Han pasado unos cuantos días desde la última entrada y, siendo fiel a la verdad, no le puedo echar la culpa a Héctor, sino más bien a las tareas domésticas, cosa que resulta mucho más triste. Mientras que no me importa que se me escape el tiempo mirando a Héctor reírse y preguntándome por enésima vez si será una sonrisa real o una sonrisa por imitación, "perder el tiempo" fregando y planchando y, en general además, derritiéndome por momentos me da mucha más rabia.
Lo que sí que Héctor me impide, por alguna razón, es leer. Mientras le doy de comer, que sé que para mucha gente es un momento plácido de lectura, me resulta bastante difícil leer porque no me concentro. Manuel alega que no tengo reparos en surcar los mundos de internet en la BlackBerry y tiene toda la razón, pero también es verdad que la capacidad de concentración necesaria en general es mucho menor. Los ratos en que me siento sin Héctor comiendo (que son pocos, y no lo digo a modo de mártir porque Hector come mucho y paso muchísimo rato sentada) lo más probable es que me quede dormida en tiempo récord, a veces tras hacer amago de leer, a veces siendo realista y asumiendo lo que va a pasar. Así que Elizabeth Bowen y su The House in Paris lleva siglos rondando de acá para allá y está camino de ser, si no lo es ya, el libro menos leído pero más viajado del mundo, porque sus idas y venidas incluyen todas las salidas a la calle. Creo que la cesta del cochecito tiene ya una deformación que se ajusta perectamente al tamaño del libro.
A Héctor, como a tantos niños, le encanta ir a la calle. Lo que no le gusta son las salidas y las entradas (Manuel y yo bromeamos acerca de que tiene un GPS de serie con el que sitúa perfectamente nuestro portal: es ir llegando y abrir el ojo y... berrear; decimos también que si alguien de la casa sólo le conoce por las entradas y las salidas no es raro que piense que tiene al niño más llorón del mundo como vecino y lo cierto es que no lo es) ni que el cochecito se detenga. Así que si entro en una tienda más vale que esté dormido o, como el otro día, tendré que dejar las compras a medias, ir a dar una vuelta para que coja el sueño y volver y retomar las compras*. Lo que quiere decir que aunque yo todos los días salgo de casa con el propósito de ir a la terracita oasis a sentarme y leer al fresco de momento sólo lo conseguí el día de la foto y el resultado no fue el esperado. Vale que me entretuve unos minutos inmortalizando el momento pero es que fue soltar la cámara, sacar el libro y Héctor empezar a inquietarse un poco: lo suficiente para no llorar tanto que hubiera que ponerse en marcha y lo suficiente para dejarme leer sólo una línea del libro... y dejarme leerla unas cien veces, tantas como intenté retomar la lectura hasta que me di por vencida y fue hora de volver a casa.
Y por supuesto tengo pendiente hablar del libro de Deborah Devonshire que acabé ya hace tiempo. Otra cosa que parece que no consigo nunca hacer, aunque me propongo que sea la próxima entrada que aparezca en el blog.
Mucho más esperanzador es el hecho de que el sillón donde pasamos el 90% del día está justo delante de la estantería y Héctor cada día se queda más embobado mirando los lomos de los libros (doy por hecho que lo que le gusta son los colores o lo que sea que vea, no es que piense que se imagina a sí mismo leyendo a Muriel Spark ni nada por el estilo... ni que lo imagine yo tampoco).
En otro orden de cosas, Héctor esta semana cumple ya un mes, su primer mes. Creo que aunque mi padre me dejó adicta a visitar la pastelería a la que fuimos asiduos mientras mis padres estuvieron aquí y ya he ido un par de veces desde que se fueron (el otro día para comprar una tarta deliciosa para celebrar el cumpleaños de Manuel; tarta que acompañamos con Cane Cola, que pude conseguir por internet y que nos supo a gloria, (a Nueva York, vaya) y momento que quedó sin inmortalizar por ser bastante caótico) creo que aunque el homenajeado no pueda tomar su propio pastel directamente siempre es una buena excusa para tomar un dulce.
* También es verdad que ahora las compras duran más que antes. Rara es la vez que no hay una dependienta o algún cliente (o en la calle algún viandante) que entabla conversación acerca del niño.
L’autor negro-criminal del mes és… Toni Hill
Hace 5 días
Qué ternura de foto! :) Está claro que aunque Héctor no vea ahora los libros ni piense en leer, más adelante lo hará. Te dejo un enlace que vi en Facebook estos días, que es muy gráfico precisamente sobre eso, jeje.
ResponderEliminarhttp://youtu.be/1eITfhOwyTU
saluditos!
Ay, cómo te entiendo con lo de no poder concentrarte para leer. Si es que el foco de atención es otro, para qué nos vamos a engañar!!
ResponderEliminarMe han dado envidia tus aceitunas con coca-cola (aunque esta la tengo prohibida).
Felicidades por los dos cumpleaños, si es que el tiempo pasa volando y ahora supongo que más aún.
ResponderEliminarLo de la concentración lectora es muy comprensible, pero seguro que todo se ira ajustando poco a poco, lloros incluidos.
A mi tambien me ha dado envidia la Coca-cola, que despues de unos dias fuera, no me quedan en la nevera.
Qué bien Cristina leerte!! Pero con paz...y cuando se pueda. Ahora toca estar mirando a ese precioso niño que tenéis...Es que la llegada de una nueva personita hace que nuestra vida gire y gire de modo algo diferente a cómo imaginábamos. Bueno, yo hablo por las amigas que tengo y que tienen bebes, pero eso no quita para que todo vaya tomando un cariz diferente a medida que pasa el tiempo.
ResponderEliminarYa nos contarás qué tal está ese libro que paseas y que tiene su hueco en ese precioso bolso del carro.
¿Sabes? A veces me meto en tu blog para leerte algunas entradas que no pude leer, (porque escribías muy muy amenudo y no me daba tiempo). No te extrañe encontrar comentarios míos en entradas de hace unos años.
Un abrazo grande!!!
Ayer estuve en la playa con unos amigos y su niño de 10 meses pasa las páginas de sus cuentos con una tranquilidad y concentración, parándose y tocándo cada una de ellas como si realmente leyera (sus padres también son lectores). Ya verás como pasan los meses y Héctor te brinda más momentos de concentración para leer y unos meses más ya podréis pasar las páginas juntos.
ResponderEliminarBesos.
Un mesecito ya, ¡cómo pasa el tiempo! Ya mismo tienes a Héctor con sus primeros cuentos en las manitas. En fin, muchas felicidades por el cumpleaños y el cumplemés :)
ResponderEliminarYa se sabe, cuando se tienen hijos dejas de ser todo lo que eras para convertirte en primer lugar en mamá. Espero que encuentres huequecitos para continuar leyendo... y actualizar el blog ;)
ResponderEliminarLos cambios importantes en la vida siempre hacen difícil reajustar el ritmo de lectura. Seguro que poco a poco lo vas reencontrando; además, perderlo por un motivo así creo que vale muchísimo la pena (me refiero a Héctor, no a las tareas domésticas).
ResponderEliminarEstas hecha una madraza!!q recuerdos y eso q son de hace apenas año y medio, pero tu tranquila q la lectura volverá. Yo tanto de Candela como de Guille tardé en retomar 4 meses, porq era incapaz de concentrarme o no dormirme, asiq dile a la Sra Bowen q toca esperar un poquito....jeje
ResponderEliminarComo me he identificado contigo al leer este post!!! Lo de no poder leer, los lloros al salir o entrar del paseo...Héctor es muy guapetón y parece tan tranquilo...
ResponderEliminarYa te dije que lo de la lectura pasaba a otro plano, pero sólo durante unos meses, que yo ahora ya me he podido volver a enganchar :)
Al principio tardan mucho en comer (por lo menos los míos)y no te da tiempo a hacer mucho más, pero verás como en breve en 15 minutos ha terminado.
Por cierto, ten cuidado con las bebidas gaseosas, que suelen dar gases a los bebés.
Oye, pues además de felicitarte por tu status actual (ojalá siempre el no leer sea por causas de esta índole) cuando acabes el libro de la Bowen allá por 2016, espero que nos cuentes que tal esta, que me parece muy interesante, por autora, titulo y por estar ahora en Paris....
ResponderEliminarMíralo él, que dormidito en su cochecito.
ResponderEliminarbesín
Lillu: ¡muchísimas gracias por el enlace! No había visto el vídeo y me ha encantado :D A ver si cualquier día me asomo a la cuna y veo a Héctor con Jane Eyre (por pedir que no quede ;)) entre manos.
ResponderEliminarElvira: bueno, supongo que todo depende de la causa de la desconcentración y en mi caso lo cierto es que no me quejo en absoluto.
¿Tienes prohibida la Coca Cola? Pues yo estos días me la metería por vena, también agua. Sólo quiero beber y beber y beber...
Ángeles: ya he visto por dónde habéis andado. Creo que la vuelta a casa sin Coca Cola fresquita ha merecido la pena a pesr de todo :)
María: sí, lo cierto es que cambian cosas que nunca pensaste que cambiarían, pero no hay problema tampoco y nosotros ya digo que creo que somos afotunados porque Héctor es bastante bueno y eso, sobre todo en estos días de calorazo, tiene muchísimo mérito.
Guacimara: ¡qué bonita imagen! Héctor ya tiene cuentos en casa así que lo mismo acaba igual que el niño de tus amigos.
Seri: muchas gracias por las felicitaciones. Ayer lo celebramos por todo lo alto :)
Mar: bueno, no sé si me convence eso de dejar de ser lo que eras. Ponerlo en segundo plano sí, dejar de serlo tampoco. Espero, vamos.
Zarita: jajaja... me ha encantado la aclaración final. Efectivamente, perder el tiempo por las inevitables tareas del hogar no es un gran plan pero perderlo viendo a Héctor hacer ruiditos es un plan insuperable :)
Dina: seguro que vuelve, por eso ni me agobio ni nada. Ya habrá tiempo para leer y la señora Bowen no me mete prisa, es comprensiva :)
Pino: justo el otro día me acordaba de ti yu por extensión de todas las que hacen lo mismo que yo pero doble, no sé, de verdad que no lo sé, cómo te las ingenias. Y si encima tienes tiempo para leer y dejar comentarios en mi blog la admiración ya es máxima. Muchas gracias, porque sé (y en parte imagino, porque yo lo sé en versión individual) lo valioso que es tu tiempo libre.
Óscar: no sé cuánto tiempo estarás en París pero a no ser que estés de año sabático lo más probable es que para cuando termine y comente el libro ya estés de vuelta. Pero a París siempre se puede volver, claro.
Cris: sí, pero ya digo que duró justo para la foto ;)
Leer desde niña ha sido más vicio que virtud, no podía dejarlo... pero la etapa en la que menos leí fue después del nacimiento de mi primer hijo. Me tomó mucho tiempo recuperar un ritmo; pero que tengas más suerte que yo.
ResponderEliminarYomerita
Gracias por el comentario. El caso es que recuperaste el ritmo, ¿no? Eso es lo que cuenta y el leer poco se compensa con creces con las monerías del niño.
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