viernes, 10 de octubre de 2008

La mujer nueva, de Carmen Laforet: renuncio

Hasta ayer, o quizá un día o dos antes, tenía entronizada a Carmen Laforet en el grupo de escritores que pueden escribir mejor o peor, cuyos libros me pueden gustar más o menos pero que, en general, están un poco por encima de los demás, aunque sólo sea por acumulación de la obra completa.

Y ayer - o un día o dos antes - me llevé un chasco enorme. Una parte del trono de Carmen Laforet, la proporción de un libro en su obra completa, resultó ser de plástico barato. O puede que no, que sea igual que el resto y sean mis ojos, pero el caso es que, entrando en detalles ya, La mujer nueva (o La mujer nueva hasta la página 144), me ha parecido un bodrio. Siento decirlo así, leí y leí para ver si mejoraba, porque no me resultaba fácil asumir que un libro de Carmen Laforet no me gustara pero al final ayer, de vuelta a casa, decidí que lo dejaba. Y preferí pasar el resto del trayecto mirando las musarañas antes que continuar con el libro.

Hay libros cuyo argumento no es muy brillante, pero los salva el estilo, los personajes, las situaciones... En este todo es malísimo. Los personajes son predecibles, aburridos. El estilo siempre impecable de Carmen Laforet aquí está diluido y aburre. Y las situaciones son, de nuevo, aburridas.

Había oído hablar de lo moderno que era este libro para su época (1955) pero, la verdad, tampoco me ha parecido tan moderno. Se dice que sorprende que la censura no eliminara algunas cosas... no es difícil de comprender cuando luego la protagonista se vuelve una cristiana renacida y anula todo lo anterior. No hacía falta censura porque el antídoto estaba ya dentro del libro. No sorprende que ganara el Premio Nacional de Literatura de 1956. No tengo nada en contra de las menciones religiosas en los libros, en las Brontë son frecuentes y las leo sin problemas. Pero hay formas y formas y este texto, para mí, era ilegible.

Como otras veces, he descubierto que mi mala relación con los números lleva de nuevo al caos de la estantería. Yo siempre pienso que tengo los libros de cada autor ordenados cronológicamente y tarde o temprano descubro que estaba equivacada y que hay varios mal. Carmen Laforet no ha sido una excepción, pero me ha dado una alegría. La insolación, que leí el año pasado y me gustó, va después de este, lo que significa que hay vida después de La mujer nueva. Y menos mal.

3 comentarios:

  1. Es lo malo de entronizar. Siempre llega un día que o caen de su trono o el trono se vuelve tan pequeño como una silla normal y corriente. Pero siempre es un chasco!

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  2. Creo que leí algo de ella "nada" (me refiero a su libro) y no quedé muy contenta. No he leido el libro que dices, pero visto lo que cuentas, creo que si acaso le echaré un ojillo en alguna librería o biblioteca. Yo ya tengo por norma dar un tiempo a los libros y como cerca de la mitad, no me atraigan...lo dejo pensando; no es el momento, o realmente no somos compatibles. Saludos!!

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  3. Iris: Bueno, pero hay escritores que se merecen tronos y más. Y todos tienen derecho a un libro peor. En el caso de Carmen Laforet no se convierte el trono en silla normal y corriente ni mucho menos. Aunque los que me quedan suyos fueran en la línea de este - y creo que no - se lo seguiría mereciendo sólo por La isla y los demonios, Al volver la esquina, La insolación y fíjate que lo dejo para el último: Nada.

    María: A mí nada me gustó mucho, auqnue luego he leído otros suyos y la verdad es que Nada es el más conocido pero no el mejor (y, en mi opinión, eso es decir mucho). Este es un tropiezo, pero nada más.

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