Por si no quedó suficientemente claro en aquella entrada, en esta voy a seguir demostrando que soy gafe.
Toda la semana estaba pensando que ayer sábado nos libraríamos de la repostería sin sacrificar el dulce del fin de semana. Tenía pensado acercarme a la pastelería del año pasado a comprar coca antes de tiempo (y luego también en su día, pero así la tomábamos dos veces) el sábado por la mañana. El viernes fuimos a comprar y pasamos por delante de la pastelería en cuestión así que tuve la idea de confirmar que tendrían coca. Se produjo la siguiente conversación:
Cristina: Hola, quería saber si mañana íbais a tener coca.
Pastelera: ¿Mañana? Nooooo. El día 23.
Cristina: Ah, como el año pasado me pasé unos días antes y ya la teníais...
Pastelera: Nooooo.
Cristina: Sí, la compré unos días antes del día 23 y...
Pastelera: Nooooo.
Cristina: Erm... bueno, entonces mañana no vais a tener, ¿no?
Pastelera: Noooooo. A no ser que la reserves y te la hagamos por encargo, claro.
Cristina: Ah, quizá entonces el año pasado me llevé la coca de alguien que la había encargado pero no la había recogido.
Pastelera: Noooooo. ¿Quieres reservarla?
Cristina: (se plantea brevemente dejarla encargada pero decide fastidiar a la pastelera del "nooooo" sin esa venta). No(ooooo), ya me pasaré el día 23 entonces. A no ser que para ese día también haya que dejarla encargada.
Pastelera: Nooooo. Ese día no hace falta.
Cristina: Vale, pues ya me pasaré. Adiós.
Pastelera: (a otra clienta) Mira que decir que si tenemos antes la coca...
Cristina: (fuera de la pastelería, a Manuel): Corre, que esta es capaz de llamar al psiquiátrico con tal de no darme la razón.
En fin, que no tuve coca, pero tengo pruebas de que el año pasado compré coca en esa misma pastelería el día 21 de junio y no por encargo.
A eso le siguió una conversación surrealista en la que Manuel debía pensar que yo llevaba encima las recetas de dulces de forma habitual porque me preguntó que entonces qué hacía falta para el dulce que íbamos a hacer.
El dulce que íbamos a hacer era uno que yo había descubierto hace tiempo, olvidado por un tiempo, y redescubierto la semana pasada. Para evitar olvidos, esta vez imprimí la receta y la dejé rondando por ahí, se la di a la asesora culinaria, a Manuel le picó la curiosidad y de buenas a primeras una receta no guardada en su sitio por pura vaguería (el caloooooor es muy malo) se convirtió en una receta que íbamos a hacer. Por mí vale.
Y de ahí que hiciéramos esa de entrada extraña combinación de calabacín y chocolate (utilicé esta receta sin el glaseado, si alguien la quiere en versión traducida que la pida y se la doy encantada). Y aunque me gusta el calabacín ya me había encargado yo de comprobar que mucha gente comentaba que el calabacín no sabía en absoluto, sino que contribuía a que el bizcocho quedara especialmente jugoso. Y tenía curiosidad por comprobar que así era. La tarta de zanahoria también sonaba extraña hace años y ahora ya es de lo más normal.
Por suerte ayer hacía un poco menos de calor y, con excepción del momento de rallar la piel de naranja y el calabacín, no pasamos demasiado calor, ni siquiera durante los 50 minutos que pasé pegada a telehorno en su episodio más apasionante hasta el momento que no tenía nada que envidiar a la película de zombies que Manuel había estado viendo antes de ponernos manos a la obra (y que nada tenía que ver con Jane Austen). Resulta que aparte de todo, el bizcocho de calabacín y chocolate es ENORME y la tensión de ver cómo crecía y crecía y cómo casi, casi, se salía del molde y cómo "mira por aquí ya está un poco por encima del borde" fue muy, muy emocionante (lo digo totalmente en serio, me lo pasé de maravilla).
No teníamos previsto probarlo hasta el desayuno de hoy, pero la curiosidad nos pudo y tuvimos que cortar una tirita finita por la noche. Y hmmmmm... ¡riquísimo! Y puedo dar fe de que todo lo que había leído sobre el sabor, lo jugoso que queda y lo delicioso que está es completamente cierto. Así que nos quedamos sin coca, pero no nos podemos quejar en absoluto. Y estrenamos en condiciones la famosa lata para guardar pasteles. Cabe a la perfección y se conserva como recién hecho.
Y esta mañana es cuando ha llegado el segundo momento gafe (del fin de semana, en la vida ya van muchos). El otro día anunciaron unos vasos de Kukuxumusu que iban a dar con El País y a mí me hicieron gracia y pensé que iba a hacer la colección. Así que como sé que los días de promoción el periódico se acaba rápido, me fui antes de lo habitual al quiosco (hoy me tocaba a mí, nos alternamos). Conversación con las quiosqueras que, por suerte y a diferencia de ciertas pasteleras, son muy simpáticas:
Quiosquera 1: (como siempre cuando me ve venir, me prepara el periódico y el suplemento) Buenos días. Aquí tienes.
Cristina: Muchas gracias. Oye, ¿y el vaso ese que daban hoy lo tienes?
Quiosqueras 1 y 2: ¿Qué vaso?
Cristina: Ah... pues uno que daban hoy por 0,50.
Quiosquera 1: (mientras la quiosquera 2 tiene cara muy confusa) Pues... primera noticia.
Cristina: Lo anunciaron en televisión... hoy daban el primero y luego cada martes y cada jueves otro.
Quiosquera 1: (continúan las caras de confusión) Pues aquí en Cataluña desde luego no.
Cristina: (piensa para sus adentros "soy gafe, soy gafe, soy gafe"). Bueno, pues qué le vamos a hacer. Muchas gracias.
Quiosqueras 1 y 2: (confusas y/o también pensando en llamar al psiquiátrico como la pastelera).
Claro, he llegado a casa y Manuel se ha partido de risa de mí. Hemos considerado momentáneamente la posibilidad de que fuera el domingo que viene, pero no, hemos mirado en la página de El País y se ha confirmado mi gafe: era hoy pero... "[Promoción sólo válida en: Andalucía, Comunidad Valenciana, Ceuta, Melilla, Madrid, Ávila, Guadalajara, Segovia,Toledo, País Vasco y Navarra (Edición País Vasco) ]". En fin, uno más para la colección.
Menos mal que el bizcochito rico (y ligerísimo pese a su enormidad) me ha consolado. También Cary Grant e Irene Dunne un rato después mientras planchaba con My Favorite Wife (Mi mujer favorita), de 1940. Muy divertida, como siempre. Y resulta que la película que de la que expulsaron a Marilyn Monroe poco antes de que se suicidara era precisamente un remake suyo.
Y ahora... creo que voy a ir a saquear un poco la lata de pasteles.
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Hace 5 días
De entrada al leer el título he pensado: ¿calabacín y chocolate? Pero luego me he acordado de que en realidad es muy dulce, cuando me quedo corta de sal lo noto mucho. Tiene una pinta bárbara, sí.
ResponderEliminarCreo que este año me voy a comprar una coca para mí sola (pequeña, claro). :-)
Pues, Elvira, como bien deduces la combinación es perfecta. Yo cuando más como más me gusta.
ResponderEliminar¡Y anímate a lo de la coca!
Qué post tan variado y tan estupendo...y a las pasteleras ni caso!! Como cualquiera puede comprobar con tan sólo salir a la calle, hace días que hay coca en cualquier establecimiento que se precie. Yo pasaría por delante de su negocio y me pararía frente a su escaparate mientras me deleito comiéndome ante sus narices un maravilloso pedazo de coca pre-berbenera!!.
ResponderEliminarY lo de Jane Austen y los zombis ya viene de camino via Amazon...no me he podido esperar a Agosto.
¡Vas a leerte Orgullo y prejuicio "zombificado"! Uy, pues ya contarás. Yo tengo una curiosidad rara, pero no termina de cuajar, así que según lo que tú digas me inclinaré hacia un lado u otro. Ay, qué intriga.
ResponderEliminarGuau, estas anécdotas me recuerdan mucho a las que yo protagonizo y que mi abogado llama, las anécdotas de iris y dependientes que se ríen. Porque directamente se ríen en mi cara. Bueno, al menos le alegras el día a alguien... :D ¡Feliz verbena!
ResponderEliminarIris: así que aparte del gafe también tenemos eso en común. Jeje, podemos formar un dúo cómico :D
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