De los Doce cuentos peregrinos de Gabriel García Márquez me impactaron especialmente dos historias. Una ahora no viene al caso, la otra era la de una mujer a la que se le estropea el coche en la carretera y necesita avisar a una grúa. Por la carretera pasa un autocar camino del manicomio y el conductor se ofrece a acercarla hasta allí para que pueda llamar. Al llegar al conductor se le olvida aclarar que esa mujer no va con el resto del pasaje y la pobre, de pronto inmersa en el grupo, no puede más que repetir "yo sólo vine a hablar por teléfono". La repetición, la insistencia la hacen pasar por loca cuando no lo está, cuando lo que dice es completamente cuerdo. Allí se queda porque así de fina es la línea que separa - si es que las separa - la cordura de la locura. ¿Quién le dice a uno que si aleatoriamente le diagnosticaran no le saldría que de alguna forma está loco? ¿Quién le dice a uno que si se acerca a un manicomio le van a dejar irse?
Así que con esta paranoia, leer Wish Her Safe at Home, de Stephen Benatar ha sido todo un reto porque cuenta la historia de Rachel Waring. Una mujer en la cuarentena que en los años ochenta y con más de un trauma de infancia y juventud, se lleva la sorpresa de que una tía-abuela a la que no ve desde que era niña y a la que daba por muerta desde hace años, le ha dejado en herencia una casa de estilo georgiano en Bristol. Ella se vuelca en la casa: deja su trabajo, su vida en Londres, su apartamento compartido con su amiga Sylvia y se entrega de lleno a la casa un tanto dilapidada y a su restauración. Se lo toma todo como un nuevo comienzo, una página en blanco.
El problema viene cuando, al perder contacto con una realidad en la que nunca estuvo del todo asentada, se le empieza a ir la cabeza. El "problema" para el lector surge porque el libro está narrado en primera persona. De modo que Rachel no es sólo el mítico narrador del que uno no se puede fiar, sino que además lo que narra ha pasado previamente por el filtro de su cabeza y el lector tiene que tratar de reconfigurarlo.
Como me impresionaba que Dorothy Parker consiguiera que el lector atara cabos contrarios a lo que repetían los monólogos de sus personajes, lo que aquí me impresiona son dos cosas: 1) que Stephen Benatar logre que a pesar del filtro el lector consiga reconfigurar las situaciones - en la medida de lo posible - y vea a Rachel desde fuera con un recorrido tercera persona - mente de Rachel - lector y 2) que Stephen Benatar, narrando en primera persona y habiendo puesto al lector sutilmente en ciertos antecedentes básicos, consiga que el lector se meta, hasta cierto punto, en el personaje y que cuando Rachel entiende mal lo que está sucediendo y así lo filtra, el lector sea capaz de desdoblarse, ver la situación desde fuera y al mismo tiempo apiadarse y sentir vergüenza ajena (una vergüenza ajena real como la que se siente en situaciones reales) de la pobre Rachel, de pensar ¿pero qué está haciendo/diciendo esta mujer? por no mencionar lo paranoico que consigue volver al lector que desconfía de algunas situaciones que no quedan del todo claras al pasar por el filtro de Rachel: qué raro, ¿esta gente va con buenas intenciones? ¿cuáles son sus verdaderos motivos para hacer eso? etc. Todo lo anterior, que creo que he explicado fatal y de forma muy enrevesada, me impresiona como técnica narrativa. Que alguien sea capaz de contar así las cosas, de conseguir que el lector siga dos vías mientras sólo lee una, me parece toda una proeza.
Y de ahí lo incomprensible: que a Stephen Benatar le publicasen el libro en 1982 pero que en el año 2007 cuando intentó que alguna editorial se lo publicase de nuevo, se topara con 37 negativas de 37 editoriales diferentes. Lo único que pudo hacer fue autopublicarlo y, por suerte, una de los ejemplares de la tirada limitada llegó a manos de algún editor de The New York Review of Books, que son quienes lo han reeditado ahora con mucha más visión que cualquiera de los otros 37.
Tenía echado el ojo a este libro desde antes de ir a Nueva York, pero me hacía gracia el recorrido y final del libro y decidí reservarlo para comprarlo allí mismo (en Borders). Y eso que la portada no me decía gran cosa, pero qué bien iba con el marcapáginas que elegí. Creo que me paseé por medio Borders con el libro a cuestas sin darme cuenta de la pegatina que indicaba que era una copia firmada por el autor, que siempre hace ilusión.
Cuando lo acabé y buscaba nuevo libro para leer, todos mis libros me parecían de locos y yo quería algo muy cuerdo, algo con los pies bien plantados en el suelo. Con mi lectura actual aún no me queda claro si lo conseguí, de momento me inclino por pensar que no (y además una de las canciones que Rachel tararea aparece también aquí: me impresionan estas conexiones entre dos libros aparentemente inconexos). Pero cuando hable de Sitges y las películas que hemos visto ya contaré cómo el tema de la locura me persigue - en la ficción sólo, creo - estos días.
Pues a mi la portada me encanta! Esa especie de Marlene Dietrich a la que se le ha caído encima un disfraz de Carmen Miranda llevado por el viento...Yo he terminado hace nada Homer y Langley de Doctorow lo que, junto a la revisión de Grey Gardens, me tiene también un poquito ligada a la lectura. ¡Y ésta parece tan interesante!
ResponderEliminarQuería decir, ligada a la locura...¿ves? Estoy fatal...
ResponderEliminarQue interesante la locura en la literatura, mi primera "loca", fue la señora Rochester con doce o trece años.
ResponderEliminar"Los renglones torcidos de Dios" es un libro complejo de Torcuato Luca de Tena, que incluso estuvo en un psiquiatriaco unos meses como un paciente más. Aborda la locura de una manera muy perturbadora. Es curioso pues es un libro que ya tiene muchos años y se sigue reeditando.
Otro que me encantó, del que seguro has oido hablar o leido es "Falsa identidad" de Sarah Waters, que se situa en plena época victoriana, del cual la BBC hizo una serie, que por cierto me vi este larguisímo verano, un saludo.
Ayer mismo acabé "Ancho mar de los Sargazos" de Jean Rhys, una historia entre la locura y la realidad que me encantó. Supongo que no existe ninguna traducción del libro que comentas...
ResponderEliminarPor supuesto, sólo en la ficción, que tú estás muy cuerda. :-)
ResponderEliminarMe ha impresionado el cuento de García Márcquez del que hablas al principio. ¡Qué espanto!!!!!
Suena fascinante. Tengo debilidad por los narradores poco fiables, una técnica que no todos los autores saben utilizar bien, pero que cuando lo hacen provoca en el lector un desasosiego y una doble lectura que convierte la experiencia en memorable (como tú explicas muy bien en tu entrada, aunque te parezca que no ). Anoto este título como pendiente de lectura.
ResponderEliminarOh, mi comentario ha dado error 503... en fin. Decía que a veces sin querer se encadenan lecturas con puntos en común. Por cierto, veo que has puesto en práctica lo de elegir los marcapáginas acordes a la portada, jeje. Le va genial a tu libro :D Ah, y que me apunto los cuentos peregrinos de García Márquez porque, aunque el cuento y yo no nos llevamos muy bien a la hora de leer, su autor me fascina :)
ResponderEliminarsaluditos
No conozco el cuento de Gabriel García Marquez que nombras...pero me ha parecido espeluznante!! Desde luego esa delgada línea que nombras que parece separar la cordura de la locura, no es tan delgada o quizá inexistente (en ocasiones).
ResponderEliminarMe encantaría leer a esta Rachel...por lo que cuentas debe ser interesante leer en primera persona a una mujer (escrita por un hombre) que pasa de ser cuerda a...quizá no tan real.
Tomo nota del libro, Cristina, aunque creo que tendrá que esperar un tiempo.
Bss!!!
Samedimanche: ya veo que andamos metidas por los mismos temas. Qué bueno. Pues si te apetece seguir con el tema desde luego tienes que leer este libro.
ResponderEliminarÁngeles: de los que mencionas sólo tengo el dudoso placer de conocer a la señora Rochester. No lo rehuyo por sistema, como puede verse por este libro, pero tampoco es un tema que me apasione, me pone un poco paranoica.
Guacimara: ¿hablarás del libro en tu blog? Yo no lo he leído. Ya sé que es un absurdo y que no tiene sentido y que el libro es bueno y está bien pero me resisto a que cambien mi percepción del señor Rochester ;)
Y no, que yo sepa este no está traducido (¿de momento?).
Elvira: ah, gracias :) Yo en general tengo mala memoria para los libros, pero de aquel de García Márquez esas dos historias se me quedaron como grabadas a fuego. La del manicomio es espantosa, efectivamente.
Elena: pues si te gustan los narradores poco fiables (en el caso de Rachel lo de "poco" es decir demasiado, porque de fiable no tiene un pelo) este es tu libro. Si lo lees ya comentarás qué te ha parecido.
Lillu: yo ahora siempre copio los comentarios antes de dar a publicar, que Blogger no siempre es de fiar.
Y sí, con este me guié por tu método de combinar marcapáginas y portada, fue ver este marcapáginas y ser irresistible :D Yo tampoco soy una gran fan de García Márquez, pero sus Doce cuentos peregrinos merecen la pena de verdad.
María: sí, el libro es muy curioso, sobre todo eso que resaltas y que yo quería haber mencionado en la entrada pero olvidé: el hecho de que el autor sea un hombre. Pero está muy, muy bien escrito y el señor Benatar desde luego me parece que ha hecho un trabajo genial, muy conseguido en ese sentido.
Guacimara y Cristina,
ResponderEliminarPara vuestra información, hay una edición reciente en castellano de Ancho mar de los Sargazos, en Lumen. Una novela desde luego muy recomendable, aunque yo la recuerdo como bastante deprimente. ¿O es que la leí en un mal momento?
Gracias, Elena. De todos modos el libro al que yo me refería como no traducido es este de Wish Her Safe at Home y creo que Guacimara también porque me parece que Ancho mar de los Sargazos lo ha leído en castellano.
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