Entrada larguísima pero quizá también interesante.
Sólo por tener esta portada de la que ya hablé siempre a mano, habría seguido leyendo Our Longest Days: A People's History of the Second World War, de los escritores de Mass Observation, editado por Sandra Koa Wing mucho más tiempo. Y además con la recomendación de Margaret Forster en la esquinita.
¿Por dónde empezar a hablar de este libro? Empecemos por los autores y Mass Observation. Mass Observation nació en 1936 en el Reino Unido de la mano de Tom Harrison que, cansado de oír las supuestas opiniones del pueblo en los periódicos y la radio, decidió que la mejor forma de conocer las opiniones del pueblo era leerlas y oírlas de verdad.
Así, empezó contratando a unos cuantos observadores de masas que se dedicaban a informar de las conversaciones de la calle y lo que decía la gente. Poco a poco, se fueron sumando voluntarios que observaban también, pero que además mandaban sus anotaciones tipo diario cada cierto tiempo y, si querían, contestaban a las preguntas que les hacían desde la central. El escritor era totalmente libre de responder a las preguntas, de anotar todo lo que le pasaba o sólo lo que oía por la calle, o sólo lo que pensaba los días pares... lo que quisiera durante el tiempo que quisiera. Todo se archivaba (aunque por desgracia ahora hay algunas lagunas) y se usaba para estudios y publicaciones. La única pega del proyecto fue que la mayoría de los voluntarios eran de clase media, por lo que algunas voces siguieron sin oírse. Pero fue un paso adelante.
De Mass Observation salieron en su día muchos libros y aún en la actualidad, como da fe este libro, sigue siendo un pozo sin fondo de recursos. Puede que Nella Last (cuyos dos libros ahora están en lo más alto de mi wishlist) sea la más famosa, pero no es la única cuyas entradas han aparecido ya en varias recopilaciones. Y eso que sólo durante los años de la Segunda Guerra Mundial había más de 500 personas escribiendo diarios para Mass Observation.
En la actualidad, incluso en plena sociedad de la información, Mass Observation sigue vivito y coleando. Desde 1936 gente corriente se ofrece voluntaria para documentar lo que le apetezca en la medida que le apetezca y dejar constancia de lo que, para mí, es lo más interesante de la historia: las vidas de gente "anónima".
Lo triste de todo esto viene cuando resulta que la editora del libro, Sandra Koa Wing, que hizo un trabajo excepcional, murió en 2007 con sólo 28 años. Llevaba años trabajando en los archivos de Mass Observation, cosa que le encantaba, e incluso tenía su propio blog.
El libro, que al principio de cada año resume los principales acontecimientos de la guerra, empieza el 3 de septiembre de 1939, fecha en que Gran Bretaña declaró la guerra a Alemania y termina el mismo día de 1945, poco más de 15 días después de la victoria en Japón. Durante esos años, todos los "observadores" tratan en mayor o menos medida de hablar de los grandes acontecimientos pero terminan, también en mayor o menor medida, hablando de su día a día y de sus propias vidas, que es lo que más interesante resulta.
El tema del día a día en la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña me interesa cada vez más. Creo que todo empezó vagamente cuando Javier Marías hablaba en Tu rostro mañana de los carteles que recordaban a la gente que no debían irse de la lengua y de ahí ha ido yendo a más con cada libro que he leído y que ha tocado el tema de alguna forma. Al final la cosa ha culminado en un interés más abierto y menos circunstancial. Soy incapaz de explicar qué es lo que hace que una situación tan dramática me resulte tan fascinante, pero ahí está.
Dicho esto, cuando empecé el libro, y pese a repetidos y fracasados intentos en meses anteriores (cuando el interés se veía venir) de leer un poco más sobre los hechos puros y duros de la Segunda Guerra Mundial, mis conocimientos de la Segunda Guerra Mundial eran tirando a limitados. Por eso agradecí que cada año tenga su contexto, que los escritores intenten informar de las novedades en el frente y que a veces Manuel sea una enciclopedia con patas (Wikipedia para qué te quiero). Ahora lo que sé no es mucho más, pero un poco al menos sí.
Pero a mí lo que de verdad me interesaba a medida que leía eran las vecinas que reciben telegramas de maridos desaparecidos en combate, el huerto (había una campaña, Digging for Victory, que invitaba a cultivar un huertecito propio) destruido por una bomba, el racionamiento de té (que muchos llevan peor que el de los huevos o la leche), el racionamiento de medias (que "obligaba" a muchas mujeres a teñirse las piernas y pintarse una costura para dar la impresión de que las llevaban, cosa que por lo visto sale en alguna película de la época), las tiendas que salen mal paradas por los bombardeos de la noche anterior pero que al día siguiente abren como siempre y cuelgan un cartel en mitad de las ruinas a las que les falta alguna pared que dice "estamos abiertos, pero por favor utilicen la puerta".
Las entradas de los seis años son de 15 escritores, algunos de los cuales luego serían importantes para Mass Observation (como organización). No todos escriben todo el tiempo, son de zonas muy distintas de Gran Bretaña y sus estilos son totalmente diferentes, de tal forma que, aunque encontrando todas y cada una de las entradas interesantísimas, es difícil no acabar teniendo tus favoritos.
Muriel Green (cuya hermana Jenny también escribe al principio) tiene 18 años al inicio de la guerra y sus entradas son sin lugar a dudas mis preferidas. Es una chica entusiasta e inteligente a la que da gusto leer. La conocemos trabajando en el taller familiar hasta que, antes de que le toque enrolarse sin poder elegir, se enrola voluntariamente para trabajar de "land girl", es decir, de jardinera/agricultora que sustituye a los jardineros/agricultores que están en el frente. Empieza con un cursillo y luego tiene un par de trabajos. Para cuando acaba la guerra tienen 24 años, reconoce que ha pasado los mejores años de su vida (porque se lo ha pasado bien a pesar de todo) pero también se pregunta cómo habría sido su vida sin guerra. En una entrada de 1944 se queja porque el turno de tarde no la dejará ver la recién estrenada Jane Eyre (la de Orson Welles y Joan Fontaine).
Herbert Brush, de 70 años y apasionado por su huerto de guerra es mi otro favorito. No sólo por su huerto, sino por comentarios como los que hace acerca de que el mejor momento para pasear por Charing Cross Road es en mitad de un bombardeo, cuando todas las tiendas están cerradas y no cae uno en la tentación de comprar ningún libro. O como considerar que decir "he pasado por Charing Cross Road sin comprar un libro..." es algo destacable. (Por cierto que cuando el señor Brush paseaba por allí, es probable que una de las librerías que evitaba fuera Marks & Co., la famosa librería de Helene Hanff).
Mención especial para Maggie Joy Blunt, que escribe también de maravilla y de la que me hubiera encantado también leer más entradas. (Y las leeré tarde o temprano porque ella, igual que los dos anteriores, ya han aparecido en anteriores recopilaciones).
Nella Last es un mundo aparte. Yo ya la conocía porque algunas de sus entradas salen en mis diarios nocturnos, pero ahora, al conocerla más, quiero-quiero-quiero hacerme con sus dos libros. Es de las que menos hablan del frente y más se centra en su día a día. Desde hace tiempo tengo la miniserie Housewife, 49 (que es como ella se describió para Mass Observation: Ama de casa, 49 [años]), que es una adaptación de sus diarios de guerra, así que ahora sólo es cuestión de verla de una vez. La fama de Nella Last, eso sí, fue póstuma.
Hay entradas muy tristes, como era de esperar, pero también las hay muy divertidas. Hay quien cuenta una anécdota sobre la primera vez que sus padres tuvieron que ponerse las máscaras de gas y cómo se equivocaron y cogieron la del otro: su padre quejándose de que "su" máscara era muy pequeña y que no podía respirar y su madre protestando porque la "suya" era demasiado grande.
Para ir acabando ya, comentaré algo muy curioso relacionado con el libro pero también con Mass Observation. Cuenta Philip Ziegler, que escribe el prólogo, que una vez decidieron contactar a algunos de los escritores para ver qué recordaban sobre acontecimientos bastante impactantes que habían comentado en sus diarios. Les dieron sólo unas pistas para ver cómo les funcionaba la memoria. Para su sorpresa, muchos ni siquiera recordaban el hecho en sí y, los que lo "recordaban", lo contaban todo mucho más cerca de sí mismos: lo que en el diario había pasado a dos calles, ahora pasaba en su calle, etc.
Y para dejar de hablar de una vez, pero por si a alguien le ha interesado mínimamente el tema del día a día en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial recomiendo:
- The People's War. Página de la BBC que recopila los recuerdos y fotos de todo tipo de gente. Adictiva, pero muy, muy interesante.
- Children of World War Two. Otra página de la BBC, para niños en este caso, sobre cómo era la casa típica de la Segunda Guerra Mundial y cómo funcionaba el racionamiento, así como documentos, fotos y carteles (el famoso "make-do and mend" que invitaba a reciclar la ropa, el cartel que pide que la gente se muestre contenta o los que decía antes de Javier Marías). A pesar de ser para niños está muy bien.
- También muy completa y también para niños es esta otra web de un colegio.
- Y por supuesto no se puede hablar de la Segunda Guerra Mundial sin hablar de Vera Lynn y su We'll Meet Again (que ya forma parte de una recopilación que me estoy haciendo de música de la época).
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Hace 5 días
¡Me ha encantado este post! Me ha parecido muy interesante. No conocía la labor de Mass Observation. Que personas anónimas cuenten su día a día en esa época es de las mejores maneras para aprender historia.
ResponderEliminarEso de las medias yo lo he visto en alguna película, pero soy incapaz de recordar en cuál. Mi abuela me contó que, después de la Guerra Civil, aquí en España, ella también se había pintado la costura alguna vez, para que "pareciera" que llevaba medias. Estaban de ese tipo de medias, pero como que no había dinero ni casi comida...
Besos!
Vaya, me alegra que haya alguien que se haya atrevido a leer la enormidad esta :P
ResponderEliminarAsí que aquí también se hacía lo de las medias. Qué cosas, me parece curiosísimo.
Genial post!
ResponderEliminarNo tenía ni idea de que existiera algo como Mass Observation. Y es que, nos guste o no, las librerías siempre acaban ofreciendo los más vendidos y los más populares, perdiéndonos grandes maravillas.
Bueno, también a veces es cuestión de rebuscar un poco :)
ResponderEliminarYo lo voy a buscar. Ya te dije que me gustaba la idea, y definitivamente tienen muy buena pinta.
ResponderEliminarVoy a ver si puedo conseguir Housewife, 49.
ResponderEliminarMuy interesante, gracias
B: a ver si tienes suerte y lo encuentras.
ResponderEliminarCecilia: Si la consigues ya me dirás qué te parece. Claro que yo aún no la he visto y la tengo desde hace meses, argh.
Hola! Por fin te vuelvo a postear después de tanto tiempo! Me tengo que poner al día...
ResponderEliminarYa lo tengo en mi wish list, como no, y he estado echando un ojo en la web de mass-observation. Por cierto, también hay un libro de diarios publicado por Persephone, Few eggs and no oranges 1940-1945 de Vere Hodgson, que Philip Ziegler utiliza en London at war 1939-1945.
Cristina, me ha gustado mucho esta entrada. Desconocía todo lo que cuentas. Y por supuesto me interesa mucho saber del día a día de aquellas personas, en un Londres medio bombardeado. De todos modos, no estoy en el momento en conocer todo de aquélla época. Pero trataré de hacerme con el libro. La foto de la porta me parece muy significativa. Gracias por compartir con nosotros estos descubrimientos!! ^^
ResponderEliminarLittleEmily: qué bien verte de nuevo por aquí.
ResponderEliminarVeo que nuestras wishlists crecen después de cada visita al blog de la otra :P Creo que fue en tu blog, en la barra lateral, donde vi lo de Vere Hodgson hace unos días y, como te puedes imaginar, ya está en la wishlist, porque me gustó mucho la idea (y el título y la editorial, claro). Idem con el de Philip Ziegler.
María: me alegra que te haya gustado lo que cuento. Cuando escribía la entrada eterna pensaba que nadie se molestaría en leerla, la verdad. Así que me he llevado una sorpresa con todos estos comments. Pero desde luego el libro se los merece.