Una hace planes abstractos del tipo "de hoy no pasa que no escriba en el blog" y muchas horas después (no necesariamente largas), metiéndose en la cama sigilosamente más dormida que despierta, medio cae en la cuenta de que ha pasado otro día sin siquiera poder hacer un intento.
Así que las entradas se escriben y, por lo de la falta de sueño (que en realidad, debo reconocerlo en deferencia a Héctor, no es demasiada técnicamente, pero sí un poco para lo que soy yo*), se borran en mi cabeza. En general, eso sí, suelen ser pequeños párrafos o incluso sólo una frase, probablemente, según la hora a la que esté tecleando mi cerebro, incluso mal construida.
Mientras escribo esto - más largo que nada escrito en mi cabeza en los últimos días - Héctor duerme plácidamente sobre nuestra cama, que es su sitio preferido para dormir. Su minicuna, con todo lo mona que es, le hace menos gracia. Eso hablando de sitios para dormir ideados para eso, porque en realidad su sitio preferido para dormir son mis brazos, más aun si paseamos por el pasillo de casa (pequeñito, o sea que para cuando hemos dado tres paseos de un extremo a otro la que se cae de sueño soy yo). Eso ha dado pie a que hoy, volviendo de la calle con todo el calorazo y con un niño que berreaba porque según parecía no aguantaba un segundo más sin comer, le haya tenido que sacar del cochecito y, pilotando con una sola mano, recorrer los últimos metros con él en brazos, momento que ha aprovechado una señora desconocida para echarme la bronca por "acostumbrarle mal". De no haber sido por estar pendiente de tantas otras cosas y porque, reconozcámoslo, el sueño siempre reinante hace que las cosas se vean con cierta distancia no siempre perjudicial, creo que me habría girado y le habría dado un mandoble o, como mínimo, le habría dicho que no se preocupara, que si se malacostumbraba la única que pagaría el pato sería yo, y no ella. En realidad la he ignorado y eso que la mujer una vez que ha cogido el tema ya no lo soltaba.
Porque esa es otra: en mi cabeza, cuando no escribo entradas de blog que nunca llegan al blog, escribo un libro llamado "manual del peatón incívico". Si pensaba que la gente que no deja sentarse a las embarazadas en el transporte público era de lo peorcito, compruebo ahora que no están solos. Es una larga y creciente lista, pero con ellos estarían: la gente que, yendo por una acera estrecha, ven venir un cochecito y se niegan a desviar su rumbo un solo milímetro; el mismo tipo de gente pero con un cochecito, lo cual indica que no hay solidaridad entre clases; la gente a la que cedes el paso y no sólo no te dan las gracias sino que encima pasan como si tuvieran todo el derecho del mundo (que lo tienen, pero yo también); la gente que te ve luchando para abrir una puerta que pesa un par de toneladas y, en lugar de acercarse a ayudarte, sólo se queda allí mirando, intrigada por si conseguirás abrirla o no; la gente que hace eso mismo con el añadido de que estás entrando en su establecimiento y no hay un alma dentro y tú eres una clienta en potencia y sin embargo no se inmuta (y que si no fuera por el esfuerzo ingente de abrir la puerta, darías media vuelta y te irías sin más). Y un largo etcétera. Creo que en la bolsa del cochecito voy a empezar a llevar una especie de cuaderno de campo para anotar las características de toda esta fauna y revolucionar un día el campo de la antropología (o la ciencia que corresponda).
Y entre indignaciones varias, calores, falta de sueño, poca lectura (aunque tengo pendiente hablar de un libro y de los libros que esperaba y que ya recibí: ambas son entradas de las escritas en mi cabeza pero con un poco de suerte serán las próximas que escriba de verdad), Héctor está cada día más espabilado, cada vez nos hace reír más con las caras que pone y las cosas que hace (cambios de pañal con "surtidor" incluido, ¿cómo vive la gente sin ellos?) y, como puede verse en la foto de más arriba, sigue inspirando la creatividad ajena. Si la única lectora le trajo un estupendo cuento propio antes de nacer, una de mis primas le trajo este otro cuento tan mono hecho por ella misma cuando hace nos días estuvieron aquí. Desde entonces el cuento está al pie de la minicuna (aunque el niño no pase todo el tiempo que debería en ella), esperando a que se decida a leerlo.
* Y que depende mucho de si he visto pasar la aguja del reloj por las cuatro de la mañana. Creía que era una manía absurda mía pero resulta que a Manuel le pasa lo mismo con las cinco de la mañana. Es difícil de explicar, pero por alguna razón estar despierto a esa hora es más desesperante que estar despierto a cualquier otra. Manías.
L’autor negro-criminal del mes és… Toni Hill
Hace 5 días
Yo no disfruté del cambio de pañales con surtidor incluido, por razones obvias, jajaja!
ResponderEliminarO sea que no duerme mal del todo, me alegro por vosotros!
Lo de la falta de solidaridad en la calle es general. Y odio a las familias o grupos que barren la acera sin dejar un huequito, de manera que todos los que se crucen con ellos tienen que bajar a la calzada. Grrrrr.....
Con eso de barrer quiero decir que la ocupan por entero echando (barriendo) a quien sea.
ResponderEliminarTeniendo en cuenta lo caóticas (y somnolientas) que son esas primeras semanas, aún me admira que hayas encontrado tiempo para escribir esta entrada. Me alegro de que estéis disfrutando tanto de Héctor (¡Recuerdo perfectamente lo de los cambios de pañal con surtidor,ja ,ja!).
ResponderEliminarJo, dan ganas de abrazarte mucho, pobrecita :) Tengo una amiga con un bebé que ahora tiene siete mesecitos y cuenta más o menos lo mismo que tú: el no dormir es una constante y el descontrol absoluto de tu vida también; la gente que intenta darte lecciones de cómo tratar a tu hijo y los insolidarios que no entienden lo duro que resulta tu situación. Acabas por acostumbrarte, según dice ella, y sacas fuerzas de donde parece que ya no hay, jeje.
ResponderEliminarA seguir disfrutando de Héctor que es lo que importa :)
saluditos
Para ser que estarás con sueño y quizás más cansada de lo habitual tras haber tenido a Héctor, sigues escribiendo muy bien. Tampoco has pérdido un ápice de humor. Aunque cuando te pasan todas esas cosas que cuentas no te haga ni pizca de gracia. También mientras te leía iba pensando cómo debe cambiarte la vida tener un bebé. No me refiero ni a lo malo ni a lo bueno, si no en general. Por último, debo hacerte notar por si no te habías dado cuenta, lo importante que son estas entradas que estás haciendo, pues cuando haya pasado un tiempo las volverás a leer y recordarás estos días.
ResponderEliminarBesos
¿Si no coges a tu niño ahora, cuando lo vas a coger? A los bebes hay que darle mucho cariño y mecerlos y cantarles y arrullarlos. Estos tiempos pasan rápido y hay que disfrutarlos de la mejor manera posible.
ResponderEliminarNo hagas caso de los que te digan que se acostubran. Claro que se acostumbran, pero es tan bonito tenerlo en los brazos.
Disfruta lo que puedas y duerme siempre que pilles un ratito, que estos primeros meses son muy duros.
iba a comentar lo mismo que la señorita de arriba, y aviso que no soy madre pero siempre me ha dado mucha rabia lo de "no hay que coger a los niños que se acostumbran", a que, a que su familia les de cariño? que primitivo todo, oye...
ResponderEliminaren fin, me alegro que pese a la falta de sueño y lo maleducada (y entrometida) que es la gente, lo lleves bien y disfrutes tanto con Hector.
Sorprendida estoy de que hayas tenido tiempo para escribir un poco. Parece que no lo llevas del todo mal. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarJuan también prefiere echarse las siestas diurnas en nuestra cama en lugar de en la minicuna. Por supuesto, siempre que no consiga dormirse en mis brazos.
Ahora te darás cuenta de que hay mucho "pediatra" y "psicólogo infantil" por ahí suelto que sabe mejor que tú lo que tu hijo necesita. Hagas lo que hagas, deberías hacer lo contrario. Lo mejor, pasar de ellos. Yo lo pasé muy mal cuando nació Pablo a causa de los comentarios de los demás. Para Juan, como ya no es la novedad, nadie me ha dicho nada y, además, se hubieran llevado un bufido.
Si te apetece cogerlo en brazos, hazlo, que para eso es tu hijo y dentro de nada ya no será un bebé y lo echarás de menos.
Felicidades por Héctor, al finalya está aquí ni me había enterado.Espero qu eestés superfeliz ahora que has podido verle por fin.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Te contaría tantas cosas....que no cabrían en un comentario. Mi experiencia es relativamente reciente, (mi hija cumplio 2 años en abril).
ResponderEliminarA esa señora de la calle,... en fin, seguro que sus hijos no tuvieron tanta necesidad de ella. Yo lo veo así, hay niños que los dejas en el carro y con un meneito, ya está (los hay, doy fé), pero hay otros, (como es mi caso), en el que el bebé, por la razón que sea, necesita mucho de su madre, y obviamente uno no los va a dejar ahí llorando. Yo la cogia con todo mi amor, aunque seguía llorando, lloraba mucho, lloraba y lloraba, pero yo la cogía y le daba amor, es lo único que podía hacer por ella, ahí estaba yo, no esa señora de la calle.
Una chica que vino a ayudarme con las labores de la casa el mes que nació, me decía: "No sé quién me dá más pena, si la niña o la madre", yo pensaba: "la madre obviamente, la niña está muy bien cuidada, pero yo ..." menos mal que estaba ella durante esos días (fué el mejor autorregalo que me hice en mucho tiempo)
Muchas gracias por sacar un ratito para escribirnos a nosotros, uf¡ con el sueño que hace.
Un beso.
Elvira: sí, a mí esa gente también me da rabia. Y más aun cuando les pides paso y hacen como si nada...
ResponderEliminarNo, no duerme mal del todo, aunque también es cierto que duerme mejor durante el día que durante la noche. Tiene jetlag ;)
Elena: bueno, yo voy sacando huequitos de aquí y de allá y usándolos para pequeñas cosas. En algunos también duermo ;)
Lillu: qué curioso lo de los siete meses porque justo el otro día me hablaron de una niña de siete meses que se los ha pasado enteros llorando. O sea, que yo me quejo un poco de vicio. Y en realidad Héctor cada día va siendo más formalito, así que no debería quejarme en absoluto. Pero muchas gracias por el abrazo virtual :)
Enrique: efectivamente, en el momento esas cosas me sientan fatal, pero luego es mejor tomárselas con humor. Claro que también está la opción de Manuel que es no hacer ni caso. No le abren la puerta y le da igual, etc. Pero yo no llego a tanto, así que mejor me indigno momentáneamente y luego ya me río.
Y, sí, cambia todo radicalmente, hasta cosas que pensabas que no podían cambiar de ninguna forma. Muy sorprendente.
Malglam: a la señora esa ni caso. Y ni Héctor está tan acostumbrado a brazos (sólo un poco) ni es algo que me tenga tan atada que sea agobiante, así que mientras la que pone los brazos - o sea, yo - no tenga queja, ya pueden decir las cotorras todo lo que quieran que haré oídos sordos.
Y sí, sí, yo en cuanto puedo duermo, por eso no hay problema ;)
Mary Lou: bueno, es que antes sí que se decía eso. Y que la señora se lo diga a sus familiares, pase, pero que se lo diga a las desconocidas con las que se cruza por la calle ya me parece alucinante.
Crafty-Marta: a una velocidad de vértigo me he dado cuenta tanto de que los expertos en estos temas no existen (y me alegro una vez más de no haber hecho caso ni a las revistas que me daban gratis ni haber leído libros "especializados") y de que tú puedes tener una idea de cómo quieres hacer las cosas que luego el niño ya marca su ritmo. Si hay que hacer caso a alguien es a la gente que sabe y que también te conoce. Los desconocidos o medio desconocidos hablan por hablar.
Cris: ¡muchas gtracias por la felicitación! Sí, estamos encantados con él :)
Rosa: ufff... pues eres digna de admiración, yo con los llantos me desespero. Por suerte, salvo en días malos y/o contadas ocasiones, Héctor va moderándose (y en general en cuanto se le coge y/o se le da de comer para), pero ya decía en un comentario más arriba que el otro día me hablaron de una niña de siete meses que se los ha pasado enteritos llorando y casi me da algo sólo de imaginarlo, así que lo mismo con la tuya. Espero que es fase de tu hija ya quedara atrás.
Gracias, Pilar. Lo cierto es que con el carrito no necesito ninguna ayuda: estoy encantada con él y con una mano se maneja de maravilla ;) Así que lo mío tiene poco mérito.
ResponderEliminarY no lo dudes: los bebés no tienen nada que envidiar a Maquiavelo ;)