente uno de mis personajes preferidos. Estoy deseando que empiece la segunda temporada, que además incoporará a un ídolo de infancia mío.
Y se nos acabó también, para siempre, Ashes to Ashes, con la tercera y última temporada. Creo que aún no he procesado del todo que no volveré a ver nada nuevo de Gene Hunt. La última temporada es muy buena, en la línea de Life on Mars y las dos temporadas anteriores de Ashes to Ashes, con el insoportable añadido de Jim Keats (el actor que lo interpreta era el periodista de Mr Nobody), qué hombre más pesado y agobiante. Pero Gene Hunt sigue brillante como siempre, incluso cuando está bajo presión. Keeley Hawes interpreta a Alex Drake y ahora estoy deseando verla en la nueva temporada de Arriba y abajo. El final de Ashes to Ashes, aunque se va intuyendo a medida que avanza la temporada, no deja de ser bastante sorprendente. Gran, gran serie.
Grey's Anatomy (Anatomía de Grey) la vemos un poco por inercia. Es una serie un poco irregular que no aguanto cuando los guionistas hacen que el hospital parezca únicamente una casa de citas y un sitio donde sólo va gente rarísima a curarse. Cuando empiezan con la gente rara no puedo evitar recordar el declive de Ally McBeal, que estaba bien hasta que tomó esa misma dirección.
Creo que en esta temporada se han moderado un poco con todo eso, han incluido a nuevos personajes que me han caído bien (aunque en general los nuevos residentes que introdujeron (al ver el capítulo final doble ya sabemos para qué) no me han dicho gran cosa), han conseguido que algunos de los que me resultaban pesados me caigan un poco mejor y, sobre todo, han eliminado a Izzie, que para mí era uno de los personajes más insoportables no sólo de esta serie sino de todas las series de la historia. Espero que no vuelva.
Mención especial al episodio final doble, que me pareció muy bueno (¡qué tensión!) incluso a pesar de que al final comentáramos que a los guionistas se les había ido un poco la mano.
Y por mi cuenta y riesgo voy viendo El internado (que ya acabará en breve) y disfruto de Arriba y abajo en DVD: ayer empecé ya la cuarta temporada. Qué maravilla de serie.