jueves, 18 de abril de 2013

Cajón de sastre de Haworth


Esta foto de mis pies hundidos en la nieve fue de las primeras que hice. En ese momento me impresionó la profundidad aunque luego pisaría en zonas más hondas. La profundidad de la nieve en mi mítica caída libre desde la lápida (extraña combinación de palabras) no se me pasó por la cabeza fotografiarla, pero la marca de las botas se perdió cubierta por la nieve. Con eso lo digo todo.

Lo bueno es que nuestra habitación del Old White Lion tenía tan buenas vistas que podíamos disfrutar del espectáculo sin temor a caídas, resbalones o similares y con carámbanos de regalo:




Oh, cómo me gustan las repisas de las ventanas de las casas inglesas. Sirven para cosas como estas:




Mi visita solitaria a la exposición temporal había estado precedida por el siempre agradable encuentro con la bibliotecaria de la casa-museo. La idea era que Manuel y Héctor viniesen también a saludarla y luego uno de los dos sacara a Héctor a la calle. Pero Héctor, un niño que normalmente se porta muy bien, eligió ese momento para tener un ataque de nervios. Dada la siesta épica que se echó después, fue todo a causa del sueño y, yo creo, un poco de frustración con la nieve también. Pero el caso es que tuve que ir yo sola a la biblioteca del museo - oh, sacrificio - y, puesto que tenían ganas de conocer a Héctor, excusarle diciendo que no entendía el tiempo, a lo que las dos presentes respondieron que ellas tampoco. Una conversación puramente inglesa.

Fue, como siempre, un rato agradable, lleno de conversación Brontë desmedida que imagino que, oída por algún desconocido, debía parecer de locos.

De allí salí feliz como después de cualquier charla absorbente y agradable y con esto (y muchísimas compras más de la tienda) debajo del brazo:



Hojeándolo me entretuve en jugar con el tiempo y el espacio. Una foto hacia el lugar en que, hace muchísimos años, tomaron la foto de la ventana desde donde yo estaba. ¿Tiene sentido? Es complicado. (En el edificio en segundo término la ventana que está más a la izquierda).



En fin, que espero que, una vez más, os haya gustado la crónica (y como siempre un nombre demasiado rimbombante para lo que en realidad es) de este viaje. Para los interesados por la literatura en general y las Brontë en particular: animaos a ir, sobre todo ahora que está la casa-museo redecorada. Es (casi) tan sencillo como esto:




A finales de agosto/principios de septiembre está el brezo en flor en los páramos y eso es algo que hay que ver. (Siempre que no nieve, ya que desde ahora esa siempre será una posibilidad de los viajes a Haworth).

Y no podía acabar sin mostrar a Héctor estrenándose en pisar la nieve, sentir un frío polar y pasear por el centro neurálgico de Brontëlandia:


13 comentarios:

  1. Desde luego, tu crónica y tus fotos dan muchas, muchas ganas de hacer un viaje a Brontëlandia. con o sin nieve. Aunque, como bien dices, a partir de ahora será inevitable recordarlo nevado.

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    1. Ojalá no se quede sólo en las ganas y algunos vayáis. De verdad que merece la pena.

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  2. Qué maravilla de viaje. El libro es una preciosidad y aún más con esa dedicatoria! :) Me encantaría ir en agosto, debe de ser increíble. Jajaja, la foto de Héctor es muy entrañable, está hecho todo un explorador!Me han encantado las crónicas <3

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    1. Pues a ver si algún agosto puedes hacer una escapada, que yo creo que te encantará.

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  3. Impresionante. Como declarado adorador de las Brontë y fanático admirador de la nieve, acabo de quedar sacudido por tu crónica y tus fotos. Envidia negra fluye por mis venas. Que lo sepas.
    Un saludo.

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    1. Muchas gracias, Óscar. Los blogs sobre libros generan mucha envidia negra de esa, ya lo sabes. Será por la tinta ;)

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  4. ¡Qué mayor está Héctor!
    Una crónica muy entretenida como siempre. Y además, con multitud de fotografías preciosas, tanto las tuyas como las de Manuel. Un día no tan lejano veré Haworth en persona :)

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    1. Muchas gracias. Y sí, seguro que un buen día te das cuenta de que has perdido el aliento subiendo por la calle adoquinada de Haworth rumbo a la casa de las Brontë. Durante unos segundos no conseguirás creértelo, y no será sólo debido a la falta de oxígeno en el cerebro ;)

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  5. A mi también me encantan las ventanas con repisas. Precioso el libro con la dedicatoria, y Héctor parece muy interesado en la nieve, está claro que tanto blanco debió de impresionarle.

    Gracias por el paseo.

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    1. Gracias a ti por leer y comentar. La relación de Héctor con la nieve fue un tanto Cumbres borrascosas, pero estando donde stábamos no podíamos esperar otra cosa ;)

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  6. Cristina ahora cada vez que tenga entre las manos un "Brontë" voy a pensar en tus crónicas. Ojalá pueda escaparme pronto para ver el brezo en flor de los páramos. Creo que para una primera visita será preferible el clima más benigno de Agosto que los peligros de los meses más fríos y sus nevadas; con lo pato que soy yo, si a ti te llegó la nieve casi a las rodillas a mi me sepulta fijo :)

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    1. Bueno, que yo no soy precisamente un emblema de la agilidad, así que si yo lo puedo hacer sin caerme creo que el 95% de la población también ;)

      Pero sí, la primera visita en agosto es perfecta y además así hay vidilla en el pueblo.

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  7. Qué bellas fotos Cristina!! Y que libros tan suculentos!! Desde luego, entran ganas de colarse por alguna de las ventas que muestras...quizá la del té de Yorkshire, y estar allí...
    Gracias por llevarnos de visita a Haworth!!

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