Como es domingo por la tarde y lo más apetecible es estar en casita (al menos para mí: pocas cosas me dan más pereza que salir de casa un domingo por la tarde), os dejo con una exposición virtual, un poco triste, pero que merece muchísimo la pena visitar desde el ordenador.
Antecedentes: en el siglo XVIII el London Foundling Hospital era uno de los sitios de acogida de niños huérfanos y abandonados. Como no en todos los casos podía darse por hecho que el niño no se había perdido o que, cuando mejorara la situación que hubiera llevado a los padres a dejarlo allí, no irían a recogerlo, lo que hacían, en esos tiempos en los que adjuntar una foto carnet al archivo era imposible (e impensable), era conservar un trocito del tejido de la ropa que llevaban en el momento de la admisión. (Cosa también bastante más razonable que lo que hacían muchos padres cuando entregaban a sus hijos, con la intención de recuperarlos algún día, en la Casa de Maternidad de Barcelona, por ejemplo: les dejaban cicatrices bien marcadas para así poder reconocerlos). Eso da lugar un archivo colorido, sorprendente y que, a la vez, pone la carne de gallina, sobre todo leyendo algunos textos (en inglés).
La exposición virtual, para la que en realidad no hace falta saber inglés, puede verse desde aquí (una vez en esa página hay que hacer clic donde pone en letras blancas The Online Exhibition (tardan un poco en cargarse) y ya comienza y sigue sola). Recomiendo encender también los altavoces del ordenador, por cierto.
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Hace 5 días
Vi algo parecido, a mucha menor escala, en el antiguo hoispital de Rouen este verano: una vitrina donde exponían una serie de objetos que las madres que abandonaban allí a sus hijos (seguramente porque eran ilegítimos o porque no podían alimentarlos) dejaban con el bebé, desde notitas hasta medallas, pedazos de cinta... Desgarrador, de verdad. Sobre todo cuando piensas lo difícil que debió resultarles hacerlo y las poquísimas posibilidades que había de alguna vez llegaran a recuperarlos o incluso de que los niños llegasen a sobrevivir (la tasa de mortalidad en aquellas instituciones era altísima).
ResponderEliminarQue tristeza más infinita derraman esos pequeños trozos de tela, cuanto dolor en un simple trozo de tejido, increible. Y lo que cuentas de las cicatrices no lo sabía.
ResponderEliminarComo tu dices, aunque triste vale la pena verlo.
Ay, qué pena por Dios! Lo de las cicatrices es horrendo.
ResponderEliminarNo sé si atreverme, se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo. Hija, esq desde q tengo descendencia estoy muy sensiblera con la infancia en general....
ResponderEliminarElena: pues sí, lo que viste - además en vivo y en directo - en Rouen también tenía que poner la carne de gallina.
ResponderEliminarÁngeles: sí, es tristísimo, pero me gustó por el colorido (cosa que me sorprendió mucho) y por lo mucho que dicen algunos simples trocitos de tela.
Elvira: a mí lo de las cicatrices de la Casa de Maternidad también me espantó.
Dina: atrévete, no te niego que sea triste, pero de verdad que también es muy curioso y merece la pena, ya verás.
Qué lastima lo de los niños...No sabía lo de los trozos de tela...muy significativo.
ResponderEliminarLo de las cicatrices, me parece horroroso.
Bss!!
¡Qué interesante! Ahora mismo lo recomendaré en el blog.
ResponderEliminarMaría: lo de los trozos de tela era mucho mejor idea que lo de las cicatrices.
ResponderEliminarIris: ¡estupendo!
Es maravilloso y aterrador...pero una recomendación fabulosa, en cualquier caso. me ha puesto los pelos de punta...
ResponderEliminarMuy duro, curioso, enternecedor,... la verdad es que observando los pedacitos de tela vas analizando infinidad de cosas. Ves los estampados, el tipo de tela, la combinación entre varias de ellas,... y las vas personalizando. Entonces...te ves observando a esas pequeñas criaturitas y el dolor se hace infinito.
ResponderEliminarMe alegra que os haya gustado.
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