miércoles, 4 de marzo de 2009

Lazy Thoughts of a Lazy Girl, de Jenny Wren, o estrenando el Sony Reader

Hago un poco de trampa y pongo una portada que me gusta muchísimo, porque complementa esta otra a la perfección, pero que sin embargo no tengo, ya que Lazy Thoughts of a Lazy Girl, de Jenny Wren ha sido el primer libro del mundo mundial que he leído en nuestro nuevo y flamante Sony Reader, bautizado desgraciadamente Rufino. Yo insistía en que tenía que tener un nombre como la mayoría de los productos de electrónica que tenemos (aunque unos han cuajado más que otros; el iPod, por ejemplo, se llama Brontë oficialmente, pero sigue siendo "el iPod") y ahora soy incapaz de recordar por qué asociación de palabras/ideas llegamos en broma a Rufino pero el caso es que ya por más que intento rebautizarlo con un nombre un poco más atractivo nunca cuaja. Y lo peor es que Rufino sí. Ya nunca decimos Sony Reader, siempre decimos Rufino.

El "experimento" ha funcionado de maravilla. Leer en Rufino es igual de cómodo o más que leer en un libro. Obviamente es diferente, pero - y ya es bien sabido lo que me gustan a mí los libros - no lo considero el anticristo que muchos ven en los lectores electrónicos. La tinta electrónica (raritos que somos nos encantó leer cómo funciona) me parece uno de los mejores inventos del mundo, sobre todo teniendo en cuenta lo rápido que me canso de leer parrafada tras parrafada en el ordenador (quién lo diría después de ver las parrafadas que yo misma escribo y lo mucho que me gusta leer blogs; pero eso va con el formato, me refiero más a cosas como periódicos, libros, historias cortas). Y la función de doblar la esquinita de la página de Rufino me fascina también. Algo que no hago con un libro de papel ni loca, claro. Por no hablar de eso de encenderlo y que se "abra" directamente por la página en que te habías quedado como por arte de magia, y eso que también soy una ávida coleccionista de marcapáginas. Pero hay que compaginar.

Y qué decir de leer en la cama de lado. Intentar leer en la cama de lado es muy cómodo cuando se trata de leer la página de la derecha, pero para leer la de la izquierda siempre hay que hacer un gesto incómodo. Aquí eso no pasa: la página siempre está a la derecha y leer de lado es comodísimo.

Debo reconocer, eso sí, que al principio tenía un ligero tic de pasar página: a medida que me aproximaba al final de la página, mis dedos no iban derechos al botón, sino a la esquina superior derecha, donde empezaban a rebuscar para poder pasar a la siguiente página. En seguida se me quitó (todo será que con el próximo libro en papel me ponga a buscar el botón) y tan ricamente. Lo que seguro que voy a echar de menos con los libros de papel es el tacto de la fundita acolchada de cuero.

Cambiando del continente al contenido, tenía ganas de leer este libro desde que el año pasado leí el de la portada complementaria: The Idle Thoughts of an Idle Fellow, de Jerome K. Jerome. Este es del estilo de ese del hombre ocioso pero escrito desde el punto de vista de una chica vaga. Y me ha gustado y me he reído igual con un humor típicamente inglés que ha seguido confirmado los tópicos expuestos por Kate Fox. Ahora - por supuesto futura presa de Rufino - me queda la segunda parte de los pensamientos del hombre ocioso.

Lo peor de todo ha sido enterarme de que Jenny Wren es un pseudónimo de no se sabe quién. Y ella en el libro tampoco da muchas pistas: sabemos que tiene menos de 25 años en 1891, que es de buena familia, que tiene hermanas y hermanos y poco más. Su estilo es ligero, rápido y, a veces, punzante. Y cae bien, como es inevitable que caiga bien alguien que confiesa su pasión por el té aclarando que como más lo disfruta es en casa, delante de un buen fuego, en un sillón muy cómodo y con una buena novela entre manos.

Supongo, por tanto, que cuando escribió el libro no le hubiera costado imaginar que alguien lo leería repanchingada en un sofá envuelta en una manta verde, en plena competición de vaguería. Lo que ya no le hubiera sido tan fácil visualizar hubiera sido el formato.

7 comentarios:

  1. El tal Rufino suena bien, jaja. Mira qué poco moderna soy que antes de que tú lo mencionaras, ni sabía lo que era un reader.

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  2. No te creas, Elvira, yo antes de que lanzaran este tampoco le había puesto demasiado interés al asunto. Pero ahora ya ves, estoy enganchada.

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  3. ¡No veas con el Rufino! Y yo que pensaba que esto no sería lo mío, pero si a ti te gusta fijo que a mí también me gustará, yo que no tengo problemas con leer mucho en el ordenador... habrá que buscarse uno...

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  4. Pues yo creo que sí, si gustan los libros esto no tiene por qué no gustar. Es simplemente un formato alternativo y con muchas ventajas. Yo sabía que me gustaría pero la verdad es que me ha impresionado. Es una maravilla.

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  5. ¿Rufino? Bueno todo es acostumbrarse... Yo tengo unas ganas de pillar un "rufino" y ver qué tal. Gracias por las explicaciones, me fio mucho más de tí que de las webs que leo por ahí.

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  6. Cristina, me alegro un montón que te esté gustando el reader, habría tenido cargo de conciencia si no. Yo ahora estoy de vacaciones en la India y no me he traído ningún libro "de verdad".

    Saludos desde Jaipur (a ver si me llevo el premio al lector del blog con localización más exótica).

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  7. Roberta: ya viste que yo tenía mis dudas - aunque Miss Froy acabó con muchas - y ahora ya me ves: encantada con la adquisición. He leído, eso sí, que al mercado español le falta un hervor en este respecto: para empezar no tenemos nada ni remotamente similar al Proyecto Gutenberg.Pero el cacharrillo en sí ya te digo, una maravilla.

    Miss Froy: qué bien verte por aquí, aunque sea a tanta distancia, porque quería darte las gracias personalmente por los buenos consejos. No sé si sin tu empujoncito nos hubiéramos terminado de decidir y no sabes cuánto te lo agradezco. Ya me imagino que para los viajes debe de ser una gozada.

    Y sí, te has ganado el premio :P Que lo pases muy bien y aproveches mucho.

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