jueves, 24 de abril de 2008

Sant Jordi 2008

¡Qué estresante fue ayer Sant Jordi! Creo que el año que viene me lo tomaré con una filosofía menos caza-autógrafos. Hacía un día de lo más caluroso y yo venga a ir de un puesto a otro, con mis libros a cuestas, sorteando (?) las auténticas mareas humanas, llenas de gente con libros y rosas* que circulaban por calles llenas también de puestos de libros y de rosas. Así contado suena hasta idílico.

Mi plan de caza de firmas era muy ambicioso y al final del día hasta Manuel dijo que le había sorprendido que me hubiera dado tiempo a todo. Lo mío me costó.

El día había empezado recibiendo Soria Moria de Espido Freire de buena mañana porque Manuel, sin saber que Espido Freire estaría firmando, lo tenía ya comprado desde hace tiempo y no quería arriesgarse a que me diera por comprarlo, aunque yo ya iba a llevar otro para que me firmara. Al final me llevé los dos y me empecé Soria Moria en el trayecto hacia Barcelona.

Diane Setterfield, autora de The Thirteenth Tale (El cuento número trece), fue la primera en firmarme y estaba un poco solilla en su puesto (me da tanta pena eso). Después Paseo de Gracia abajo hasta la cola de Carlos Ruiz Zafón. Llegué a las 12 y poco y a las 3, cuando se fue (media hora más tarde de lo previsto, lo cual es de agradecer), estaba justo a las puertas de la firma, pero sin firma. Por unos apaños con la gente de la cola pude irme y volver un poco más tarde, ya con Habíamos ganado la guerra, de Esther Tusquets, firmado. A las 6, en cuanto Ruiz Zafón volvió a su puesto (donde por cierto me pareció chocante que no vendieran el libro. Yo, que lo había dejado a propósito para comprarlo allí, tuve que acercarme, cuando llegué a la cola a las 12, al primer puesto que pillé para comprarlo), pasamos y salí con mi libro firmado. Por cierto que justo el puestecito estaba al lado del edificio que sale en la portada de El juego del ángel.

Y de ahí rápido-rápido otra vez hasta Plaza de Catalunya a que me firmaran Espido Freire y Quino. Tengo que decir aquí y bien alto que Espido Freire, que de entrada, no sé muy bien por qué, me daba la impresión de que sería distante, es un encanto. Hablé con ella un buen rato (para lo que es una firma de libros, se entiende) y salí encantada**. Y de ahí a Quino, que firmaba sin parar.

Y para entonces no sólo ya tenía todas y cada una de las firmas previstas, sino que Manuel ya había llegado y me había traído también mi rosa (como para no traerla el pobre, con lo pesadita que estaba yo).

Las calles, a las siete y pico, seguían abarrotadas, seguía haciendo calor, yo me había quemado la cara y mi bolsa me pesaba cada vez más (el añadido de El Juego del ángel, el único libro que compré (!) no ayudó) y aunque Manuel hubiera querido ir a tomar algo al final optamos por volvernos a casa. Había sido un día muy largo.

Y en casa, después de darle a Manuel el suyo por fin (The Portable Dorothy Parker)... ¡me cayó otro libro! Uno, además, que Manuel pensaba que no conocería, pero que justamente hace unos días había descubierto y me había puesto los dientes largos: Watch Me Disappear, de Jill Dawson.

Así que el balance de mi primer Sant Jordi no puede ser más positivo pero, oh, fue agotador.

*Tantísima gente por las calles. En alguna ida y venida oí a un locutor de un programa de radio que estaban haciendo en directo decir que la gente, con tal de escaparse del trabajo, es hasta capaz de comprarse un libro. Me hizo mucha gracia.

**El numerito cómico de la jornada lo puso una señora que llegó cuando Espido Freire ya se había levantado de su silla para irse y lo que le dijo al guarda de seguridad que regulaba las colas (!) fue: "¡oiga, que se va mi autora!" El guarda de seguridad al principio intentó hacerse el duro y decirle que la autora ya se iba y que no la molestara, pero realmente ¿quién se puede resistir a una frase como "¡oiga, que se va mi autora!"? La señora pasó corriendo pero lo que no sé es si "su autora" le firmó o no. Espero que sí.

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