Entrada dedicada a mi padre (que lee el blog) y que estará encantado (¡no!) de ver que no sólo tiene que "aguantar" la serie a medida que mi madre la va viendo (otra vez, que ella sí que la vio en su día) mientras le voy pasando copias de las temporadas, sino que ahora tiene una enorme entrada dedicada a "arriba-abajo-abajo-arriba", como él la llama.
Ya he comentado alguna vez que cuando algo existía desde hace tiempo y yo, por las razones que sea, he tardado en verlo, me dan ganas de tirarme de los pelos o algo así. Así que si se tiene en cuenta de que la última temporada de Upstairs, Downstairs (Arriba y abajo) terminó de rodarse en 1975, seis años antes de que yo naciera, y que he pasado toda mi vida con sólo un vago reconocimiento del nombre de la serie. A diferencia de muchos de los que leen esto yo no recuerdo haberla visto cuando la pasaron en TVE, aunque en mi casa por lo visto sí que se veía. Yo debía de estar jugando con mis bolsas en el pasillo mientras lo ponían (sí, jugaba con pasión con unas cuantas bolsas de plástico normales y corrientes de todos los tamaños; sí, sé que es raro (y sé que ahora las bolsas se consideran peligrosas para los niños pequeños), aunque quizá no tanto como el verano entero que acompañé a mis padres por todo Los Molinos con un bote de Cola Cao atado a una cuerda, simulando que era un perro llamado Cao. No me faltaban juguetes reales - a los que también sacaba mucho partido - pero tenía ciertas tendencias de juegos homeless). Total, que ahora que no juego con bolsas de plástico (aunque sigo reconociendo el potencial que tienen muchas y tiendo a guardar las exóticas que vienen de otros países, así que aún está ahí latente), así que he tenido que recuperar el tiempo perdido y desde que Ángeles mencionó la serie hace siglos ya no me la he podido quitar del todo de la cabeza.
Vi los primeros episodios por internet y me convencieron, pero verlos en el ordenador se me hacía un poco pesado; luego se complicó un poco la vida y lo dejé aparcado durante un tiempo... hasta que el seis de julio Manuel apareció con el pack de la cuarta temporada y abrió la caja de Pandora. Mi tía y mi prima continuaron su labor y me regalaron el resto de temporadas, salvo por la segunda, que no habían encontrado y que me produjo mucho malestar mientras veía la primera hasta que por fin pude comprármela. Para entonces yo ya era un caso perdido de adicción total a Arriba y abajo, haciendo a veces verdaderos malabares para conseguir colar un capítulo. Al principio, en verano, iba a un ritmo de capítulo por día (con alguna ocasión de festín y doble sesión) pero luego a veces era un poco más difícil hacer malabares y al final, con muchas ganas de ver capítulo tras capítulo, los malabares han sido menos, un poco por imposibilidad y un poco por alargar la serie.
Pero el martes se me acabó y me quedé huérfana de Arriba y abajo. Los Bellamy y sus criados me abandonaron y ahora echo mucho de menos hacer malabares para ver algo así de bueno.
Y es que, aunque llego muy tarde, Arriba y abajo ha sido una grandísima revelación. Debo reconocer que al principio no las tenía todas conmigo. Las series de la BBC - aunque esta es de la ITV - de los años setenta que yo conocía eran como un desierto en cuanto a calidad de guión y pensé que me iba a encontrar con algo muy bien recreado pero tirando a lento. ¡Nada más lejos! El desierto de guionistas de la BBC estaba causado porque todos los buenos debían de trabajar en Arriba y abajo. Me sorprendió mucho, por cierto, que no se dedicasen a temas trillados y clásicos, sino que muchas veces tratasen temas muy poco habituales en series de época. Muy innovadores y desde luego merecedores de todos los premios que se llevaron en su día.
Ah, qué maravilla. No puedo quedarme con nada en concreto porque me ha encantado todo. Cuando había cambios de personajes y temporadas yo siempre me temía lo peor, pensaba que ningún personaje iba a poder reemplazar el interés que suponía X (Marjorie, por ejemplo, o Elizabeth, la hija) pero luego llegaban los nuevos y yo me enganchaba igual. ¿Cómo es posible crear una serie en la que uno les coja cariño a todos los personajes? Pero no del gratuito, conseguido a base de buenas caras, sino del de verdad, como personas de verdad. Vale que los niños Bellamy, James y Elizabeth, son unos mimados que con su vida de ricos no se enteran de cómo es el mundo de verdad, vale que a veces dan ganas de abofetearlos, pero al final simplemente son irresistibles y, cuando se pegan el batacazo, es como si te lo hubeiras dado tú, aunque ya lo vieras venir desde hacía tiempo.
O el señor y la(s) señora(s) Bellamy, que probablemente no representen a un gran porcentaje de la sociedad real a la que representan según su atención y respeto por sus criados pero que, precisamente por eso, son dignos de admiración. Sus gestos para con sus criados nunca dejaron de sorprenderme de principio a fin, lo cual quiere decir que mi concepto de las clases altas es muy negativo.
La serie, discretamente, también demuestra que tener criados no era tan fácil como imaginamos., pero tampoco cae en el esnobismo de que tomes partido por los de arriba. De hecho el mérito de la serie - uno de los muchos méritos - recae en que el espectador es incapaz de tomar partido por los de arriba o los de abajo.
Porque los criados y sus vidas también son fascinantes, interesantísimos y, de nuevo, tratados como personas totalmente reales. Los problemas que pueden tener se tratan de nuevo de forma discreta. Puede que haya toques un poco irreales, pero para eso ya está la imaginación del espectador, ¿no?
Qué decir de los actores y los personajes a los que interpretan. El señor Hudson (interpretado por Gordon Jackson), con todo lo snob y "pelota" que puede llegar a ser me ha fascinado de principio a fin. El acento escocés, la tendencia a los sermones y el total y absoluto respeto a sus superiores me parecieron impresionantes. Lo mismo de Rose (interpretada por Jean Marsh, creadora, junto a Eileen Atkins, de la serie, a raíz de una conversación que tuvieron sobre sus madres, que habían trabajado en el servicio doméstico), con otros valores, otra forma de ver el mundo, pero una personalidad de carne y hueso. Y la señora Bridges, la enorme (figuradamente, ojo) señora Bridges. Fantástica interpretación de Angela Baddeley con final trágico, ya que la pobre falleció sólo meses después de terminar el rodaje a causa de una pulmonía. (Y breve mención a Karen Dotrice - en la foto de abajo la criada de más a la derecha - cuya cara me sonaba muchísimo sin saber de qué hasta que leí por ahí que, ¡claro! era la niña de Mary Poppins).
En fin, seguiría personaje por personaje, pero con destacar eso me conformo. Una breve mención también a la segunda señora Bellamy que también me ha encantado.
Y con todos ellos recorremos los 30 primeros años del siglo XX, llenos de cambios (buenísimo en uno de los primeros capítulos lo de mostrar la aspiradora "ultramoderna" o la llegada de la electricidad a casa), con una guerra de por medio (curiosamente uno de los capítulos de la guerra en que se cantaban canciones patrióticas coincidió justo con el día de la Last Night of the Proms donde se cantaban muchas de las mismas canciones: me hizo mucha gracia la coincidencia), cambios en las actitudes cotidianas, en el vestir, en la sociedad. Y todo con pequeñas sutilezas tremendamente británicas que, sin embargo, no quitan - de ahí el éxito - que la serie sea tan universal.
(Sobre lo que correré un tupido velo serán los subtítulos y el doblaje en español (que me parece espantoso (como todos, claro); yo lo veía en versión original con subtítulos en español. Los subtítulos están copiados a partir del doblaje por lo que no sólo la ortografía de nombres y lugares es bastante "libre" sino que además la traducción del doblaje original tiene brotes de creatividad (por llamarlos de alguna manera) de lo más libres y que no sé de dónde se han sacado. Por desgracia ahora no recuerdo ninguno en concreto, pero los ha habido tan buenos que he tenido que "guardar el momento" para ponérselo a Manuel porque, si se lo contaba no me iba a creer. El encargado de la traducción catalana, en cambio, por lo que pude ver comprobando los desatinos, no fumaba ni bebía mientras trabajaba, cosa que siempre se agradece).
Pero por lo que respecta a la serie propiamente dicha: una verdadera joya, más valiosa incluso que las de Lady Marjorie.
Ahora a ver qué tal se porta la BBC con la "continuación". Veremos si, como recomendaba Claudia en los comentarios, me engancho mientras tanto a Downtown Abbey, que también, creo va un poco en la misma línea. Pero como el vacío de Arriba y abajo no se puede llenar con otra serie, de momento me reservo el documental sobre la serie que hay por ahí. Y por supuesto muchas repeticiones de capítulos.
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Y sin tener nada que ver con el resto de la entrada y como hace unos días hablábamos de rimas infantiles, hoy es el famoso día de "Remember, remember the fifth of November" (en realidad conocido como la Guy Fawkes Night, la noche de Guy Fawkes), mecanismo que se activa por sí sólo en mi cabeza cada año desde hace unos años cada vez que paso, sin ningún tipo de asociación mental, la hoja del calendario del cuatro al cinco de noviembre. Con mi mala memoria para estas cosas, yo sólo soy capaz de recordar, a duras penas y con alguna laguna, los cuatro primeros versos:
Remember, remember the Fifth of November,
The Gunpowder Treason and Plot,
I know of no reason
Why the Gunpowder Treason
Should ever be forgot.
Guy Fawkes, Guy Fawkes, t'was his intent
To blow up the King and Parli'ment.
Three-score barrels of powder below
To prove old England's overthrow;
By God's providence he was catch'd
With a dark lantern and burning match.
Holla boys, Holla boys, let the bells ring.
Holloa boys, holloa boys, God save the King!
And what should we do with him? Burn him!
(Traducción aquí, por lo visto aquí se conoce porque la película V de Vendetta comienza así)