lunes, 26 de octubre de 2009

Pastel de chocolate y almendras Reina de Saba

Según la wikipedia (reconozcámoslo, mis conocimientos del Antiguo Testamento son muy limitados), la Reina de Saba "acude a Israel habiendo oído de la gran sabiduría del rey Salomón, llevando regalos de especias, oro y piedras preciosas" y más tarde "regaló 4,5 toneladas de oro al rey de Israel". Sinceramente, lo dudo. No sé de dónde sale realmente el sugerente nombre de esta tarta sacada del libro Chocolate de Maxine Clark, pero no me sorprendería si alguien me dijera que sale de un texto medio perdido que rebate la teoría del oro y las piedras preciosas en favor de esta tarta. Así que mi consejo es que si alguien se ve en la tesitura de tener que regalar 4,5 toneladas de oro, que se deje de tonterías y se ponga manos a la obra con esta tarta que sin duda vale mucho más que su peso en oro.

Aparte del nombre sugerente, entraron otros factores en juego a la hora de escogerla para la retomada, un poco a deshoras (por lo que no permite cosas demasiado prolongadas), repostería del sábado como el hecho de que sea la que sale en la portada del libro con una pinta de lo más tentadora y que obviamente no se parece demasiado a nuestra versión más de a pie, culpa nuestra sin duda puesto que ignoramos la parte de los ingredientes que decía que hacían falta grageas doradas y pétalos de geranio (que en la foto quedarán muy monos pero que provienen de una de las flores que menos me gustan, por lo visto un gusto (o no-gusto) heredado de mi padre, que les tiene la misma manía). Y el segundo factor fue que, como ya comenté una vez, siempre ando buscando algún ingrediente raro que he visto que lleva alguna receta. Y en este libro hay varias que llevan extracto de almendra amarga. Yo fui mirando en varios sitios y nunca di con él, quizá me faltó mirar en alguna tienda un poco más especializada, pero el caso es que en París, en uno de los ratos en nuestro querido y casi único supermercado, curioseando los productos franceses (es uno de los motivos por los que nos gusta comprar en los supermercados extranjeros, conoces los productos que tú tomas pero en formatos locales y además te topas con cosas que aquí no encontrarías y allí parecen ser más usuales) de repente me saltó el frasquito a la vista y, compra insólita donde las haya, nos trajimos el extracto de almendra amarga de París. La receta recomendaba 1/4 de cucharadita y eso pusimos y, para ser dos gotas, dio un olor fortísimo a todo. Luego, una vez hecho el pastel, Manuel dice que quizá le hubiera puesto aun menos, pero yo creo que exagera y lo encuentro en su punto.

Otro cambio que nos permitimos fue que la receta decía que había que poner dos cucharadas de ron o café. Ron, que a Manuel le hubiera hecho gracia poner, no teníamos y yo no quería porque cualquier cosa con alcohol luego sólo me sabe a alcohol, y con el café nos quedaba la duda de cómo se ponía, pero optamos por lo más sencillo y cutre: polvitos de café soluble y no cualquiera, ya que la opción estaba entre café vienés o café de vainilla, que son los que hay en casa. Dado que era una tarta de chocolate en cualquier caso opté por el café vienés para horror de Manuel, que para las recetas es un integrista y me mira mal cada vez que me tomo pequeñas libertades (cosa que supongo que no sería tan grave si supiera cocinar, pero que es como mínimo arriesgado dado que no sé).

La tarta no lleva levadura, sino claras de huevo batidas a punto de nieve (y los pasos que hay que seguir para incorporarlas a la mezcla de chocolate son un pelín surrealistas) y ya sabíamos de entrada que, subiera o no, quedaría pequeñita. Pero el caso es que subió y ha quedado bien esponjosa y acertamos con el tiempo recomendado a pesar del miedo que nos daba pasarnos y que el centro no quedase húmedo como dicen que tiene que quedar. Pero quedó en su punto.

Y nos chupamos los dedos (aún queda un poquito). Lo tiene todo esta tarta: sabor buenísimo, pinta, sin ser la del libro, muy buena, facilidad y rapidez de elaboración. Pasó menos de una hora desde que nos remangamos hasta que sacamos la tarta del horno en medio de un olor celestial.

Ah, qué gusto que haya vuelto la repostería, la echábamos mucho de menos.

La película de plancha nocturna de ayer fue The Good Fairy (Una chica angelical), de 1935 con Margaret Sullavan y dirigida por William Wyler, que cuatro años después dirigiría la mítica versión de Cumbres borrascosas. Muy divertida y con un argumento que va de casualidad en casualidad.

Editado para añadir la receta:

Ingredientes:

- 100 grs de chocolate negro (60-70% de cacao)
- 100 grs de mantequilla sin sal, reblandecida
- 100 grs de azúcar moreno en polvo, más una cucharada
- 2 cucharadas de ron o café
- 1/4 de cucharadita de extracto de almendra amarga
- 3 huevos, separados
- 50 grs de almendras molidas
- una pizca de sal
- 2 cucharadas de cacao en polvo sin azúcar, más una extra para espolvorear
(- grageas doradas para decorar
- pétalos de geranio frescos para decorar)

Preparación:

Precalentar el horno a 180ºC. Engrasar el molde con mantequilla y espolvorear con harina.

Fundir el chocolate en el microondas a poca potencia para evitar que se queme. Con una batidora eléctrica, batir la mantequilla reblandecida y el azúcar en un bol grande hasta obtener una masa pálida y esponjosa; luego incorporar el ron o café y el extracto de almendras, seguidos de las yemas de los huevos, una a una. Batirlo todo junto. Con movimientos rápidos, verter el chocolate derretido en la mezcla y después agregar y remover las almendras molidas.

Con la batidora eléctrica, batir las claras con un poco de sal a punto de nieve en otro bol. A continuación, espolvorear por encima la cucharada restante de azúcar y volver a batir a punto de nieve. Agregar una cucharada de esta preparación a la mezcla del chocolate con una cuchara de metal y después verter la mitad de las claras de huevo. Tamizar la harina y el cacao sobre la mezcla y luego remover con suavidad. Por último, incorporar el resto de las claras de huevo a punto de nieve.

Verter la mezcla en el molde y esparcirla de forma uniforme sobre la base. Hornear durante 20-25 minutos. Comprobar a los 20 minutos: el pastel debería haber subido y estar un poco más blando en el centro, pero consistente por los bordes. Retirar del horno y dejar enfriar en el molde durante 10 minutos. Separar el contorno con un cuchillo y darle la vuelta sobre una rejilla de repostería para que se enfríe del todo [mal hecho, lo sé, pero yo no hice esto]. Cuando esté frío, espolvorear por encima el cacao uniformememente y decorar con las grageas doradas y los pétalos de geranio.

El chocolate vertido con movimientos rápidos y la incorporación de las claras de huevo nos hicieron partirnos de risa.

4 comentarios:

  1. A mí no me gusta el sabor de almendra amarga, creo que en Italis se utiliza mucho en repostería. Por lo demás, tu tarta parece riquísima.

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  2. Vaya, que buena pinta, por cierto, espero que tu suegro ya este del todo recuperado.
    He estado "ausente" de comentarios debido a problemillas informaticos.Ah,¿seria mucho pedir la receta? me recuerda un poco al pastel del diablo de Betty, un saludo
    Ángeles

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  3. Elvira: no sabía lo de que se utilizaba mucho en Italia. Aquí no ha quedado mal y además se ha ido suavizando con los días.

    Ángeles: ¡qué bien verte de vuelta! Siento lo de los problemas informáticos yo, que te echaba en falta desde hace días, pensaba que estarías de vacaciones, mucho mejor plan, ¿eh?

    Estate atenta a esta entrada, que la voy a editar para añadir la receta en breve. No te creas que se parece al pastel del diablo: aquel sabe mucho más a chocolate y este mucho más a almendra, pero lo cierto es que no sabría con cuál de los dos quedarme ;)

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