lunes, 31 de marzo de 2008

Cartas

Ayer Javier Marías escribía un artículo interesantísimo en El País Semanal donde contaba que su padre - Julián Marías - estaba totalmente en contra de publicar las cartas de los escritores tras su muerte.

Es un tema que me interesa mucho y el artículo me pareció estupendo. Julian Marías me recordaba al marido de Charlotte Brontë, Arthur Bell Nicholls, que amenazó con censurar las cartas de su mujer si Ellen Nussey - que recibía cartas de lo más interesantes y detalladas de Charlotte que a Arthur le daba miedo que cayeran en las manos equivocadas - no se comprometía a quemarlas inmediatamente después de haberlas leído. Al final se produjo un "vacío legal" porque aunque Ellen mandó en una hoja aparte su juramento solemne de quemar las cartas, nunca llegó a hacerlo puesto que aseguraba que Arthur sí que estaba censurando las cartas de su mujer y por tanto no cumplía su parte del trato.

Justamente hoy, 31 de marzo, es el aniversario de muerte de Charlotte Brontë en 1855 y ¿al final qué pasó cuando estos dos se quedaron solos sin Charlotte para hacer de mediadora en sus propios asuntos? Pasó lo que a Julián Marías y a Arthur Bell Nicholls no les gustaba: que muchas cartas de Charlotte - cada vez más, y eso que algunas sí que fueron destruidas - vieron la luz. Arthur Bell Nicholls, tan criticado siempre, tenía en su mano vetar cualquier publicación ya que él poseía el copyright sobre cualquier escrito de su mujer y al final siempre transigía por mucho que le doliera después, como cuando se publicaban cartas donde Charlotte le describía "sollozando como una mujer nunca solloza" y que le convertían al pobre en el hazmerreír de Haworth, un pueblo de hombretones del norte.

Realmente no sé qué le hubiera parecido a Charlotte ver gran parte de su correspondencia publicada - y recogida en tres volúmenes espectaculares - pero sí que sé que no sólo a Arthur le hubiera dado algo de haber llegado a ver salir a la luz las apasionadas cartas que Charlotte le mandó a su profesor (casado) de Bruselas, el señor Heger. En la foto se ve una de estas cartas, rota por alguien y remendada por alguien sin que se sepa muy bien - aunque las teorías abunden - cuándo y quién hizo una cosa y cuándo y quién hizo la otra. Pero las cartas, o algunas de ellas, se conservaron y en 1913 los hijos del profesor las donaron al Museo Británico, haciendo más por desmontar el mito de la Charlotte beata que mil teorías de eruditos sesudos.

Ver estas cartas al natural - bueno, vale, con un cristal de por medio - impresiona mucho, como también leer con tus propios ojos las palabras de Charlotte tal y como las leyó el destinatario original y no transcritas y reimpresas en un libro (por bueno que sea el libro). El verano pasado sí que pudimos ver - sin cristal de por medio - algunas cartas recién adquiridas por la Brontë Society y eso, pese a ser cartas poco conocidas y sin particular interés, impresiona aun más, aunque casi puedas oír a Arthur Bell Nicholls revolverse en su tumba mientras tanto.

Todo esto para decir que yo no lo tengo tan claro como Julián Marías. Entiendo bien que la correspondencia privada es privada; entiendo bien la postura de Arthur Bell Nicholls; entiendo bien que es una traición publicar abiertamente algo que alguien ha contado en privado a modo de confidencia. Pero también entiendo que mis tres volúmenes de cartas de Charlotte Brontë casi tienen un altarcito propio en nuestra estantería; entiendo que cada vez que leo de nuevo que tal persona o tal otra destruyó sus cartas de Charlotte me da muchísima rabia (¿y no da rabia también que Cassandra Austen destruyera la mayoría de las cartas de su hermana Jane?); entiendo que adoro leer las cartas de Charlotte con todo lo que cuentan.

Mi padre se indignaba ante los argumentos de los estudiosos o críticos y de los herederos, los primeros para publicar las correspondencias privadas, los segundos para permitirlo y venderlas. “Tenemos derecho a conocer cualquier texto de tal o cual autor, aunque sea privado y así fuera concebido, porque arrojará luz sobre su obra”. Nadie tiene derecho a asomarse a la intimidad de una persona, decía él, por muy pública que ésta fuera y mucha curiosidad que suscite su vida. Que alguien publique libros no es razón para que tras su muerte se enseñe cuanto no escribió para la imprenta. La obra ahí está, y arroja luz por sí sola. Yo estaba bastante de acuerdo con él en esencia, pero siempre le preguntaba lo mismo: “Si aparecieran hoy cartas de Cervantes o de Shakespeare” (del primero no quedan y del segundo alguna insignificante tan sólo, si no me equivoco), “¿tú no querrías leerlas? ¿Acaso no te interesarían?” A lo cual me respondía que sí, claro, pero que ellos estaban muy lejanos en el tiempo. Y yo le contestaba: “Todos lo estarán, un día. Y si tanto te molesta esta práctica, ¿por qué no destruyes las que tienes de escritores importantes? De Guillén, de Salinas, de tu maestro Ortega”. A eso no solía tener respuesta, o al menos no convincente.

Este párrafo del artículo de Javier Marías acaba conmigo porque asiento ante todo lo que se dice, de un lado y de otro. Qué complicado.

domingo, 30 de marzo de 2008

Una hora menos

Y qué raro es tomar el té de la tarde con tanta luz.

sábado, 29 de marzo de 2008

Mercè Rodoreda: La mort de la innocència, en el Palau Robert

Ayer teníamos el ambicioso plan de ir a dos exposiciones por la tarde. Claro, fuimos a una y gracias. Por suerte, la otra dura hasta el 30 de septiembre así que digo yo que algún rato encontraremos para pasarnos, aunque sea el mismo 30 de septiembre justo antes de que cierren el museo.

La que sí vimos, Mercè Rodoreda: La mort de la innocència, es una muy curiosa sobre cuatro libros de Mercè Rodoreda (La plaça del Diamant, Mirall trencat, La mort i la primavera y Quanta, quanta guerra...) y gratuita en el Palau Robert, parte de los eventos conmemorativos del Año Rodoreda. Manuel y yo sólo conocíamos bien La plaça del Diamant, aunque tenemos Mirall trencat en casa, pero la verdad es que aun así la exposicíón resulta interesante y da ganas de leer los libros. Es pequeñita y muy original. Está dividida en cuatro zonas, cada una con un olor, (y postales, como en la foto), de las cuales la más grande es, claro, la de La plaça del Diamant. Tiene entrevistas y fragmentos escritos así como leídos de la novela y también expuestos están objetos clave de la novela. El resto son parecidos, muy bien presentados, aunque más breves. Además dan, también gratis, un librito/cuadernito de lo más completo sobre las obras que se tratan así como fotos personales de la autora.

Al salir pasamos un rato en el poco conocido pero muy confortable jardín del Palau - aunque no estaba el día muy para ello - y nos fuimos a explorar una librería inglesa en la que yo sólo había estado brevemente una vez pero que me gustó: Come in, en Balmes 129. Y sí, la exploramos bien y a fondo, porque salimos con tres libros.

Después un ratito de Starbucks y a casita, donde inauguramos la noche de viernes (nueva temporada de la noche de martes antigua). Sobre la serie que vimos ya hablaré, que tiene mucha miga.

viernes, 28 de marzo de 2008

Muñecos literarios

Aprovecho (de refilón) para escribir esta entrada que hoy es el día triste en que Virginia Woolf, en 1941, dejó dos sobres azules en su casa, se fue camino del río y, antes de tirarse a él, se metió una gran piedra en el bolsillo y soltó su bastón, que más tarde encontraría su marido, Leonard Woolf, y que fue la única pista sobre su paradero aproximado hasta que tres semanas después hallaron su cadáver.

Además hace poco di con dos de los cinco volúmenes de sus diarios en una librería. Me llevé una sorpresa porque los creía descatalogados e imposibles de encontrar por aquí y menos a un precio tan asequible. A mí lo de tener las cosas a medias no me gusta, y menos ahora que sé que se pueden conseguir, así que se supone que cuando reciban los tres primeros me avisarán.

Pero no ha sido ese mi único hallazgo reciente relacionado con Virginia Woolf. El otro día, cuando hablé de nuestras andanzas turísticas, comenté que había encontrado un par de cosas con las que estaba encantada. Los hallazgos se ven en las fotos. Contra la voluntad de mi padre, que para evitar la tentación de comprar más cosas en tiendas de regalos decidía rehuirlas por completo, entramos en la tienda Laie del Caixaforum. Y claro, salimos muy mal parados (pero cargados también).

Yo estaba de lo más satisfecha con mi - sorprendentemente barata para este tipo de cosas - Virginia Woolf (de la colección Oddfellows) y ya a punto de pagar (cuando consiguera dejar de pulular por esa tienda, cosa no tan fácil porque todo es chulísimo) cuando recordé que antes tenían algunos finger puppets (como el mío de Jane Austen) y que quizá tuvieran el de Virginia Woolf. Me acercaba a la mesita correspondiente cuando vi la famosa (sí, sí, famosa) action figure de Jane Austen. O sea, un muñequito articulado de los de toda la vida (o como un Action Man) pero de Jane Austen. Miré el precio, suponiendo de que esa sería la clave para dejarla en su sitio y me volvió a sorprender que fuera más barata de lo que imaginaba. Y de nuevo no podía dejarla ahí. Es que es monísima, acompañada con su librito de Orgullo y prejuicio y su pluma y su escritorio.

Así que estoy encantada con mis juguetitos literarios que no esperaba encontrar. Lo único que siento es que hasta se atrevan a hacer este tipo de cosas con Virginia Woolf (que parece que impone mucho) y sin embargo nadie se decida a sacarles jugo a las Brontë. Con lo bien que nos lo pasaríamos con unos cuantos juguetitos Brontë de este tipo.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Montblanc

Una entrada más acumulada desde estos días pasados de Semana Santa.

Mis padres ejercieron de mensajeros y me entregaron mi primer (primero y único serían los adjetivos reales) juego de pluma y boli Montblanc.

Desde que me lo dieron no he podido dejar de abrir y cerrar la cajita y el estuche de piel casi constantemente. Y está bien así, porque casi cada vez que lo abro veo o descubro algo nuevo. Por ejemplo, el mecanismo de poner y quitar el cartucho en la pluma de tiene impresionada.

Decidimos que comprar los cartuchos era la oportunidad ideal para entrar en una tienda Montblanc, pero al final por falta de tiempo nos tuvimos que conformar con la papelería de El Corte Inglés. A la hora de pagar yo tenía preparado un billete de 20 euros y me preguntaba si con eso sería suficiente. Fue una sensación extraña cuando la dependienta me dijo que eran 2 míseros euros (¡pero si unos Inoxcrom cuestan 1,80!). Creo que ha sido la única vez en mi vida que me hubiera gustado pagar más de lo que me piden, al menos en el momento. Menos mal que no hicimos todo el numerito de entrar en la tienda Montblanc del Paseo de Gracia, porque creo que nos hubieran echado a patadas.

El plumín, con sus dibujitos historiados, su logotipo, sus numeros secretos (no tan secretos, pero hasta ayer no descubrí que son los metros de altura del Montblanc) y sobre todo su escritura perfecta me tiene fascinada.

Tener una Montblanc en la mano es tener otra visión del mundo. El otro día, con el estuche siempre en la mano, Manuel me dijo algo de fregar y le hice callar y fregar a él porque ciertas cosas no son compatibles con tener un juego de pluma y boli Montblanc en la mano, ni siquiera hablar de ellas. También tengo tentaciones de firmar un montón de cheques sin fondo con ellos, ¿quién no se iba a fiar de mí cuando el plumín brillase con la luz y casi hiciera "clin" como en los dibujos animados?

A quien corresponde, otra vez: MUCHAS GRACIAS.

martes, 25 de marzo de 2008

Caperucita en Manhattan (o New York, New York)

Hacía mucho que no leía nada de Carmen Martín Gaite, y no precisamente por falta de cosas suyas que leer. Así que la semana pasada quise ponerle remedio al abandono, fui a la estantería y, como supuestamente tengo los libros ordenados cronológicamente (digo supuestamente porque últimamente no doy ni una con mis cronologías), vi que tocaba Caperucita en Manhattan. "Apropiado", pensé.

La historia, basada en la Caperucita de toda la vida, pero con algunos giros y cambios muy acertados me ha gustado mucho. Sobre todo me quedo con el personaje de Miss Lunatic. Y con el personaje secundario que es la ciudad de Nueva York y que Carmen Martín Gaite demuestra conocer de maravilla después de haber pasado allí largas temporadas. Me quedo también con las ilustraciones realizadas por la propia autora. Hay que ver, para no ser lo suyo, lo bien que se le daba.

En una de las primeras páginas del libro pone:

La ciudad de Nueva York siempre aparece muy confusa en los atlas geográficos y al llegar se forma uno un poco de lío. Está compuesta por diversos distritos, señalados en el mapa callejero con colores diferentes, pero el más conocido de todos es Manhattan, el que impone su ley a los demás y los empequeñece y los deslumbra. Le suele corresponder el color amarillo. Sale en las guías turísticas y en el cine y en las novelas. Mucha gente se cree que Manhattan es Nueva York, cuando simplemente forma parte de Nueva York. Una parte especial, eso sí.

Se trata de una isla en forma de jamón con un pastel de espinacas en el centro que se llama Central Park.

Y la razón de que cuando cogí el libro pensé que era apropiado y de que ahora copie eso es que después de algunas semanas rumiándolo, justamente la semana pasada Manuel y yo reservamos nuestras vacaciones, que no tienen otro destino que la isla en forma de jamón que es Manhattan. ¡Sí! Por unos poquitos días en agosto nos vamos a la Gran Manzana. El antídoto perfecto para que Carmen Martín Gaite no me pusiera los dientes demasiado largos. También tengo pendiente hojear de nuevo su colección de collages, etc., que aparece en su Visión de Nueva York, así como fragmentos señalados de sus Cuadernos de Todo.

Pero no sólo eso. Mis padres, que cuando llegaron el miércoles por la noche se parecían bastante a los Reyes Magos, nos trajeron un par de libros preciosos de viaje: uno de Londres y otro, de lo más acertado, de Nueva York. Un cuaderno de viaje que resalta los lugares que no nos podemos perder (aunque Manuel ya haya estado) con acuarelas en vez de fotos. Imprescindible leerlo y mirarlo bien de cabo a rabo para ir bien preparados cuando crucemos el charco hacia otro continente.

De momento (y desde que empezaron los planes y las especulaciones) no podemos dejar de tararear esto:



Start spreading the news, I'm leaving today
I want to be a part of it - New York, New York
These vagabond shoes are longing to stray
Right through the very heart of it - New York, New York

I want to wake up in a city that doesn't sleep
And find I'm king of the hill - top of the heap.

Noche de martes: Daphne

¡Qué despiste! Con tantas entradas acumuladas ya me olvidaba de comentar nuestra última película de noche de martes. Digo bien la última, porque hoy no tendremos la sesión de cine habitual. Y no es que se nos hayan acabado precisamente las series apropiadas, porque de esas tenemos para dar y tomar, sino que hemos cambiado de día. Ahora será probablemente noche de jueves o viernes (está por decidir), pero el contenido (siempre literario) será el mismo, con una inauguración de nueva temporada por todo lo alto.

Así que justo hace hoy una semana por la noche veíamos, de despedida, Daphne, una película para televisión de 90 minutos que realizó el año pasado la BBC basada en un capítulo de la vida de Daphne du Maurier para celebrar que se cumplían 100 años de su nacimiento. Yo renové mis ganas de verla cuando estuve leyendo Daphne de Justine Picardie. Dicho y hecho.

Está basada en un descubrimiento que hizo Margaret Forster mientras escribía su biografía (que cada vez tengo más ganas de conseguir y leer y me daría de tortas cada vez que recuerdo aquella vez que tuve en Londres una copia de segunda mano en buen estado y baratísima y que dejé donde estaba). Habla de la relación de Daphne con la, por lo visto muy famosa, actriz Gertrude Lawrence. De hecho Manuel sabía más de Gertrude Lawrence que de la propia Daphne.

La historia está bien contada, los actores son buenos y el mar siempre de fondo. La única pega que le vimos es que no todo el mundo está muy familiarizado con la vida de Daphne du Maurier, con lo cual hay veces que notas que te faltan algunas cosas para verdaderamente entender otras que están pasando. Lo mismo pasaba, supongo, con Miss Austen Regrets, por ejemplo, pero creo que más gente conoce en líneas generales la vida de Jane Austen que la de Daphne.

Una de las cosas que más me gustó, eso sí, fue que de vez en cuando había emisiones (actuales) tipo No-Do inglés que contaban que Daphne llegaba a Estados Unidos o que su marido volvía de la guerra.

Conclusión: que igual cuando hayamos leído la biografía y sepamos más de la vida de Daphne podremos disfrutarla más, pero de momento como historia, sin importar si era real o no, nos pareció interesante.

lunes, 24 de marzo de 2008

Turismo

Quién lo hubiera dicho. Unos días sin escribir nada por aquí y ahora de golpe me encuentro con un montón de entradas pendientes de ser escritas. Es que estos días han dado mucho de sí.

Pero empecemos por la base de todo. Con mis padres de visita hemos andado un montón (tanto por la superficie como por los subterráneos, que los transbordos normales del metro de Barcelona suelen ser como los largos que avisan en los mapas de metro de Madrid y que todo el mundo evita). El tiempo acompañó bastante, además, y hemos comido cosas riquísimas para reponer fuerzas. Por supuesto siempre quedan cosas por ver, pero creo que nos cundió más que al turista medio con tanto ir y venir.

También he descubierto que la tentación irrefrenable de entrar en todas y cada una de las tiendas de museos y demás que se ponen en mi camino es herencia paterna. Todo el día hoy tengo pendiente organizar mis recuerdos, muchas veces cortesía de los visitantes (caramelitos y puntos de lectura del Palau de la Música, una minitacita de Gaudí, lápices, postalitas, etc.). Además ayer la última tienda de museo que visitamos incluyó un par de hallazgos con los que estoy encantada, pero eso queda para otra entrada.

En fin, que hemos estado de maravilla estos días. Comparto aquí unas cuantas cosas de las que hemos visto (de las doscientas y pico fotos tomadas estos días).

La Sagrada Familia donde oímos a un turista listillo usar la poco afortunada - y totalmente errónea - expresión de "es que la Catedral de Barcelona no la conoce ni Dios".

Santa María del Mar, desbordada por las horas de turistas que han leído La catedral del mar, pero tan bonita como siempre.

Impresionantes monas de Pascua por todas partes. Y nosotros cumpliendo con las dos tradiciones: huevos de Pascua ayer como en Madrid y huevos de Pascua hoy como en Barcelona.

¿Barcelona o Japón?

Barcelona vista desde el MNAC, subiendo hacia el Estadio Olímpico. Ya puse la misma vista pero por la noche hace un tiempo.

Y finalmente los preciosos tilos en flor en la pequeña joyita hecha parque que es el Turó Parc.

martes, 18 de marzo de 2008

Cuando el refugio es el subsuelo

Lo hemos conseguido. Cargados hasta los dientes y yo estrenando además lentillas, nos hemos pasado por la exposición de la estación de Universitat de la que hablé ayer. Es pequeñita, pero muy bien montada y desde luego pone los pelos de punta.

Se oyen sonar las sirenas, se ven las tristemente enormes listas de muertos, las portadas y páginas de periódicos y esquelas en el suelo, los maniquíes caracterizados de gente de a pie que pasa allí el rato como buenamente durante tres días de 1938 (16, 17 y 18 de marzo) en los que los ataques aéreos sobre la población civil tenían lugar cada tres horas, pantallas informativas y carteles de propaganda de la época. Muy bien recreado. Y muy triste.

En el listado enorme, como en la página web, me ha impresionado de nuevo ver a la tía de mi abuela, aunque ella no pertenezca a los muertos de 1938. Pero lo que en la web no vi fue la enorme lista ininterrumpida de mujeres sin identificar (en la foto).

La exposición tiene un guía al que se le pueden hacer preguntas, yo le he preguntado alguna duda y me ha aclarado alguna cosa que otra. Pero es imposible saber ciertas cosas ya.

En otro orden de cosas, hasta el lunes creo que no podré aparecer más por aquí. Buena Semana Santa.

lunes, 17 de marzo de 2008

1937

El miércoles por la noche recibiremos visita y mañana martes tenemos como un millón de cosas que hacer. No todo está relacionado con la visita y no todo tendríamos que hacerlo mañana. Ejemplo de esto es que yo estoy empeñada en que pasemos por la estación de metro de Universitat a ver la exposición que hay montada. Es una especie de recreación de un refugio de la Guerra Civil junto con fotos e información.

Y es que se cumplen 70 años de los peores, pero no los únicos, bombardeos de Barcelona, como muestra esta página dedicada a los actos conmemorativos, carteles de propaganda y algunas fotos terribles tomadas por Agustí Centelles. La página también incluye un impactante listado completo de las víctimas. Una debería desear que no saliese ningún familiar, por remoto que sea, pero lo cierto es que sale una tía de mi abuela (así como una horrible cantidad de gente sin identificar) que murió en los bombardeos de julio de 1937 (por eso hacía yo hincapié antes en que los que ahora se conmemoran, los de 1938, fueron los más graves pero no los únicos). Hace meses di con ella buscando precisamente información relativa a una historia que contaba mi abuela sobre una tía suya muerta en la guerra. A la tía de la historia, con otro nombre, sigo sin encontrarla, ni siquiera ahora que sería tan fácil dar con ella. En cambio encuentro a esta otra y me pregunto si no será la misma aunque con diferente nombre, una mezcla de historias.

domingo, 16 de marzo de 2008

PhotoFriday :: The Good Life



El PhotoFriday es mucho más complicado de lo que parece. Cuando esa semana vi que el tema era la buena vida, pensé que tendría montones de fotos para elegir. Terminé seleccionando dos a duras penas, y esta ha sido la que más me ha convencido al final.

Un delicioso helado de vainilla inglés en los Museum Gardens de York en un día de agosto 2007 en que el tiempo estaba verdaderamente loco (o inglés auténtico).

sábado, 15 de marzo de 2008

Más Sondheim

Cada vez que vamos a ver algo relacionado con Sondheim (y eso son más veces de las que parecen) al día siguiente tengo mono de su música. Así que mientras escribo esto suena la BSO de Sweeney Todd, después de que Manuel ma haya dejado también la del reparto original de Broadway (con más canciones). Ayer me dijo que estaba haciendo un cursillo intensivo de Sondheim (y es cierto) pero también esta mañana le he dicho yo que desaprovecha las oportunidades de darme más Sondheim. ¡Como si tuviera poco repertorio ese hombre!

Y es que ayer el espectáculo Déus del teatre, somrieu (Dioses del teatro, sonreid) en el recién estrenado y acogedor Teatre Gaudí me gustó mucho. Salían bastantes canciones que ya conocía, pero también algunas que nunca había oído y me gustaron mucho.

Las canciones eran - salvo la última, de Sunday in the Park with George - traducidas al catalán. Siempre antes de entrar pienso que no me voy a enterar de nada, pero luego siempre me entero bastante bien (claro que si pierdo alguna palabra suele ser la palabra clave), pero como decían ayer en la primera canción (aquí el texto original en inglés):

Don't say "What?"
To every line you think you haven't got.
And if you're in a snit
Because you've missed the plot
(Of which I must admit
There's not an awful lot),
Still, don't
Say --

2nd ACTOR:
What?

Todas las instrucciones de esa canción eran no sólo muy divertidas sino también de lo más apropiadas (apague el móvil, no tararee las canciones que conozca, abra las chocolatinas antes de empezar, etc.) porque el teatro es pequeñito y se tomaban muy en serio. Nosotros estábamos en la primera fila, al mismo nivel que el escenario, que está rodeado de butacas por los cuatro costados.

Conclusión: que nos gustó mucho y vimos la Sagrada Familia de noche (de las tres únicas veces que la he visto en mi vida, dos han sido, curiosamente, de noche).

¡Y aún tenemos un espectáculo más de Sondheim en abril!

viernes, 14 de marzo de 2008

Fira de Rams

Hace unos días leí en Café con leche, por favor que había una feria de cara al Domingo de Ramos. Las fotos me gustaron mucho y me pareció que tenía que ser curioso verla. Además luego oí en la radio que también lo comentaban y se lamentaban de que cada vez menos gente los compra. Ayer hablando con mi madre por teléfono se lo conté y de repente me vino a la imagen esta foto suya de cuando era pequeña y vivía aún en Barcelona. En el mismo momento le pedí permiso para ponerla en el blog y como me fue concedido aquí está ella, luciendo su espectacular ramo. ¿Quién sabe si la foto está tomada cerca de la feria?

Así que esta mañana he ido por fin a cambiar las sábanas (las de ahora no son amarillas, pero también son muy monas, de hecho el otro día había dudado entre estas y las otras, y, lo mejor de todo, es que se arrugan poco) y a comprar, con bastante antelación y de forma totalmente imprevista, el libro de Sant Jordi (¡el 23 de abril!) para Manuel. Y he descubierto también dos para mí, aunque me han prometido que tenían más de los que buscaba en otra tienda y después de darme el paseo ha resultado que el inventario no era muy fiable. Pero hacía buen día, calor incluso a ratos, y no importaba. Así que cargada con todo ello me he ido Rambla de Catalunya arriba. La feria está en el bulevar, con más puestecitos de los que esperaba y a cada puestecito me iba gustando más. Y es que me ha encantado. No sólo los ramos son espectaculares, sino también las moñas que venden para adornarlos de mil estampados diferentes y los adornitos para que los niños cuelguen de sus ramos.

Y también había más gente comprando de la que esperaba. Claro está, no había aglomeraciones ni niego que el gremio esté "en crisis" pero lo ponían tan negro en la radio. Ya imagino, eso sí, que no tendrá nada que ver con lo que era antes.

He estado un buen rato pululando por los puestos y haciendo muchas más fotos de las que estoy poniendo aquí. Me ha costado mucho decidirme por cuáles poner. Muchos ramos estaban envueltos para evitar que se estropeen y para que luego le sea más fácil a la gente llevárselo a casa, pero también había algunos puestos que las tenían ya plenamente montadas, con adornitos y todo. Y la verdad es que, incluso las más sencillas, con todos los colores quedan preciosas.

Yo no estaba para comprar una grande o excesivamente delicada así que he optado por comprar una de las pequeñita que, a juzgar por el tamaño, parece que casi tiene aun más mérito.

Luego he quedado para volver a casa con Manuel, que tiene el resfriado más grande del mundo, y dentro de un ratito nos iremos a nuestro evento de hoy, más Sondheim barcelonés.

(Ha quedado una entrada un tanto laberíntica de leer con tanta foto.)

jueves, 13 de marzo de 2008

The English, de Jeremy Paxman

Como ya dije cuando compré The English, de Jeremy Paxman, gran parte de la atracción era su portada. Y sí, hojeándolo no tenía mala pinta, pero es bastante probable que de no haber tenido este aspecto me hubiera pasado desapercibido. También dije que no me suele ir demasiado mal en eso de juzgar los libros por su portada, y no mentía. The English me ha gustado muchísimo y lo considero todo un hallazgo. De hecho, ahora quiero leer un montón de los libros que menciona y alguno más que se ha publicado después sobre el tema de por qué los ingleses son como son, qué los hace ser así, etc. Ya cuento con uno que cayó en mi último cumpleaños: In Search of England, de H.V. Morton y del que leí parte durante el verano, pero ahora sé que debo leerlo entero. Y por supuesto Notes from a Small Island de Bill Bryson, aunque Paxman no sea un fan y yo me enfadara con Bill Bryson leyendo Neither Here Nor There, a mí Notes from a Small Island (como sabe la única lectora) me parece imprescindible y divertidísimo. Pero resulta que hay más, muchos más. Ah, la anglofilia.

Esta era también la base de este libro, aunque al final no haya muchas respuestas a pesar de muchas indagaciones. Gran parte del caracter inglés, eso sí queda claro, viene dado por el hecho de estar en una isla. También me gusta que el libro se centra y trata de distinguir lo que son los ingleses de lo que son los británicos (concepto más político y reciente).

Lo mejor de todo es que los ingleses y su forma de vida ideal y estereotípica es más utópica que otra cosa. La vidad rural y tranquila, con el té y las bicicletas es más idílica que verdadera. Parece ser que ni siquiera exisitió nunca del todo y que cuando existía algo similar no era algo que se apreciase especialmente. Así que los ingleses, tan recelosos de la Unión Europea, añoran e intentan defender una vida con la que creen identificarse pero que nadie sabe muy bien dónde encontrar.

Y así, intentando dar con los rasgos del inglés de pura cepa, vamos descubriendo cosas sobre la Segunda Guerra Mundial, la Revolución Industrial, por qué los ingleses hablan tanto sobre el tiempo, por qué beben tanto (no hay conclusión), por qué les gustan tanto los deportes/juegos, por qué les gustan tanto las palabras en general y escribir en particular (una teoría muy interesante) y un largo etcétera. La mayoría de las veces todo está contado con rigor pero con mucho sentido del humor también.

Tengo mucho trozos favoritos, ya en la primera página me estaba riendo a carcajadas, pero quizá mi favorito sea este:

One consequence of this English obsession with privacy and individualism has been to create a people who are not easily led. They distrust exhortation, and the further away they are from metropolitan life, the stronger their cussedness. [...] The Bishop of Norwich was told by his predecessor, 'Welcome to Norfolk. If you want to lead someone in this part of the world, find out where they're going. And walk in front of them'.
Esta obsesión inglesa con la intimidad y el individualismo ha dado lugar a un pueblo que no se deja llevar fácilmente. Desconfían de las exhortaciones y cuanto más alejados se encuentran de la ciudad, mayor es su cabezonería. El obispo de Norwich recibió este consejo de su predecesor: "Bienvenido a Norfolk. Si quieres guiar a la gente en esta parte del mundo, averigua a dónde van y camina a la cabeza."

Yo no tenía ni idea de quién era Jeremy Paxman, el autor, pero parece ser que es bastante conocido por esas tierras. En YouTube se pueden ver algunos vídeos suyos poniendo en apuros a Tony Blair (y más gente) o dando partes meteorológicos únicos en su informativo nocturno.

Una buena compra, sí.

miércoles, 12 de marzo de 2008

A rey muerto, rey puesto

Creo que cuando hace un mes escribí esta entrada celebrando la larga vida de nuestra flor de Pascua la gafé. Desde entonces ha ido perdiendo hojas y poniéndose mustia. Hasta llegar al día de hoy en que le queda una triste hoja en declive. Aún la tenemos de cuerpo presente porque Manuel se niega a tirarla hasta que no se le haya caído la última hoja. Aun así, dos meses y pico para una flor de Pascua no está mal, es una buena vida. Aunque habría estado bien que hubiera resistido hasta Semana Santa.

Pero en fin, creo que un día de estos me dejaré llevar por lo de "a rey muerto, rey puesto" y plantaré por fin mi girasol de Muji, a ver si nos sale mejor que las fresas que, directamente, no salieron.

martes, 11 de marzo de 2008

Diferencias

Hoy hace un día buenísimo. Aunque he tenido un momento de pánico cuando, después de decidir que dejaba el abrigo en el armario y me ponía sólo una chaqueta, he salido a la calle y he notado más fresquito de lo que esperaba. Ha sido momentáneo porque para cuando he vuelto estaba cocida.

Entre otras diferencias más obvias, he observado estas entre las otras marujillas que compraban y yo:

- Que al salir, cargada con las bolsas, no he podido evitar ponerme a hacer fotos de las florecillas que había en la puerta. Para asombro de más de una señora.

- Que una vez más he querido ir por el camino rápido adelantando a otras marujillas y, como siempre, aunque nunca me acuerdo, he acabado teniendo que saltar el desnivel que hay entre el atajo y el camino largo. Un día se me desfondará una bolsa en pleno aterrizaje y las marujillas se reirán, con razón, de la chica-esa-que-hace-fotos-en-la-puerta-de-Caprabo.

- Que después de saltar me he ensimismado pensando en estas cosas y me he separado del redil sin darme cuenta para acabar en la calle con más viento del mundo y dando un rodeo para llegar a casa. Menos mal que hacía buen día.

lunes, 10 de marzo de 2008

En amarillo

Tener visita en Semana Santa es una excusa como otra cualquiera para ir a comprar sábanas.

Había visto que en El Corte Inglés tenían buenas ofertas en la Semana Fantástica y quería aprovecharla. La buena dependienta me ha enseñado amablemente todas las que tenían rebajadas. Todas me han parecido estampadas muy a lo bestia y pese a las bondades del precio no me veía durmiendo en ellas. Casi sin darme cuenta he pululado hasta donde siempre pululo, hasta la sección de Bassols. La dependienta se ha acercado a decirme que esas precisamente no tenían rebaja. Ya lo sabía, pero el amarillo ya me había cautivado.

Nunca pensé que me declararía fan de una marca de sábanas, o que escribiría una entrada sobre marcas de sábanas. Pero Bassols son una maravilla. Los colores son todos preciosos y, lo mejor de todo, se arrugan poquísimo. No como otras que tenemos (muy bonitas, eso sí) de Royalife que se arrugan con sólo mirarlas.

Y ya que estoy con las sábanas. No me gusta nada eso de que las vendan por separado en Ikea o en Zara Home. A mí me gusta que ya me den los colores combinados, las medidas adecuadas y, sobre todo, todas las piezas necesarias juntas. Una vez intenté comprar un conjunto de sábanas en Zara Home y renuncié. Cada vez que creía que tenía la combinación de colores ideal resultaba que la última pieza de ese tamaño en ese color estaba agotada. A las tres veces o así renuncié. Creo que ese día fue el que descubrí Bassols.

Editado al día siguiente: ¿Y que después de la entrada y todo a lo mejor voy y las cambio? Es que luego descubrí - mal hecho, debería haberme enterado al comprarlas - que son 100% algodón, o sea, un gran mar de arrugas en potencia.

domingo, 9 de marzo de 2008

PhotoFriday :: Surreal



El tema del PhotoFriday de esta semana es Surreal. Y después de buscar entre mis fotos he descubierto que la inmensa mayoría son de lo más racionales. Ya había subido poco convencida una foto del Museo Dalí en Figueres cuando me he acordado de esta. Un poco monótono poner dos semanas seguidas fotos de las ovejas de los páramos, pero ya dije que daban para mucho. Y soy incapaz de resistirme a esta foto, porque la imagen siempre me hace tanta gracia como cuando las vi y me apresuré a sacar la cámara pensando que se me escaparía el momento y alguna se movería. Pero no fue así, y de hecho después de un rato de observarlas, ya con la foto sacada, nos alejamos y así seguían.

Sí, para mí el surrealismo son tres ovejas de un páramo de Yorkshire jugando a las tres en raya.

sábado, 8 de marzo de 2008

Marlango en el Palau de la Música

Impresionante. Así de simple fue lo de ayer de Marlango. Qué pena no tener entradas para repetir esta noche. Cuando Leonor Watling dijo "nos podíamos quedar a vivir aquí" o propuso actuaciones cada fin de semana creo que por lo menos la mitad del público (el Palau estaba lleno) se hubiera apuntado. Digo sólo "más de la mitad" porque supongo que mucha gente iba de acompañante, no porque piense que disfrutaron menos.

Pero aunque la mayor parte del éxito fue de Marlango, el entorno no era para menos. Era la primera vez que entraba en el Palau y me pareció igual de impresionante que la actuación.

Y Marlango no sólo estuvieron de maravilla en las canciones sino también en todos los comentarios entre canciones. Leonor estuvo más callada de lo que imaginaba, pero el pianista, Alejandro Pelayo, estaba de lo más charlatán. Creo que entre los dos, si algún día dejan la música (que esperemos que no), pueden formar un dúo cómico y seguir llenando sitios. Los comentarios sobre la actuación cancelada del 1 de febrero fueron divertidísimos.

Sólo hubo dos pequeñas "decepciones". La primera fue que no cantaron It's All Right y la segunda que pidieron que el público sugiriera canciones (suyas, a ser posible, como aclaró Alejandro Pelayo) y verían de tocarlas. Me sorprendió que mucha gente optó por Madness (lo mejor fue la que gritó "cualquiera"). Y aunque la fueron prometiendo a lo largo del concierto, llegó el final y no la habían cantado.

Pero para compensar hubo muchas sorpresas. Como la versión de Vete (¿Marlango en castellano?), que por lo visto es una canción super flamenquilla de Los Amaya (yo no la conocía) y que ellos han convertido en una canción espectacular (de la BSO de Malas Temporadas). Cerraron el concierto con una versión perfecta de Can't Take My Eyes Off You (el enlace no es del concierto de ayer, sino de uno de Madrid). Otra de las sorpresas fue Pequeño Vals, otra de mis canciones preferidas (la cambio sin problemas por It's All Right, y tampoco es como si el resto de canciones no me gustaran). Pongo aquí el vídeo que alguien que estuvo allí (y se saltó las normas de no grabar que yo, muy formalita, cumplí a rajatabla. Pero en YouTube hay una mina). Oídla:

viernes, 7 de marzo de 2008

Marlango, por fin

Pues sí, ayer mientras se hacía la sofisticada cena (pizza, en el microondas), yo me dedicaba a jugar con la frigopoesía. Las opciones para describir los planes de hoy eran limitadas porque no hay imán con la palabra concierto, mucho menos con Marlango. Así que el mensaje quedó general pero entusiasta.

Menos mal que el concierto no es al aire libre, porque hace bastante mal día. El concierto es en el Palau de la Música, que justo este año cumple 100 años. Así que estaremos resguardados del frío en pleno esplendor modernista.

Esta semana he oído mucho Marlango, como debe ser, pero ahora tengo puestos sus discos en orden cronológico. Lo que me gusta a mí el orden cronológico en las cosas. Pero también me gusta derribar mitos de vez en cuando. Hay quien (me) dice que Marlango son tristes y monótonos. Yo no estoy de acuerdo, y para muestra un botón. It's all right es una de mis canciones preferidas de Marlango y no creo que le falten ni alegría ni variedad. Ojalá suene esta noche. Además el vídeo es muy divertido, dirigido por Isabel Coixet.



There's a choreography in traffic jams,
a weird poetry in people walking by,
there's music in the streets,
and harmony in machines,
there's everything I need to do, a little dance for me.

So come on and do your little dance,
do your little dance for me,
there's everything you need to do, a little dance for me!

jueves, 6 de marzo de 2008

Daphne

Este libro con esta portada espectacular (diseñada por Alison Lang) es Daphne, de Justine Picardie. (Aquí se pueden leer - en inglés - las primeras páginas.)

Es complicado explicar de qué va, porque son tres historias y cada historia incumbe a un montón de personajes, unos ficticios y otros reales. Primera historia: Daphne du Maurier, autora de Rebecca y tantas otras novelas, está en plena crisis en el año 1957. Segunda historia: A. J. Symington, en ese momento, hace veinte años que dejó atrás sus días de gloria trabajando prestigiosamente para la Brontë Society y otras bibliotecas de renombre donde se manejaban manuscritos Brontë. Al asociarse con T.J. Wise (famoso falsificador) y él mismo tener un concepto bastante liberal del sentido de la propiedad, su mundo se vino abajo y ahora lo único que tiene son unos cuantos manuscritos (muy valiosos, por otra parte). Tercera historia: esta sí es ficticia. Una joven que ve claramente su parecido con la segunda mujer de Max de Winter en Rebecca está fascinada por la correspondencia entre Daphne du Maurier y Symington.

¿Y por qué se escriben Daphne y Symington? Como explicarlo sería largo y complicado y dicen que una imagen vale más que mil palabras he aquí una foto de los libros que yo tenía entre manos mientras leía Daphne. En tres pasos de abajo a arriba: Daphne veía como su vía de escape escribir una biografía para rescatar del olvido al hermano de las Brontë, Branwell Brontë y no se había enterado de que Symington había caído en desgracia, así que recurre a él para que le asesore. Symington la ayuda de una forma un poco "quiero pero no puedo" y aprovecha para venderle a Daphne algunos de sus manuscritos de Branwell, de ahí el libro de poesía.

La idea de Daphne era demostrar que Branwell había sido más que el hermano de las Brontë pero a medida que avanzaba veía que no daba con ninguna obra maestra y su desesperación se nota en la propia biografía cuando a veces arremete contra Branwell y le llama cosas como poeta del tres al cuarto.

Lo más curioso en Inglaterra siempre es que todo el mundo (sobre todo en los círculos culturales) conoce a todo el mundo. Así, Daphne era prima de los niños Llewelyn Davies, que no son otros que los niños perdidos de Peter Pan. Tanto para estos niños como para Daphne y sus hermanas, J. M. Barrie era el "tío Jim" (aunque en realidad no era familia).

Así que me lo he pasado muy bien con la intriga literaria del libro, pero ahora se han añadido las ganas de leer más acerca de Daphne du Maurier (de la que Margaret Forster escribió una biografía). Comenzaremos por ver en breve un biopic que rodó el año pasado la BBC para celebrar el 100 aniversario de su nacimiento. Y se han renovado, como cuando vi Descubriendo Nunca Jamás por primera vez, las ganas de saber más sobre J.M. Barrie y los Llewelyn Davies (que tampoco fueron una familia muy afortunada). Está bien eso de que un libro anime a leer otros.

Por cierto que, siguiendo en la línea de que en Inglaterra todos se conocen, Robert Fox, el productor de, por ejemplo, Las Horas o Expiación, es descendiente (indirecto) de Daphne y ya ha comprado los derechos del libro para hacer la película. Suena bien.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Noche de martes: Miss Austen Regrets

Cómo engaña el día hoy. He salido del portal toda contenta porque hacía solecillo y no sé muy bien qué ha pasado, si casi se me vuela la sonrisa del viento que hace o se me queda congelada en la cara del frío que arrastra el viento.

El caso es que ayer era noche de martes y la semana pasada ya vimos la quinta y última entrega de Cumbres Borrascosas 1978. Ayer nos decantamos por la reciente producción de la BBC Miss Austen Regrets, que de momento sólo se ha podido ver, curiosamente, en Estados Unidos (bueno, y ayer en nuestro DVD). (Aquí hay fotos y trailer en inglés). En realidad es una única entrega de 90 minutos pero nosotros lo hemos dividido en dos de 45 minutos, así que aún no lo hemos terminado de ver.

De momento no está mal. Se presenta a Jane Austen como una celebridad literaria al final de sus días. Lo mejor es que muchas de las frases de los diálogos son sacadas tal cual de las cartas de la propia Jane Austen, por lo que captan muy bien su sentido del humor y su visión del mundo. Yo pensaba que un tal Doctor Haden que salía ayer era inventado pero acabo de ver en mi edición de las cartas que el señor era real y que Jane pronunció frases de las que salen en la serie.

Olivia Williams, que interpreta a Jane Austen, no termina de encajar con la imagen mental que yo tengo, pero está muy bien en su papel así que acaba con los "prejuicios" muy rápidamente. Imogen Poots, que hace de sobrina de Jane, está también muy bien y parece perfecta para interpretar, por ejemplo, a Marianne Dashwood de Sentido y Sensibilidad (hubiera estado muy bien en la versión más reciente, por ejemplo), quizá porque se parece tanto a Kate Winslet.

La conversación tonta de la noche fue gracias al señor Brook Bridges. Yo estaba casi segura de que era el mismo que el señor Carter en Cranford y Manuel no hacía más que decirme que tenía un aire pero no era. Y yo, según la luz, alternaba entre que estaba clarísimo que era él y que, bueno, quizá sólo se le parecía mucho. Y así todo el rato. Al final, claro, no es el mismo actor, aunque sí salía en Notting Hill, si eso es excusa de algo.

Para mí lo mejor casi de la serie y lo que casi me hizo sacar los pompones de animadora (y que me ganó una mirada de "será integrista" de Manuel) fue cuando Fanny le pregunta a Jane si Tom Lefroy (el famoso e insustituible e imprescindible para la carrera literaria de Jane Austen Tom Lefroy de La joven Jane Austen) fue "the one". Y Jane le responde con un clarísimo: NO.

La segunda parte promete.

lunes, 3 de marzo de 2008

Carquinyolis

A la izquierda pongo la foto de mi merienda de ayer. Y es que no dije que el viernes Manuel volvió cargado de dulces: coca (enorme y que voló en una cena y un desayuno), lazos de hojaldre y carquinyolis (los de la foto). Los carquinyolis, que yo no conocía hasta hace unos meses pero cuyo nombre me encanta, son extrañamente adictivos. El primero sorprende por lo duro que está y el miedo a romperte un diente, pero luego no puedes evitar coger un segundo, y un tercero, que ya no parecen tan duros.

Una combinación un poco rara la del té de vainilla con los carquinyolis, pero bien rica que estaba. ¿No se lleva tanto ahora la fusión en la cocina?

Y declaro por segunda vez la semana Marlango, ya que la anterior estuvo muy bien ambientada musicalmente pero terminó con la decepción de que habían cancelado el concierto.

Con un poco de suerte esta nueva semana Marlango tendrá final feliz el viernes.

domingo, 2 de marzo de 2008

PhotoFriday :: Fuzzy



El tema del PhotoFriday de esta semana es Fuzzy (adjetivo que indica que algo se ve borroso o que tiene pelusilla).

Tenía ya medio elegida una foto mucho más artística cuando llegué a esta por casualidad y me gustó más pese a ser bastante cutre. La foto es de agosto de 2004, con la cámara antigua, tomada junto a Top Withins (el supuesto modelo para el lugar de Cumbres borrascosas), en plenos páramos de Yorkshire. De camino hacía allí la cámara se había caído en un riachuelo (el famoso meeting of the waters que decían las Brontë) y sólo revivió allí arriba, pero sin haberse secado aún del todo el objetivo. De ahí que la foto sea fuzzy en todos los sentidos: tanto por la "pelusilla"/lana de la oveja como por verse borrosa.

Por cierto que esta oveja era divertidísima (como muchas de los páramos). Donde la mayoría de las ovejas salen huyendo en cuanto te ven acercarte, esta venía nada más oír algún ruido lejano como una cremallera que se abre quizá para dejar salir un sandwich. Y hasta se dejaba tocar después del chantaje. Aquí está posando con el estómago lleno.

sábado, 1 de marzo de 2008

Autoaprendizaje

Dicho y hecho. Ayer fui a la Setmana del Llibre en Català (que técnicamente dura dos semanas) y me llevé dos sorpresas. La primera fue que yo esperaba encontrar un montón de puestecitos de librerías y/o editoriales colocados al pie de la catedral y lo que me encontré fue, como se ve en la foto, una carpa con los libros distribuidos en estanterías por temas. Había carteles con listados de los colaboradores, pero no los veías físicamente.

La segunda fue que el chico que me atendió cuando le pregunté por un libro de autoaprendizaje de catalán que no encontraba debía de ser un profesor de catalán en paro o algo que me ayudó a elegir dos fantásticos libros de autoaprendizaje de catalán, sabiendo muy bien de lo que hablaba. Y además a muy buen precio con eso de la feria.

Y de complemento me compré otro libro de Mercè Rodoreda (aprovechando que es su año): Mirall Trencat (Espejo roto).

Así que ahora ya no tengo excusa para no aprender catalán a mi ritmo.

Por otra parte Manuel y yo nos debatimos desde hace días con una web que tiene algo que queremos desde hace mucho pero que se niega a darnos. Qué rabia.